De cuando el río alcanza la roca

Capítulo 1: El primer encuentro

La comitiva de la casa Tully empezó a vislumbrar la Roca a primera hora de la mañana. El día había salido claro y limpio, con una suave brisa que traía al interior el agradable olor del mar del ocaso. La fortaleza de los Lannister era una de las maravillas arquitectónicas del mundo conocido, pocos, por no decir ningún castillo, se asemejaban a aquel. Tallado en la roca, adentrándose en la montaña y creando todo un sistema de cavernas que probablemente fuese como un laberinto para un extranjero. Ese era el hogar de los antiguos reyes de Occidente, ahora guardianes del oeste para la dinastía Targaryen.

A su lado, la comitiva de Kermit Tully y su madre parecía un simple conjunto de hormigas que vagaba por el mundo en busca de alimento. El muchacho alabó la fortaleza desde que la vio, comentando con su tío ser Jonos Vance cada detalle. El caballero de Atranta y maestro de armas de Aguasdulces comandaba la escolta del muchacho y su madre. Había aprovechado para ponerse al día con su sobrino, ausente por un acuerdo con una de las casas vasallas del Tridente, donde servía como pupilo y escudero.

El buen ser Jonos calculó que llegarían para el mediodía y pidió a uno de sus caballeros que se adelantase para avisar a sus anfitriones. Había avisado ya el día anterior y habían sido acompañados buena parte del camino por caballeros vasallos de Lord Lannister por lo que estaba seguro de que el señor de Lannisport sabía más o menos cuanto les quedaba, pero prefería hacerlo así.

¡Kermit! ¡Ven aquí! – dijo su madre asomando su melena castaña por una de las ventanas del carruaje. La dama de Aguasdulces no se sentía especialmente cómoda viajando a caballo y su esposo había ordenado fabricar su nuevo vehículo. Era amplio y espacioso, suficiente para media docena de personas, de sólida factura y con escasos detalles, una construcción sobria y elegante con el emblema de los Tully como única decoración.

El muchacho se acercó hasta el carruaje, desmontando de su caballo y entrando en su interior - ¿si madre? – dijo una vez dentro mientras se remangaba las mangas de la camisa de manera descuidada.

Arréglate – le dijo lanzándole un paño húmedo – y ponte el jubón que te regalamos por tu día del nombre, el del torneo de Salinas – dijo dándole la prenda mientras el muchacho se aseaba diligentemente. Ambos hablaron sobre la Roca, con el joven emocionado por su enormidad y en que estuvo arreglado, aseado y con sus ropas presentables para la inminente presentación, de un salto salió del carruaje para volver a montar a caballo – juventud, divina juventud. Bendita Lady Anne que lo aguanta a diario – resopló su madre con una sonrisa, feliz de volver a cuidar de su retoño.

-¡Mi señor! Se acercan siete caballeros con capas rojas, son la bienvenida de los Lannister- le anunció a Ser Jonos uno de los caballeros del Tridente y que él mismo había nombrado caballero.

El maestro de armas asintió volviendo junto a Kermit para darle unas últimas indicaciones, como por ejemplo que quitara esa cara de asombro por ver la Roca. El muchacho era avispado, pero por lo visto su mentor no había hecho un gran trabajo enseñándole esos detalles. Por suerte no había que decirle muchas veces las cosas.

Poco después los caballeros de la Roca llegaron perfectamente formados, los Siete, el número sagrado de la Fe. Kermit se adelantó junto a Ser Jonos, poniéndose frente a los caballeros con una sonrisa afable en el rostro. - Buen día mis señores - dijo observando a los hombres que tenía frente a él. Vio la estrella de los Tarbeck y el emblema del león. Había alguno más pero no los reconocía, la heráldica siempre se le había resistido y no era el momento de ponerse a pensar en ello. Lo que sí apreció fue la factura de la vestidura del hombre que los comandaba. Su tío ser Jonos se adelantó, pues conocía a ambos hombres de torneos y justas de años atrás. - Lord Jason, me alegra volver a veros, este es mi sobrino Kermit, hijo de ser Elmo - el muchacho saludó a su anfitrión con sus mejores modales. En eso al menos si estaba preparado pensó el caballero.

