Reunión con Boros (Aegon Targaryen) en una cantina de Lys
Ser Rolly había seguido las indicaciones de Jon, aguardando a la dama dorniense bajo uno de los pórticos del palacio. Lo cubría una capa parda para que nadie viera su uniforme de la compañía y cuando vio acercarse a la mujer seguida de su escolta salió de su escondite. Les hizo un gesto para que lo siguiesen y comenzó a andar escuchando los pasos a su espalda. Salieron del palacio donde se hospedaban los dornienses y bajaron por una calle empedrada. La misma por la que habían subido al llegar a la ciudad. Los transeúntes nocturnos se cubrían con sus capas y abrigos ante el frío aire que venía de la costa y eso hacía que el caballero y los que lo seguían pasasen desapercibidos.
Después de unos pocos minutos de marcha y sin desviarse de la avenida por los callejones colindantes llegaron hasta una posada. Esta era totalmente de piedra, con hermosas vidrieras en sus ventanas y un cartel de madera colgando de dos cadenas sobre la gruesa puerta de madera. El caballero abrió la puerta para que los invitados de Lord Jon pasasen – en la planta superior, la segunda puerta a la derecha – indicó cuando estos estuvieron bajo el pórtico, a su lado dejando que de paso observasen el interior.
La taberna tenía una larga barra a la izquierda, con un cantinero regordete y con cara afable que limpiaba jarras en una tinaja y las iba secando con un trapo. En las mesas, situadas a la derecha, una veintena de hombres de la compañía, por el aspecto todos ellos caballeros de Poniente, daban cortos sorbos a sus jarras mientras hablaban en voz baja. Ninguno de ellos mostraba síntomas de ebriedad y ninguno se giró para ver a la mujer y a su escolta, ignorándolos por completo pues ya sabían de su llegada y lo que allí iba a acontecer.
Jon Connington aguardaba en lo alto de las escaleras, desarmado y vestido con una túnica para dejar claro que no llevaba armas o armadura. No quería asustar a la princesa ni tensar la situación más de lo que estaba seguro que ya debía estarlo para los dornienses. Los esperó hasta que empezaron a subir las escaleras y empezó a andar hacía la sala que habían preparado. No era demasiado amplia pero había una ventana que daba al patio trasero de la posada y una pequeña chimenea calentaba el ambiente con unos pocos leños que eran azuzados con un atizador por un muchacho de pelo azulado y ojos claros. En el centro una mesa con una jarra de agua y varios vasos y allí se apoyó Jon con una de sus manos.
Disculpad el secretismo princesa Arianne – dijo al entrar la dama en la habitación, indicando al caballero que la seguía que cerrase la puerta. Dudaba que nadie fuese a escuchar nada pues sus hombres vigilaban el edificio, pero era cauteloso. – Gracias ser – dijo mirando al caballero que custodiaba a la dama y que a su parecer estaba tan tenso que el más mínimo movimiento brusco lo haría desenvainar. – Lo que os voy a contar lo hago ahora porque considero que los Siete así lo han querido pues han cruzado nuestros caminos en el momento propicio. Aquí en Essos me conocen como Griff, y el muchacho que me acompaña es conocido como mi hijo, Griff el joven – dijo haciendo una pausa para mirar al muchacho y hacerle un gesto para que se acercara. Este dejo el atizador y claramente nervioso se acercó con paso lento a la mesa. El mayor de los Griff respiro hondo, preparándose para revelar el gran secreto que ocultaba – pero mi autentico nombre es Jon, Jon Connington. Era un fiel amigo de vuestro tío Rhaegar y vuestra tía, Elia y quien me acompaña no es mi hijo, es tu primo princesa, Aegon Targaryen – dijo dando un paso a un lado y poniendo la mano en el hombro del joven que inclinó la cabeza a modo de respetuoso saludo.
Es un placer conoceros princesa Arianne, Jon y yo llevamos mucho tiempo esperando este momento – dijo el joven mirando a la dama, sin atreverse a nada más pues sabía que todo aquello era difícil de creer, el llevaba muerto más de quince años.
Tras la llegada a Lys, la Princesa Arianne y su corte fueron recibidos entre un gran jolgorio de los ciudadanos de aquella gran ciudad que albergaba una gran cantidad de gentes llegados de todos los puntos de Poniente y Essos, un auténtico crisol de culturas que hacía que el corazón de la joven palpitase con fuerza, era emocionante que su padre la hubiese confiado aquella empresa y una gran experiencia de cara a su futuro como señora de Dorne.
