El asedio de Harrenhall

Casi dos varas de nieve cubrían los tejados y muros de Harrenhall. Un par de desafortunados soldados hacían guardia. Cubiertos con gruesas capas y junto a una pequeña hoguera intentaban mantenerse calientes mientras Observaban el campamento de los sitiadores. Cada día que pasaba sentían algo más de lástima por aquellos pobres desgraciados, pues ellos pasaban frío cuando estaban de guardia para después volver al abrigo de los muros y caldeadas estancias de la fortaleza,pero los hombres de aquel campamento llevaban ya muchas semanas a la intemperie, solo al amparo de las tiendas y hogueras que podían mantener encendidas.

Pocas eran las palabras que intercambiaban, solo deseaban acabar su turno. El crujir de la nieve les alertó de que alguien se acercaba. Era Rosereed, el general al mando de los mercenarios.

— Alguna novedad?!

— ninguna general…no ha habido movimiento alguno.

— Acompañadme pues, tenemos cosas que hacer.

De camino aquellos guardias vieron como con maderos y bloques de piedra algunos mercenarios se disponían a tapiar desde dentro la puerta principal.

Al llegar al salón principal, aquellos dos guardias se encontraron con unos Díez mercenarios más.

— caballeros, han sido escogidos por su aptitud en el campo de batalla. Los enemigos son numerosos , aunque la fortaleza más grande de poniente nos protege, tenemos que intentar minar la moral del enemigo. En la noche haremos una salida y atacaremos el campamento enemigo. Nuestros objetivos prioritarios serán los suministros de comida y madera. De acuerdo?! No derramaremos más sangre de la necesaria. Queremos minar su moral, nada más! Cuando caiga la noche, partiremos. Nos vamos trece y volvemos los trece, sigilo y efectividad no os pido nada más.

Los allí presentes asintieron a la vez. Por fin iban a moverse y hacer algo. La adrenalina volvía a correr por sus venas. De nuevo en la brecha. Rosereed se sonrió, no más sangre de la necesaria , eso era cierto, pero algo de sangre Tully seguro que se derramaba.