Iba a decir algo más cuando se abrió la puerta del carruaje y Lady Jeyne bajó del mismo con la gracilidad de una ninfa. Se mantenía esbelta tras sus partos y aunque la juventud empezaba a abandonarla seguía siendo una mujer hermosa de cabellos castaños. - Es todo un honor para nosotros que nos recibáis mi señor y que hayáis propuesto a vuestra hija para mí querido Kermit, futuro señor de Aguasdulces - dijo ella al hombre más poderoso de Occidente.

-Una bella dama, un joven y gallardo caballero destinado al mayorazgo de los rios y un nobilisimo señor maduro que los proteja. Hay peores historias que la que se van a contar con tan nobles integrantes. Es un honor, un privilegio y un placer recibiros. Venid, mi esposa espera para recibiros como merecéis. Podréis tomar un refrigerio y descansar antes de que nos reunamos ante una buena mesa de celebración.

Lord Lannister dirigió la mirada al joven Kermit, le sonrió y le guiñó un ojo jovialmente.

-Mañana al alba, saldremos de caza. Comeremos lo que cacemos, así que ya podemos hacerlo bien. Hablaremos de futuro junto al fuego, como camaradas. ¿Os gustaría eso futuro yerno? Ser Jonos. Un placer teneros aquí, creo que es posible que nos hayamos visto con anterioridad. ¿Sí? ¿Qué tal el viaje? ¿No habréis encontrado problemas en los caminos verdad?

Sois muy amable Lord Jason, os seguiremos – dijo Lady Jeyne volviendo a su carruaje. La dama se cansaba en viajes largos y aprovechó ese impass hasta llegar a la Roca para cerrar los ojos. Ya no era una niña.

Si mi señor, me encantara salir a cazar junto a vos, tengo que seguir haciendo méritos para ser armado caballero – dijo el joven Kermit, dejando caer sutilmente que aún no se había ganado las espuelas, era joven y no había caballeros con su edad, pero ya las ansiaba.

Jonos sonrió – nos conocimos cuando el padre del muchacho desposó a su madre. Lord Grover organizó un torneo en su honor y acudisteis ambos junto a un buen número de caballeros de Occidente si no me equivoco. Gané la melé pero no se si vos o uno de vuestros parientes ser Adrian me desmontó en las justas. ¡Me estuvo doliendo el culo toda la noche y apenas pude cenar en el banquete! – dijo ser Jonos, esperando que aquella vieja historia les hiciera gracia a los hombres. Historias de torneos y cacerías, nada mejor para amenizar un viaje. No hubo tiempo para más historias, Roca Casterly y su enorme entrada apareció ante ellos, imponente y enorme como ella sola. No había palabras para describirla.

-Queridos invitados, decirme si os aburro, pero asumo que no habéis estado en mi hogar con anterioridad así que sed indulgentes conmigo si me explayo en demasía. Procuraré no vanagloriarme, pero a la vez… quien no se enorgullezca del legado de sus antepasados, no podrá dejar ningún legado digno a sus descendientes. Eso es lo que creo.

Veréis, hablaré un poco de la historia de La Roca, los Casterly de la antigüedad construyeron un fuerte en el pico de la montaña, y a partir de las defensas naturales que había en un principio, se han ido ampliando con la construcción de murallas, puertas, y torres de vigilancia. La base de la Roca contiene grandes cavernas talladas en el mar. La piedra ha sido minada durante miles de años, por lo que hay cientos de pozos de minas en las profundidades de Roca Casterly.

