De Hightower a Hightower (ROL)

Baelor había pasado unos días bastante ajetreado, era al final, el hombre que mejor conocía esos barcos, esos hombres, esos capitanes. Sin él allí, probablemente todo hubiese acabado siendo un completo caos. Pero daba igual, por fin tenía tiempo y quería conocer mejor a su tio abuelo, el mejor caballero de su generación y una leyenda viva.

Salió a cubierta buscándolo, notando como el fuerte viento del suroeste, que les impulsaba desde la mañana le revolvía el pelo y hacía que empezase a tener algo de fresco. El mar era engañoso, parecía que hubiese siempre un clima estupendo gracias al sol pero era una burda mentira, solía ser más frío de lo que la mayoría suponía. Observo al gran caballero en la proa, mirando hacía el horizonte y fue a su encuentro sorteando cabos y útiles para la navegación mientras las tablas de cubierta crujían o marcaban claramente cada paso con su característico sonido.

Aún no se que hice mal en Harrenhall para que me derribases - dijo para romper el hielo cuando quedó justo a su lado. Llevaba colgado al hombro una bota de vino y le ofreció al capa blanca - ¿crees que esto saldrá bien? - porque él tenía serias dudas. Sabía que debía, sino hacerlo, al menos intentarlo, pero no podía dejar de creer que aquello no iba a salir bien.

No hicistéis nada mal, sobrino— el Toro Blanco echó un trago de la bota y se la devolvió a Ser Baelor —pero yo lo hice mejor. Son muchos años, mucha experiencia, y en un torneo la edad pesa poco.— golpeó amistosamente el hombre del caballero y continuó hablando —No lo sé, es arriesgado, las últimas noticias que nos llegaron hablaban de que Poniente se estaba levantando en armas, si los dornienses fortifican los pasos no debería haber problemas, mas si se reúnen en Lanza del Sol … No habrá nada más que hacer que volver sin nuestra presa. Estamos a los designios de los Siete, al menos sonríe, el sol brilla, el aire es puro, y los Greyjoy amenazan los Ríos y Occidente, pero no tu hogar.

Ser Baelor era un caballero experimentado pero al lado del Toro Blanco cualquiera se sentía como un joven escudero imberbe que acabase de entrar al servicio de un caballero ungido. Al menos así se sentía el heredero de Antigua y no pudo sino asentir ante las palabras del Lord Comandante.

-Si se reunen en Lanza del Sol solo espero que no lleguen ni a vernos – dijo el caballero sabedor de que si era así, si veían la flota de Antigua, acabaría por atraer la guerra a su tierra, cosa que esperaba evitar. - ¿Qué sucederá con la princesa Ellia y el príncipe Oberyn? Quiero decir, no creeras que Aerys se atrevería a quemarlos, ¿no? – preguntó recordando a la princesa y el tiempo en que había sido pretendiente suyo. Oberyn no le hacía sentir la más mínima pena pero si que podía comprender en cierto modo que la princesa hubiese querido alejarse.