Asuntos pendientes en la Tormenta

¿Hemos llegado a un acuerdo, Lord Robert? — la voz del Lord Comandante era pausada mientras llamaba a sus sirvientes para que comenzaran a ajustarle la armadura.

Así sea, que el rey prometa lo que tiene y lo que no tiene, pero que cumpla su promesa. Sabe que está perdido. — El señor de la Tormenta rugió mientras sus hombres corrían con su coraza — ¡Traedme mi martillo!

El patio de armas de Puertabronce pronto reunió un multitud, muchos señores de las Tormentas estaban presentes, hasta hace poco luchaban contra las fuerzas del rey pero una tregua se había fraguado hace pocos días, y ahora esto. Ambos combatientes tomaron posiciones, Lord Robert estaba deseoso de entrar en combate y por tres veces tuvo que ser detenido por la mano de sus hombres mientras Lord Gerold pedía unos instantes.

La primera vez para esperar la llegada del septon del castillo, el Lord Comandante era un hombre piadoso y marchar a la batalla sin esperar la bendición de los Siete no era de su gusto. Lord Robert, ansioso, no pudo más que ceder a sus deseos.

La segunda vez fue para esperar la llegada del maestre del castillo, el Lord Comandante era un hombre de tradición y comenzar tan importante duelo sin que los términos hubieran sido sellados por un maestre de la ciudadela no era de su gusto. Lord Robert, furioso, no pudo más que ceder a sus deseos.

La tercera vez fue para poner en orden sus asuntos, el Lord Comandante era un hombre cauto y blandir armas sin haber hecho testamento no era de su gusto. Lord Robert bullía de ira y apenas le dio más que unos instantes.

¡Vamos anciano! ¡Tenemos asuntos pendientes! — gritó mientras se abalanzaba sobre el Lord Comandante blandiendo su poderoso martillo de guerra.

Lord Gerold pivotó sobre sí mismo, abandonando la trayectoria del señor de Bastión y manteniendo la distancia. La multitud vitoreó y el duelo por fin comenzó. Por casi cinco minutos los guerreros danzaron manteniendo las distancias, tres veces Lord Robert hizo amago de avanzar hacia su enemigo pero el capa blanca cerró sus defensas rápidamente y el señor de Bastión retrocedió antes si quiera de terminar de dar el primer paso. Una vez el hombre de Antigua comprobó la técnica de su rival, pero apenas cerró un metro de combate antes de parar su avance.

La multitud esperaba en silencio, tan solo el crujir de las armaduras avanzando sobre la arena y el distante canto de las cigarras resonaban entre los muros del castillo. Repentinamente Lord Gerold cambió el ritmo de su caminar, y se deslizó hacia su izquierda cambiando de dirección, Lord Robert a su vez tomó la iniciativa y avanzó sobre su rival. Nuevamente el Lord Comandante pivotó esperando que el momento del señor de Bastión abriera su defensa pero a una velocidad endiablada Robert Baratheon giró su corpulento torso y, golpeando a contravez desató su martillo contra Lord Gerold que apenas logró cubrirse con el escudo y casi fue derribado por el impacto.

El caballero de Antigua estaba visiblemente sorprendido, nadie debería haber podido enlazar ese golpe, y menos con esa fuerza. El escudo estaba hendido y su brazo izquierdo algo dolorido, ¡y eso había sido un golpe mal dado! ¡a destiempo y tan solo para cubrir la apertura en su defensa! Lord Gerold se deshizo del escudo, tomó su espada con ambas manos y comenzó a hablar.

Sois muy rápido, ante cualquier otro el duelo ya habría terminado

Por toda respuesta recibió un grito de guerra mientras Lord Robert cargaba nuevamente. Cualquiera podría haber ganado, el golpe del señor de Bastión podría haber ido más bajo o las rodillas del ya más que veterano del Lord Comandante podrían haber fallado tras el golpe que recibieron justo antes de que el capa blanca rodara por el suelo. Pese a que Robert reaccionó con una velocidad impropia para alguien que blandiera un arma de aquel calibre, fue incapaz de anticiparse ante la fugaz maniobra del Toro Blanco, que ya le miraba a los ojos manteniendo la punta de su espada a escasos milímetros de su cuello dejando como única salida la derrota.

“Habéis vencido Lord Gerold. Tenía ganas de pelear con vos. Ahora cumpliré mi palabra.” Robert se sentía vivo de nuevo.