El castillo tiene casi dos leguas de longitud de oeste a este, y contiene túneles, mazmorras, almacenes, cuarteles, salones, establos, escaleras, patios, balcones y jardines. En las entrañas de la Roca hay habitaciones donde se guardaban antiguos leones enjaulados, y celdas para los peores prisioneros. Dentro del castillo tenemos nuestro propio septo, por si quisierais visitarlo, usualmente es donde los Lannister son armador caballeros, cuando se lo ganan. Bajo el castillo puede escucharse el sonido del mar tan fuerte como un trueno y hay celdas tan ajustadas como armaduras.

La Galería Dorada contiene tesoros de mis predecesores, incluyendo adornos dorados y paredes. El Salón de los Héroes es donde enterrábamos a los míos y también a nuestros parientes más cercanos que murieron valientemente en combate. Sus viejas armaduras se exhiben también en el pasillo que lleva al salón. Luego está el Jardín de Piedra, que es un pequeño Bosque de Dioses con un Arciano torcido y muy antiguo.

El antiguo salón del trono de los Reyes de la Roca está preparado para recibiros, mi esposa e hijas están allí. También mi pequeño Loreon, disculpadle si os ataca con su pequeña espada de madera, no debí darle permiso a Ser Adrian para que se la regalara, aún solo tiene 3 días del nombre y ya va por ahí pinchando y cortando como si creyera ser un héroe del leyenda. Pero… no puedo censurarlo, es mi hijo querido y heredero. Me enorgullece, como mis hijas, mis leoncillas de cabellos dorados y ojos azules. Tenéis por delante una dura elección joven Kermit. Tyshara o Cerelle.

Todos atendieron en silencio, expectantes y mostrando interés, sobretodo Kermit. La Roca me había impresionado y milenaria historia más aún. Conforme iban hablando deseó poder visitar todos los rincones de aquella fortaleza antes de volver al Tridente. En su hogar solo Harrenhall se le podía comparar en tamaño pero no en grandeza pues era una mole de piedra derretida y escombro.

Sonrió al escuchar hablar de su heredero, tenía la edad de sus hermanos menores y eran iguales, suponía que como todos los niños a esa edad. - Jugaré con vuestro hijo encantado milord, mis hermanos pequeños tienen su edad y siempre es gratificante pasar tiempo con ellos - dijo Kermit para tranquilizar a su anfitrión antes de que fuese él el que empezase a sudar por los nervios.

-Lord Jason… No quiero ofenderos pero, me gustaría conocer a vuestras hijas antes de daros una respuesta - dijo viendo el gesto de aprobación de su madre. Ya le había inculcado bien esa lección en el viaje - Quisiera conocerlas, quizás tenga mayor afinidad con alguna de ellas o quizás alguna de vuestras hijas no me desee como su esposo y no quisiera hacerla desgraciada. Mis padres dicen que debería intentar al menos ser afín a mi esposa para poder hacerla feliz - respondió tenso como la cuerda de un laúd.

-Claro, claro. ¡Pero eso solo os lo hará más difícil! Son hermosas, listas como su madre y harían sonreír a al más triste de los hombres en su peor día.

-No lo dudo Lord Lannister, estoy deseando conocer a vuestra familia - dijo Kermit mirando como su madre se adelantaba poniéndose a su lado.

-Mi señor, mi hijo es un muchacho precavido y cauteloso, como su padre. Estoy segura de que aunque difícil, será la mejor decisión para todos - dijo sonriente y diplomática como buena dama de los ríos. - ¿Mañana mientras vais con mi hijo a cazar podría ir a Lannisport? Me gustaría ver la ciudad.

-Lannisport tiene las puertas abiertas para vos y me atrevo a suponer que mi esposa querrá acompañaros con mis hijas. Solo decid que queréis ver o comprar y ella sabrá guiaros. Bueno, Kermit, aquí tenéis a mis hijas, Tyshara mi primogénita y Cerelle la segunda.

