Puertabronce: El Venado cavila

Robert Baratheon y su ejército llevaban meses acantonados en Puertabronce. Robert estaba tranquilo después de haber firmado una tregua con sus enemigos. Su hermano y Lord Connington habían logrado cesar la sangría absurda de la guerra civil en la Tormenta y era reconocido de nuevo como el Señor Supremo.

“La guerra está en un punto muerto, Narbert. Ojalá pudiera terminarla así.” Y golpeaba el estafermo con dureza a la vez que esquivaba el golpe. “Ninguno de los tres pretendientes al trono merece gobernar. Lord Jon Connington es un hombre de honor y mi hermano también, eso lo puedo jurar. Lo que no sé es si sirve a Aerys o a Rhaegar. Rhaegar quiere derrocar a Aerys pero su derecho es el derecho de su padre y si Tywin consigue la corona Rhaegar no gobernará, sino sus hijos, casados por Aerys. Los Targaryen se acabarán y eso es lo que Stannis me hizo entender, que hicimos un juramento y si lo rompemos debe ser por otro superior. Tywin me pidió que me arrodillase y le dije que más bien se debería arrodillar él ante mí. Connington me pide que vaya a luchar y también Rhaegar. No quiero ser una pieza en manos de nadie. Yo lucharé mi guerra con aquellos que me quieran seguir y cumpliré mi promesa. Entiendo a los que no quieran luchar junto a mí, pero la guerra ya ha llegado a nuestra puerta. Vencimos a los hombres del Mar Angosto en la playa. Y gane quien gane exigirá nuestra lealtad. Necesito pensar más.” Sonrió a Narbert y golpeó de nuevo el estafermo con rabia, que se partió con un sonoro crujido. “Nuestra es la furia” pensaba el señor de Bastión de Tormentas.

Pasaba muchos días meditando tranquilamente, bebiendo o entrenándose pero nunca sacaba aquellas ideas de la cabeza. No sabía cual era la solución para que la paz llegara a Poniente, pero una paz que merciera la guerra. Escuchaba las opiniones de sus señores y hablaba con todo el mundo y le daba sus razones.

Stannis observaba con atención el campamento. Todos aquellos hombres estaban dispuestos a morir por su hermano. Él creía que Rhaegar era preferible a Tywin pero sabía que su hermano jamás aceptaría eso. Pero si caía Desembarco, habrían traicionado su juramento y deberían arrodillarse ante Tywin tarde o temprano. Antes Rhaegar Targaryen que un Lannister. En eso había estado de acuerdo con Lord Jon Connington y que peleasen tormentis contra tormentis no era del agrado de ningún Baratheon. Necesitaban una victoria que terminase la guerra, ¿pero para construir qué?

De repente un día Robert Baratheon salió decidido de su cuarto. Ya había reflexionado lo suficiente “Stannis, reúne a las tropas, equípate para el combate. Tenemos que salvar el reino. ¡Traedme mi martillo!”