De cuervos y ruiseñores

Lord%20Bruce%20Caron6 Ser%20Argerys%20Durrandon

We’re not the living.
We’re the dying,
Looking sicker everyday,
After the second decade.
Rotting on the vine is not glamorous,
But it will be contagious.
I’ll spoil the home
If I’ve got to go
Back to the bone.

Fortaleza de Canto Nocturno

Lord Bruce Caron observó meditativo como el maestre Usher retiraba la última venda del rostro de su padre. El hombre pelirrojo realizó un corte preciso y superficial con el escalpelo, apenas lo suficiente para abrir la pústula y dejar salir el pestilente pus, que se apresuró a limpiar con un paño húmedo. Había obtenido el último eslabón de la cadena de maestre a una edad temprana, lo que hablaba muy bien de su talento, y tenía el pulso firme, lo que sin duda suponía una enorme ventaja con respecto a su predecesor en el puesto, que el Padre tuviera en su Gloria.

Ser Bannon Morrigen debía someterse casi a diario a este ritual, el maestre abría las heridas infectadas, aplicaba ungüento y cambiaba las vendas, todo para evitar que la infección se agravase. Además una vez por semana aplicaba sanguijuelas con la esperanza de que absorbieran los humores malignos de la sangre, hasta la fecha con limitado éxito. Era un procedimiento tedioso y molesto al que el viejo Morrigen se había acabado resignando.

- Y bien? qué pensáis padre?,

Lord Bruce esperó a que su padre levantara la mirada de la misiva que acababa de entregarle para interpelarlo, si bien tenía la certeza de que el viejo la había leído antes de que le fuera entregada a él, no en vano permanecía recluido en la Torre de los Cuervos. Ser Bannon le devolvió la pregunta con una mirada taimada en sus ojos, demasiado juntos, casi porcinos.

- Y qué pensáis vos, hijo?,

El señor de Canto Nocturno suspiró profundamente antes de hablar nuevamente:

- Pienso que somos vasallos del Argillac Durrandon, Rey de La Tormenta, y que nos debemos a nuestro juramento. Lo demás son apenas palabras, poco importa si el tal Aegon es un loco o el hombre predestinado a pacificar Poniente…

- Pacificar Poniente…, Ser Bannon soltó un graznido que pretendía ser una carcajada, hijo mío, preparaos porque el Caos recién acaba de comenzar…

Berenice%20Caron3

Back to the days of Avalon
Where magic ruled as king
The moon beneath the castle walls
As the nightingale sings

And so we sat, hand in hand and watched the fireflies
And never spoke a single word
But lived to do or die
We lived to do or die

Fortaleza de Canto Nocturno

Adara Penrose estaba decidida a encontrar un marido para su hija, ahora que la amenaza de una nueva guerra extendía su sombra alargada y tenebrosa sobre La Tormenta, las cabezas de cada casa se apresuraban a dejar atada y bien atada su línea sucesoria para hacer perdurar su linaje.

Lady Penrose había enviado y recibido cuervos por los últimos meses en una actividad febril, todo con el objetivo de hallar al pretendiente más apropiado, bien sabía ella que su hija Berenice era testaruda y desobediente, poco dada a aceptar consejos y mucho menos a que se le impusieran las cosas, por lo que había decidido involucrarla en la decisión, aunque claro está que dirigiendo la misma hacia el pretendiente que ella misma había ya escogido.

- Mira, hija, mira que hermoso retrato nos ha enviado Lord Grandison, Adara Penrose exhibía sonriente un pergamino en el que el habilidoso artista había intentado dulcificar la dura realidad con un toque mentira piadosa, Jofrey Grandison, quién a sus treinta y cinco años había sobrevivido a la viruela que se llevó a su mujer, se veía con un cutis perfecto. La nariz, que el pintor había estilizado según la moda lysenia, no ocultaba la debilidad del mentón ni la dureza de una mirada que a Berenice le pareció perturbadora.

- No, madre, negó con firmeza, os he dicho una y mil veces que no quiero casarme con un completo desconocido y menos si tiene esa cara de cenutrio.

Adara suspiró pidiendo a la Madre que le diera paciencia.

- Pero que desconocido ni que ocho cuartos, niña… Lord Grandison es uno de los más reconocidos caballeros de La Tormenta, el propio Rey Argillac lo tiene en gran estima, un matrimonio con él os daría un lugar en la corte de Bastión de las Tormentas y conoceríais refinamientos venidos de Essos con los que nunca habéis ni soñado: sedas de Tyr, perfumes lysenios, esencias de Yu Ti,…

Berenice permaneció en silencio mientras su madre viajaba a sus propios recuerdos de infancia, con la mano apoyada en la cabeza y el ceño fruncido en un gesto que a Lady Adara le recordó demasiado a su padre. Cambió de tercio.

- Y el otro joven con él que te escribías, Sebastion Cafferen?, incluso llegaste a enviarle un mechón de tu pelo.

La joven Caron puso los ojos en blanco.

- Por la Doncella, madre, eso fue cuando tenía cuánto? trece años?

- Pero hija, el chico es tan amoroso, se ve que le encantan los animales…

- Oh sí, respondió con sorna, me ha resultado apasionante conocer toooodos los detalles de la caza de la codorniz salvaje, y también acerca de sus perros Bobby, Rose, Baboso, Linda y Colmillo, el carácter y los gustos de cada uno de ellos es una información que voy a atesorar toda mi vida. Madre, es muy probable que sea el perrero quien le escriba las cartas, no lo habéis pensado?

Lady Penrose se esforzó para no sonreír ante la ocurrencia de su hija y se lanzó de nuevo a la carga. Había dejado la mejor baza para el final.

- Bueno, y que me decís de Gerold Buckler, no me podéis negar que es un joven apuesto, aunque acaba de cumplir los dieciocho ya ha sido ordenado caballero y tiene a todas las chicas casaderas de La Tormenta suspirando por una mirada suya, afortunadamente conozco bien a Lord Buckler y aunque no ha sido sencillo, hemos llegado a un acuerdo de dote que tu padre estaría dispuesto a aceptar…

- Madre por favor escuchadme, tengo apenas quince años, y no conozco más que estas tierras, antes de casarme deseo viajar y conocer Poniente y sus gentes, si me caso ahora pronto estaré engendrando y criando prole, madre, por favor os pido, dejadme unos años para cumplir mis anhelos…

Pero Lady Penrose ya no escuchaba, se había puesto primero pálida como un fantasma para pasar después al rojo Lannister, tal era su indignación. A eso habían conducido la libertad y la falta de normas, ah pero Bruce la iba a oír, ya estaba bien de malcriar y consentir a esta niña, ahora iba a hacer lo que su madre dijera. Las criadas escucharon los gritos durante un buen tiempo, después Adara Penrose salió cerrando con llave, con el rostro todavía enrojecido, y solo se escucharon los sollozos de la joven hasta que se quedó dormida.