Jeyne respondió complacida, contenta por poder disfrutar de un día de compras en una gran ciudad. Kermit por su parte estaba a un asunto muy distinto. Conoció a las damas de la Roca y se presentó a ellas con todos sus buenos modales y aunque quizás su precipitación fuese un error habría quienes dirían que era audacia pues seguía un palpito que había tenido al verla.

-Mi Lord, vuestras hijas son el mayor tesoro de la Roca, no tengo duda alguna, será para mí el mayor de los honores casarme con Lady Tyshara y unir nuestras familias - dijo al final el joven, tratando de parecer adulto y señorial.

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Capítulo 2: La cacería

Kermit se levantó temprano, cuando los primeros rayos de sol apenas empezaban a despuntar por el horizonte. Se asomó a la balaustrada del balcón que tenían sus dependencias y aspiró el suave aroma del océano. Las vistas eran impresionantes allí arriba, en una habitación que había sido excavada en el peñón y donde él estaba siendo acogido por los Lannister.

Salió poco después preparado con su atuendo de caza, ropa de diario de una tela recia y tonos pardos. Solo una trucha en su pechera lo identificaba como Kermit Tully. Le indicaron donde podía comer algo y se dirigió hacia allí con paso rápido. Le encantaba cazar con su arco, que ya llevaba a su espalda con un carcaj vacío. En un pequeño salón se había dispuesto un desayuno para los invitados del león y aunque Kermit estuvo tentado por las viandas que se le ofrecían solo bebió un sorbo y salió corriendo con un trozo de pan y un poco de tocino frito. Quería ver una cosa antes de salir a cazar.

Preguntó un par de veces pues el tamaño de Roca Casterly era inmenso y su interior igual a un laberinto pero al final llegó al pasillo que daba al Salón de los Héroes. Kermit Tully disfrutó del momento observando las armaduras sobre sus pedestales de piedra con el nombre de su dueño grabado. Había algunas sumamente antiguas y conocía algunos nombres. Mientras paseaba entre ellas una silueta que se le hacía familiar apareció entre dos armaduras, sentada en un pequeño banco de piedra. Reconoció a su futura esposa, escondida en aquel rincón bordando e interrumpió su tarea. La joven, quizás curiosa por conocer a su futuro esposo o quizás por educación sonrió ante la intromisión y empezó a charlar con el muchacho. No tardó en ponerse en pié y ofrecer una visita guiada al del Tridente por las armaduras que sí conocía. Ambos coincidían en apreciar las historias de héroes y leyendas. Quizás las lecciones de historia del maestre Corwen no fuesen del agrado de Kermit, pero hombre, contada por aquella joven y preciosa dama, Kermit habría atendido incluso al relato del apareamiento de las ranas en el Ojo de dioses.

Sonaron tras un rato los cuernos que anunciaban que la partida de caza saldría enseguida y Kermit se sobresaltó, saliendo de su ensoñación. - Perdonadme mi señora pero he de irme, salgo a cazar con vuestro padre - explicó el joven con su mejor sonrisa. Hizo una reverencia para despedirse y cuando se dió la vuelta se dió cuenta de un detalle, no conocía el camino de regreso y Tyshara Lannister lo sabía.

¿Os guío futuro esposo? Parecéis perdido - dijo divertida la muchacha con una sonrisilla pícara dibujada en la cara.

¿Y disfrutar de vos más rato? Como negarme- respondió el Tully haciendo gala al fin de su desparpajo, rasgo que según sabía le venía de su madre.

Ambos jóvenes caminaron por la fortaleza juntos, a paso rápido, mientras terminaban la conversación que habían dejado a medias. En ese rato Kermit tuvo algo claro, si había tenido dudas sobre su elección, se disiparon todas en ese rato.

La dama se paró frente a la entrada de las caballerizas. - Deberíais traerme una buena piel futuro esposo, si sois tan buen cazador como decís seguro que no os cuesta cazarme una buena pieza. Y disfrutad con mi padre - dijo antes de despedirse del joven muchacho y desandar el camino ya andado.

