PoV
Larys Strong
Larys padeció de un pie equinovaro durante toda su vida, el cual arrastraba cojeando. Larys es un hombre reservado, pero amable cuando le es necesario. Raramente habla en las reuniones del Consejo Privado, prefiriendo siempre escuchar. Sin embargo, cuando habla, lo hace con elocuencia, compartiendo palabras de gran importancia. Como Consejero es enigmático y astuto. Larys es una persona asustada y su miedo proviene de los dragones; por extensión, cree que los Targaryen son lo que mantiene a los dragones en Poniente y, por ello, deben caer para que caigan las bestias. En realida da Larys el orden de quien cae antes no le importa, siempre que desaparezcan tanto los dragones reales como aquellos que los llevan como emblema.
Tokens
"Pastor
El clérigo conocido como Pastor sirve lealmente a Larys, su valedor y el único que lo protege de una muerte segura.
Participa activamente en la misión y lleva la voz cantante.
Sangre y Queso
Larys tiene a mano asesinos a sueldo que no hacen preguntas y carecen de cualquier atisbo de moral.
Protegerán a Pastor de cualquier posible intento de captura.
Ejércitos
No
Objetivo
Buscar la simpatía de Mysaria para que nos ayude en un futuro. Preparar Misión.
Misión
Mysaria, el Gusano Blanco o Miseria (según quién se hable de ella) tiene acceso a mucha información y, por tanto, no es raro que acudan a ella y pagar por la misma. Eso significa que tarde o temprano la Mano - si es que no lo ha hecho ya - requerirá de Mysaria que le informe del paradero de Pastor.
Por ello, Larys - a través de Pastor y siempre sin que se le pueda relacionar - contactará con Mysaria y tratará de llegar a un acuerdo para asegurarse de que está un paso por delante de Otto. Se sabe que fue amante de Daemon y puede que eso sea suficiente como para no querer trabajar para la Mano y los Verdes; además, es una plebeya igual que Pastor y sus seguidores. Larys cuenta con que se sienta inclinada no a esconder a Pastor - no quiere depender de alguien como ella - pero sí a avisarle si lo buscan.
Localización
Desembarco del Rey.
Roleo
Pastor se acercaba al puerto de Desembarco con paso silencioso y determinado. La brisa salada del mar arrastraba consigo el aroma a algas y a madera podrida. Su capa raída ondeaba débilmente a su espalda, y en su única mano izquierda sostenía un bastón torcido, marcado por las huellas de innumerables caminos recorridos. Había llegado el momento de encontrarse con el Gusano Blanco, si bien Pastor no se dirigiría a ella por tal apodo.
El puerto estaba casi desierto, salvo por algunas figuras encapuchadas que cargaban mercancías en los barcos que se balanceaban perezosamente en el agua. Entre las sombras, una figura alta y esbelta esperaba, envuelta en un manto de seda de un blanco inmaculado. Sus ojos, oscuros y profundos, brillaban bajo la luz menguante del sol, observándolo con una calma que resultaba inquietante.
Mysaria, la amante del rumor y antigua bailarina, había adoptado un aire de misterio y poder que le resultaba tan natural como su propia piel. Pastor se acercó a ella sin vacilación, consciente de que la mujer frente a él había tejido una red de influencias más vasta de lo que muchos comprendían. Su red llegaba a todos los rincones de Desembarco y rivalizaba con la del mismísimo Consejero de Rumores, si es que no la superaba.
—Mysaria —dijo Pastor con su voz áspera, inclinando la cabeza en señal de respeto—. He llegado, tal como acordamos.
—Sabía que vendrías, Pastor —respondió ella, su tono suave pero firme.— Aunque me extraña que lo hayas hecho.
Los dos se observaron durante un momento, evaluando al otro. Mysaria fue la primera en romper el silencio.
—He oído que has estado moviéndote entre los más pobres y desposeídos. Hablando de… redención y del fuego que purifica. —Sus labios esbozaron una sonrisa apenas perceptible—. Pero también sé que hay más detrás de tus palabras. Buscas algo, ¿no es así?
Pastor asintió, y sus ojos se desviaron momentáneamente hacia las aguas del puerto, como si buscara allí respuestas que no podía encontrar.
—El fuego purifica, sí —respondió—. Pero el fuego también puede devorar si no se controla. Hemos visto lo que está ocurriendo… en las sombras, en los pasillos del poder. Y el pueblo sufrirá. Y sé que tú lo sabes, Mysaria.
Ella se mantuvo en silencio por un instante, como si estuviera considerando cuánto compartir con el hombre que tenía enfrente.
—El fuego no es la única amenaza —dijo finalmente, su tono más bajo, casi susurrante—. Aunque tú solo prediques que es así. Sea como sea, si has venido hasta mí es porque buscas algo que puedo ofrecerte.
Pastor la observó con sus ojos oscuros y profundos, intentando descifrar cuánto podría confiar en aquella mujer. Mysaria era conocida por ser tan impenetrable como el humo, y aunque las sombras siempre la habían rodeado, nunca había sido fácil discernir sus verdaderas intenciones. Y había sido amante de Daemon, un Targaryen; ¿le guardaría rencor o seguiría prendido de él?
—Y tú —preguntó él—, ¿qué esperas obtener de este encuentro?
La sonrisa de Mysaria se amplió, aunque sus ojos seguían siendo enigmáticos.
—Tal vez lo mismo que tú, Pastor. Tal vez busco redención… o tal vez simplemente estoy buscando mantenerme viva en un mundo donde la muerte siempre acecha.
Hubo un largo silencio entre ambos, roto solo por el sonido de las olas golpeando los muelles.
—Hemos compartido lo suficiente por hoy —dijo finalmente Mysaria—. Pero el tiempo se acaba, Pastor. Si quieres descubrir lo que realmente buscas, debes estar dispuesto a pagar el precio.
Pastor la observó detenidamente, antes de asentir una vez más. El clérigo manco se giró, alejándose del puerto, consciente de que la conversación con la Mujer Blanca había arrojado más preguntas que respuestas. No sabía si había hecho un nuevo aliado, o al menos, uno con el que podía compartir las mismas sombras por un tiempo, y por tanto debería guardar sus espaldas como antes.
Y en Poniente, donde las llamas y el acero marcaban el destino de los hombres, tener aliados en las sombras podía ser más valioso que cualquier ejército.