Grirmgor había entrado en el imperio, había pasado a fuego las aldeas de Ostermark sin encontrar oposición. Toda la ribera oeste había quedado devastada y Grimgor en su orgullo, se dirigió a Karak-Kadrin, en su búsqueda de gloria que atrajera más pelesverdes a su Waaagh. Cual fue su sorpresa cuando le informaron de que una fuerza de taponez se encontraba cerca. Grimgor sólo odiaba a una raza más que a los enanos, a quienes años atrás había despojado de su fortaleza. Las crestas rojas indicaban grandes guerreros y uno de ellos llevaba un casco muy elaborado, debía ser importante, un rey enano de barbas blancas. Grimgor no lo dudó y se preparó para el combate. No le importaba cuantos enanos había, sabía que eran muchos menos que ellos. Y se lanzó a cruzar el puente con sus mejores tropas mientras el resto envolvía las posiciones enanas erigidas a toda prisa. Grimgor sabía que los taponez podían ser peligrosos atrincherados y se empleó con fuerza, sacrificando a sus jinetez de jabalí antes de que llegara él con los trolls y la infantería pesada. Los enanos resistieron con la fuerza que da la rabia y el orgullo, pero al cabo de las horas la masa verde hundió uno de los flancos enanos y las fuerzas de los tapones fueron rodeadeas por el waagh de Grimgor. El Kaudillo Orco Negro buscaba al rey enano, sin duda un rival digno, y tenía advertido a todo su ejército “El jefe ez MÍO, que nadie más lo toque.” El rey enano se preparaba para una última resistencia ante la bestia, heridos, mermados, en número, muriendo por su señor ante el empuje de trolls y orcos negros. Cuando la batalla está casi decidida y apenas un centenar de enanos resisten en la colina suenan algunos disparos a retaguardia. Grimgor distrae a sus tropas para que se encarguen de la nueva amenaza. Unos centenares de hombres resisten unas horas sobre una loma mientras los restos del ejército enano se retiran al amparo de la oscuridad. Algunos juran que su guardia personal y sus parientes se llevaron al rey enano a la fuerza, decidido a morir en en campo. La noche cae y el día es de los orcos. Han coleccionado cuatro mil barbas y derrotado a un poderoso enemigo. Antes del día siguiente los goblins Cara Roja arrojan sus lanzas a los pies de Grimgor y se unen a su ejército. Otros pielesverdes acuden ante las imminentes masacres por venir. Un Waaagh surgido de miles de gargantas atruena los valles. Grimgor levanta su hacha ensangrentada. "¡Ezto ez zolo el principio! El Imperio sufrirá. ¡Karl Franz te encontraré! ¡Hacia Altdorf! Los pielesverdes reemprenden alegremente su sangriento camino hacia el corazón del imperio. La larga marcha de Grimgor Piel’ierro ha comenzado.
1 me gusta