Kermit se quedó mirándola un instante y después entró en las caballerizas donde ya estaban todos terminando de prepararse. - Disculpad mi tardanza, me he perdido viendo la Roca - explicó mientras se acercaba.

-Kermit, Ser Jonos. Buenos días, espero hayáis descansado bien. He ordenado coger mi tienda de caza y un par más para todo el grupo. No seremos demasiados, mi maestro perrero el viejo Hugor “Colmillo feliz” con una docena de mis mejores sabuesos, Ser Adrian Tarbeck, mi sombra, mi escudo, mi guía cuando el vino se apodera de mis sentidos en alguna muy rara ocasión y varios de los caballeros de mi casa. Buenos hombres para cazar, pelear y para reír. Seguro que sobre todo vos, Ser Jonos sabréis a la clase de hombres a los que me refiero, esos que no te dejan atrás cuando hay peligro, esa clase de amigos que siempre están a tu lado o delante cuando vienen mal dadas.

Salieron de la roca con buen humor, el sol bajo, apenas una línea en el este. Un jinete de capa gris llegó tronando y sin dar siquiera los buenos días, empezó a vocear.

-¡Eñór! ¡Un verraco gordímmo! ¡Con eso jamone podei alimentar un ejército!

Lord Jason, ante la flagrante falta de cortesía de su siervo no pudo más que sonreir y comentar jocosamente.

-Mis nobles invitados, aquí mi mejor guardabosques. No puedo pedirle que pronuncie las eses, ni tampoco que sea educado a estas alturas de su vida. Tiene los dientes más feos que nunca he visto también. Pero no os fieis de las apariencias, es más astuto que un zorro hambriento, más tenaz que un buen sabueso y más duro que una armadura de acero valyrio. Si hay una peiza digna de colgar su cabeza en mi castillo, él la encuentra, si hay un cazador furtivo rondando mis dominios… bueno, no suele durar mucho. ¿Verdad querido amigo?

-¡Ai e, eñor! Malo diente. ¡Ajá! Peor aliento, pero buena mano y y ojo. Al meno el bueno, el otro a vece engaña. ¿Vamo a por el bicho o esperamo a que muera de viejo?

Lord Jason se rio a carcajadas ahora.

-¿Habeis visto Kermit? ¿Como me habla el mendrugo este? ¡Menuda desfachatez! ¿Sabéis porque no me lo tomo a mal? Cuando seáis señor puede que os haga falta saberlo. Hay que valorar a cada hombre mas por lo que vale de verdad que por su imagen. Veréis magníficos caballeros por su aspecto, que se arredran ante el peligro a pesar de su entrenamiento y pertrechos. Y también veréis humildes labriegos, reclutados con prisa para defender sus hogares, del ataque de los piratas del hierro por ejemplo, pelear como un león arrinconado. Es importante ver lo que hay detrás de lo que vemos joven Kermit. No obstante, cuando mi pie esté suficientemente cerca de su culo, es altamente probable que su culo reciba una caricia ruda y a alta velocidad. Más, que nadie lo confunda con una patada, que solo será una caricia de su señor.

El guardabosques, con mas huecos que dientes en la boca, volteo su caballo y se levanto la sobreveste.

-Eñor, no podei fallar. ¡Tengo el culo bien gordo!

Kermit saludó a los presentes mientras cargaba hasta los topes su carcaj con flechas, apurado porque no tuvieran que esperarle. Ser Jonos por su parte hacia rato que estaba listo. Era un hombre mucho más serio y marcial que la mayoría pero apreciaba la compañía de camaradas de armas, soldados y no caballeros. - Con semejante compañía seguro que nos cobramos buenas piezas, y mejor, porque tengo hambre - respondió soltando una carcajada y palmeándose la tripa. Este era el ambiente de Jonos, en el que se sentía cómodo y feliz.

