Lord Lannister se estaba dando un baño de agua caliente en sus aposentos. Una sirvienta le enjabonaba la espalda mientras otra le ofrecía un trago de buen Dorado del Rejo.
Tres golpes en la puerta distrajeron su atención. ¿Que pasará ahora? Si un día no salgo de la cama, todo Occidente colapsará. Necesito oficiales más competentes que me descarguen de trabajo.
-Adelante. Está abierto.
Un capa roja serio y de porte marcial accedió a la estancia, se cuadró y entonó.
-Señor. Se han recibido noticias desde Fuerte Desolación. Es como esperabais, ya están en movimiento.
-No diré que me alegro, pero hubiera sido un disgusto que después de tanta preparación, no vinieran a la fiesta.
-Señor. Estaremos preparados, cuando vengan no querrán volver.
-No podrán volver. Si todo sale como está previsto. Claro que normalmente los islelos, digo bien, islelos por son lelos, vienen roban y se van. Es su estilo, pero está vez no creo que hagan lo usual, está vez lo hacen por alguien más que por ellos mismos. Estoy seguro.
-¿Pensais que el Lord Segador de Pyke trabaja para alguien?
-Pareces espabilado, por eso me decepcionan tus palabras. ¿Lord Segador? ¿Trabajar? ¿Los islelos? No me hagas reír, ser ladrón no es una profesión, es una enfermedad que no tiene cura. La mano que roba hay que separarla del cuerpo.
-Si mi Lord. No dejaremos que sus crímenes queden sin castigo.
Lord Jason, hombre de higiene cuidada. Solía tomar un baño con frecuencia, a veces solo, a veces acompañado. Esta era una vez de la segunda clase. Cualquiera entendería su malestar al suceder lo que sucedió estando el, en uno de esos lances de limpieza profunda que tanto le gustaban.
Un guardia tocó a la puerta. LorD Jason, visiblemente molesto, preguntó.
-¿Es urgente?
El guardia, con la voz temblorosa, no pudo más que emitir un tímido y poco varonil…
-Diría que si mi Lord. Un enorme dragón vine hacia la Roca.
Lord Jason gritó un juramento.
-¡Me cago en las putas de Antigua! ¡Dad la alarma o nos asará a todos!
Lord Jason se vistió con premura, con la preocupación lógica de tener que hacer frente un dragón. Y cuando lo vio le temblaron un poco las rodillas, seguramente esa visión le había costado algunos años de vida.
Casi simultáneamente, un cuervo se posó en la pajarera. Un primer vistazo al mensaje y el maestre identificó el sello. Noticias del este y un dragón acababa de llegar a la Roca.
-Lord Jason - Aemond bajó de Vhagar con premura mientras los hombres de Lannister atendían a la dragon y acercaban a un par de pobres terneros -Es un placer veros. Disculpad mi llegada tan temprana, pero creía que os debía prestar una visita. No os robaré mucho tiempo, no os preocupéis. Quería saber cómo estaban los asuntos en Occidente… - Se quitó los guantes y aceptó la invitación del Señor de la Roca para caminar junto a él. -Movimientos en las Islas del Hierro, movimientos en los Feudos y toda esta desagradable situación. La Corona quiere saber lo que opinan sus leales vasallos-
Departieron tranquilamente de camino al interior de la fortaleza. Estaba agotado y no pensaba más que en retornar a Desembarco del Rey…aunque quizás hiciera otra parada en Bastión de Tormentas. La…fortaleza y sus grandes virtudes le habían gustado, y merecía, al menos, un día de asueto. Y Vhagar también.
Pero aquello tendría que esperar a otro momento. La naturaleza le llamaba por otro lado. Un maestre le había tendido un mensaje cuando sintió la imperiosa necesidad de acudir a la letrina. Se excusó con Lord Jason y llegó al baño. Baño, por supuesto, recubierto de oro y con lujos como pocos que hubiera visto anteriormente, ni en Rocadragón ni en Desembarco ni en Antigua. Desenrolló el mensaje mientras cagaba tranquilamente.
No pudo contener un grito. La madre que lo trajo
Poco después, Aemond Targaryen caminaba a toda prisa hacia donde Vhagar devoraba, con total tranquilidad, su desayuno.
-Disculpadme, Lord Jason, pero el mensaje decía que hay un asunto urgente que debo atender en Desembarco del Rey. Os pido mil perdones. Volveré lo antes posible, pero el Rey me necesita
Vhagar alzó el vuelo, con un eructo que resonó por los alrededores. Varios campesinos jurarían después que jamás habían visto boñigas del tamaño de las que encontraron en el camino hacia Desembarco.
Allí donde fuere y por larga vida que viviere, Aemond “Mono-ojo” como algunos le motejaban, siempre recordaría la cagada magnifica de la que disfruto en la Roca. Con los años, si los viviera, seguramente acabaría balbuceando la historia de “Cagar en Roca”.
Con los siglos, la leyenda de los cargaderos roca, que no La Roca, por ser poco comercial, llegaría a cada sitio en que se cagara en Poniente o quizás más lejos.