Angelitos negros

Harry escupió al suelo mientras observaba la aldea que había ardido por no entregar a sus hombres para la guerra. Muchos se habían unido a su grupo y lo que empezó como una banda pronto se convirtió en un ejército numeroso. Apenas niños empuñaban las armas y juraban lealtad a aquel que algunos llamaban “Ejército Negro” y otros los “Angelitos de la tierra” eran temidos por muchos y algunas espadas eran caballeros errantes y buscadores de fortuna. La disciplina de Harry era despiadada. No se podía permitir la deslealtad. Castigaría a los traidores y conseguiría vencer a Aegon. Las tierras de los traidores serían esquilmadas sin piedad y sus propiedades reducidas a cenizas. Gritó a sus hombres “Adelante, vamos al siguiente pueblo. La guerra acaba de empezar.” El ejército marcha serpenteante por la llanura, dejando un rastro de devastación como advertencia para aquellos que se negasen a obedecerles.