La partida salió de la Roca y no tardaron en encontrarse con aquel hombre tan “peculiar” que servía a Lord Jason. Kermit se sorprendió del trato tan cercano del guardabosque y de cómo al señor de la Roca parecía no molestarle. No era habitual que hombres de su posición aceptasen ese trato. Si padre sin ir más lejos, no despreciaba a los siervos ni los trataba mal pero ninguno le hubiese tratado así. Quizás fuese por su forma de ser y de tratar con todo el mundo o quizás por otra cosa, no lo sabía, pero en ese viaje el señor de Occidente le estaba sorprendiendo. Jonos por su parte aceptó ir junto al guardabosques - os sigo buen hombre, la bestia vieja tiene la carne más dura, habremos de darle caza mientras siga tierno - le dijo mientras se acercaba, dejando a Kermit y a su futuro suegro algo de distancia.

El joven sin embargo se quedó pensando en las palabras del león - creo que tenéis razón. Mi padre suele decir que prefiere un soldado curtido que un caballero de brillante armadura guardándole las espaldas. Sin embargo jamás uno de sus guardabosques le ha hablado así. ¿No teméis que os pierdan el respeto? - preguntó curioso. Si uno de esos hombres acababa por creerse con la potestad de discutir a su señor… Podía complicarse.

Iba a esperar una respuesta cuando el guardabosque indicó un sendero apenas visible, guiando por allí a los hombres. La persecución empezaba.

-Es buena pregunta. Una saludable y lógica preocupación. Pero hay que saber ser señor en todas partes, ser agradecido y ser generoso, tanto como exigente, autoritario y bravucón. Un señor tiene una cara con su padre y otra con su hijo. Una con sus amigos y otra con su esposa. Una en el campo de batalla y otra en el lecho cuando enferma.

No me preocupa que mi guardabosques, que ha sangrado por mí, que ha demostrado que su lealtad va más allá de su boca, tiene mi connivencia para ser ordinario conmigo, soez, desobediente incluso. Es más, incluso llevarme la contraria en ciertos temas. Pequeño hombre sería yo si me preocupara por unas pocas palabras.

No joven Kermit, no me tomo a mal su lengua descarada, ni me preocupa el qué dirán. Más bien me preocupo por aquel que delante de mi guardabosque, inflija la ley de la que soy garante, me preocuparé por aquel que me ninguneo o insulte ante mi guardabosque.

Ese hombre que ves ahí, salvo a mi padre de un gato montés que salto sobre él cuando íbamos de caza. Mientras que los caballeros de su escolta sacaban sus espadas y gritaban. El hombre ese, se abalanzó sobre la fiera con sus manos desnudas, la arrancó de encima dw mi padre y se enzarzó con ella en una pelea que terminó con el cuchillo de montero que ves asomar de su cinto clavado en la garganta del animal.

Pero sus servicios no acaban ahí, pues siendo yo joven, un jabalí destripo a mi caballo, perdi mi lanza al caer de espaldas. La bestia me embistió en las costillas, fracturándome 7 u 8. Perdí el conocimiento por el dolor. Pero llegué a ver a ese hombre que se burla de mi, saltar sobre el jabalí y cabalgarlo mientras lo apuñalaba y berreraba…

-¡Ay cerdo cabron, que me has matao al eñor! ¡Voy a rajarte y a comerme tu hígado mientras aún sigas con vida!

Dos generaciones de señores de la roca salvadas por el mismo hombre. ¿No dejarías a alguien así que se divirtiera un poco a tu costa? Cómo cuidarías la lealtad de aquellos que te son más leales sin darles libertades y privilegios que solo concederías a alguien muy cercano?

Ese hombre moriría por mi, le permito tomar el pelo en privado, entre amigos. Jamás se atrevería a hablarme así en la roca, sentado en mi sitial señorial. Sabe que ahí soy su SEÑOR y aquí, su señor. Imagino que entiendes la diferencia.

El joven asintió mientras el occidental hablaba, veía al guardabosques, tan simplón y bruto que no había reparado en la inmensa lealtad que desprendia hacia el Lannister. Supuso que aquel hombre era como Sam el águila y los demás para su padre. Gente de plena confianza, hombres que sabias que guardarían tu espalda ante cualquiera, le había engañado las maneras y las formas del montaraz y se sintió algo avergonzado.

Tenéis razón Lord Jason, tenéis toda la razón - dijo mientras observaba a los hombres que iban delante. Los perros cada vez se inquietaban más y algún caballo empezaba a relinchar. - Me han engañado sus formas pero es verdad, la lealtad debe agradecerse, venga de quien venga, rey o mendigo.

Hay osos en estos montes? Nunca he visto ninguno - le dijo al ver en la lejanía, en la base de un desfiladero que les cortaba el paso unas leguas más adelante una enorme caverna en su base. En los ríos no había tales bestias y Kermit siempre había querido cazar uno.

-I que hay, joven eñor, i que hay. No lo olemo cazar, aunque a vece, cuando la hembra tienen cria, dan algún uto y tenemo que arregarle cuenta. Hace tiempo que no hay que matar ninguno por uerte. ¿Abe como se mata un oo eñor? Hay que enfurecerlo, hacerlo atacar, normalmente e ponen a do pata, como un hombre grandimo, entoce atacan. Ahí es cuando hay que poner la lanza bien apoyada en el suelo, inclinarla y dejar que el oo se mate contra ella.

A veces, el oo muere, otra muere el lancero, otra mueren lo do, otra el oo hace que el lancero e cague encima. Una vez me paso. Era enorme. El oo, no la cagada. Aunque también.

El guardabosques se reía de sus propias ocurrencias, hasta que Lord Jason clavo si mirada y le indico que ya era suficiente con una muñeca de disgusto.

Compungido el hombre, se disculpo y se puso firme en su silla de montar.

-Mil perdone, joven eñor. A vece me olvido donde estoy y el alvaje que hay en mi, e me apodera.

Kermit escuchó al guardabosques y su explicación. Había palabras que le costaba entender pues el acento del hombre era extremadamente cerrado. Por un instante se imaginó ahí plantado, frente a una poderosa bestia de más de dos metros y medio y fuerte como una docena de hombres. Cuchillas por uñas y colmillos que arrancarían un brazo de hombre sin problema. Y frente a esa mole, él, con una lanza y algo de suerte en un buen día, en uno malo, su último día.

No tenéis de qué preocuparos, no es molestia. Quizás algún día necesite cazar un oso- respondió con cortesía al hombre antes de que esté volviese al frente de la partida.

-¿Vos habéis participado en alguna cacería de osos Lord Jason?- preguntó Kermit mientras pensaba cuánto quedaría para acercarse al animal. Hacía tiempo que no cazaba y esperaba que el día se les diera bien. En las tierras de los Piper cazaba a menudo y no se le daba mal pero… no estaba en su casa.

-He visto matar osos, si. Como dice mi guardabosques, es muy peligroso. Las flechas no son demasiado eficaces, tienen carne y pellejo muy duros. Los jabalíes también, pero es más fácil abatir un jabalí a flechazos que un oso. Encontrar un punto vital con certeza y fuerza… ni todos los arcos ni todos los arqueros pueden. Por mi parte confío en no tener que enfrentarme hoy a un oso.
Aunque, aquí tengo mi lanza de caza por si acaso. Sería fantástico dar con el jabalí, hacerlo correr y alancearlo desde el caballo, un golpe preciso y contundente que lo deje en el sitio.

Quieran los siete que hoy tengamos un buen día de caza, sin contratiempos. Y si somos afortunados, le llevaremos una gran piel de jabalí a mi hija. No se que podría querer hacer con ella, pero seguramente si le cazas un jabalí, acabarás teniendo botas, cinturón y una coraza de cuero ligera con grabados. Una vez me hizo ese regalo. De hecho, fíjate, aquí la tengo, protegiéndome las asaduras.

En la tierra de los ríos algunos hombres cazan jabalíes con ballestas. Tendríais que ver conque fuerza impactan esos virotes milord. Se clavan más de un palmo en la carne de los animales, e incluso atraviesan algunas armaduras – comentó Kermit pensando en aquella vez que habían acudido junto a él dos ballesteros a cazar jabalíes. – Lo malo es que hay que tener muy buena puntería, y a caballo es prácticamente imposible acertar a nada. Además de que ya no podríais recargar, pero a pie, por el padre que creo que esos hombres hubieran tumbado un oso – dijo recordando. Quizás se equivocase o tuviese el recuerdo alterado por el tiempo, pero algún aprendería a cazar con ballesta.

El joven se sonrojó al escuchar la mención de su futura esposa. No había dicho nada aún sobre su encuentro a primera hora, pero ahora entendía por qué le había pedido la piel de un buen ejemplar. – Antes la vi, a vuestra hija me refiero, me pidió que volviese con una buena presa para usar la piel. Supongo que acabáis de desvelar el misterio de para qué la quería Lord Jason, aunque puedo hacerme el despistado – así ya de paso el señor de la Roca se enteraba por él y no por la servidumbre que había estado con su hija. Que luego las historias siempre se acababan engrandeciendo y un simple encuentro fortuito acababa en alguna locura por culpa de la imaginación de algún cocinero chismoso.

Ser Jonos volvió desde la vanguardia de la columna, sus ojos brillaban y su semblante, aunque serio como siempre, intuía felicidad. – Dice vuestro guardabosque que el verraco suele andar por esta zona. Hemos convenido separarnos. Unos cuantos subiremos en silencio hasta esa loma de ahí. Una vez arriba soltaremos a los perros y bajaremos haciendo mucho ruido. Si la bestia está bajará por esta pendiente hacía esta zona donde el resto esperará para acertarle. ¿Qué papel prefieren ocupar en el envite mis señores? – preguntó ser Jonos. Kermit lo miró sabiendo que iba a escoger quedarse cerca suyo. Era su sobrino y por lo que había oído el jabalí era una mala bestia de cuidado. No podía volver con el hijo de ser Elmo hecho jirones, asique su lanza estaría cerca.

Lord Jason se debatía entre los arbustos, el ataque del jabalí lo había pillado desprevenido. La bestia había surgido de entre la maleza, con los perros ladrando muy por detrás, no se se esperaba que apareciera tan pronto. No estaba preparado. El caballo se había asustado, se había encabritado y lo había tirado. La fortuna le había sonreído, muchos bravos caballeros había quedado en el sitio al chocar con una piedra o quebrarse la columna en la caída, el solo tenía magulladuras y arañazos. Casi no podía moverse de lo envuelto en zarzas que estaba.

Su lanza estaba lejos, la había soltado al caer, seguro. Trató de sacar el cuchillo, para liberarse, porque para el jabalí no tendría muchas oportunidades si no se daba prisa en liberarse. Sentía la bestia cerca, escuchaba sus patas contra el suelo, su respiración y también podía olerla, olía a sangre y a muerte. ¿La de quien? Estaba por aclarar.

Oyó un caballo piafar a su espalda y una voz que identificó como la de su joven yerno. Sintió movimiento entre los arbustos, una breve brisa de aire, casi imperceptible. Y de pronto vio al jabalí emerger ante sus pies como un lobo sobre su presa, se cernía sobre él. Más… una flecha con plumas de pato azulón cimbreaba alojada en su ojo derecho. La bestia seguía en movimiento, pero no corría ya, caía, a sus pies. Muerta por la mano del prometido de su hija.

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