Tras el reposo merecido y haber sido alojados en un pequeño palacete en el centro de la ciudad Arianne había sido convocada por un grupo de nobles con los que podido conversar sobre su empresa en aquellas tierras, y entre manjares y miradas cómplices la noche fue cayendo y con ella las ganas de terminar aquel día en sus aposentos para poder descansar su cuerpo tras aquel viaje por mar abierto y poder tener fuerzas para las futuras reuniones con otros nobles y comerciantes de aquella tierra para afianzar la posición de Dorne antes de marchar a Volantis y seguir acercándose al cometido que su padre le había encomendado.
-Acompáñame Aero. - Le dijo al capitán de la guardia de su padre, un curtido y gran soldado de Norvos conocido a uno y otro lado del mar - quiero dar un paseo bajo el cielo de Lys. - la joven no había podido conciliar el sueño en su lecho de plumas y sedas y había abandonado la cama en la que yacía su prima Tyene, amiga y confidente, que ya había caído en las garras de Morfeo. Agarró por el brazo al rudo hombre que aguardaba en el umbral de su puerta que con su gran lanza siguió sin dudar a la joven por las calles de la isla sin replicar la petición de su señora.
El paseo no duró poco más de unos pasos antes de encontrarse con una figura que los aguardaba bajo un pórtico del palacete a las sombras de la noche y bajo una capa que indicaba que no quería ser reconocido y que con un claro gesto quería que éstos se acercaran para seguirlo - Mi señora, no. - le espetó el curtido soldado poniendo una mano en el tórax de Arianne impulsándola hacia atrás.
La incertidumbre, la curiosidad, la juventud, un chispazo, algo hizo que Arianne sonriera a su guardián y apartando con suavidad su brazo y torciendo la comisura de sus labios rechazó su orden - Oh, mi Aero. Gran y precavido soldado. Mi padre me ha mandado a este isla para encontrar respuestas y algo me dice que ese hombre nos las puede mostrar, confiad en mi como yo confío en vos. - y dejándolo a su espalda comenzó a caminar tras aquella figura por la gran calle central que los llevó sin mucho desvió a una gran taberna en la que terminó su marcha y tras una leve instrucción y una sonrisa con un guiñó sus caminos se separaron para continuar con el crujido de las tablas del suelo de aquel lugar en el que comían y bebían decenas de hombres muy característicos, a ojos de Arianne hombres de Poniente pero por sus vestimentas Aero tenía claro que aquello hombres pertenecían a la Compañía Dorada y no pudo más que susurrar a su señora - Si esto es una trampa no podré sacaros de aquí, mi señora. - pero una mirada cómplice de Arianne fue suficiente para seguir caminando hasta el lugar indicado por el guía donde un hombre ducto aguardaba en lo alto de las escaleras y que les terminó llevando a un pequeño y austero cuarto que apenas tenía una ventana que daba a un patio interior con la luz que daba una vieja chimenea que caldeaba la alcoba y que Aero cerró tras su paso por la puerta.
Ahora eran cuatro y Arianne tenía claro que Aero con su gran lanza podría acaba con aquel hombre y el muchacho que se situaba junto a él lo que hacía indicar que su instinto la había llevado al camino correcto, nadie en su sano juicio se pondría al alcance de la alabarda del hombre entrenado por los clérigos barbudos. Y de una manera más relajada pudo escuchar lo que aquel hombre le tenía que decir y que hizo que la Princesa entrara en un estado de tensión y estupor… su corazón latió fuerte, casi saliéndosele del pecho pero su gesto no se torció ni por un segundo, no podía ser cierto lo que aquel hombre contaba, de verdad era Jon Connington el gran amigo de su tío Rhaegar?.. ese chico era su primo? Aegon Targaryen? no podía ser, Aegon había muerto estampado contra una pared, el suelo, o los Siete saben donde pero su cuerpo había desaparecido junto con el de su prima, dado de comer a los perros o arrojado al mar, ella era demasiado joven para recordarlo y las habladurías y el odio de Dorne no hacían que la historia fuese de todo clara.
Se apoyó sobre la mesa con ambas manos acercando su rostro al del chico, las sedas semitransparentes de la Princesa dejaba entrever sus pechos y sus oscuros pezones y un amplio escote asomaba por la parte superior del vestido. Intentaba escudriñar la mirada del chico, de que color eran sus ojos? tenía la mirada de su tía Elia? qué diría su padre o su tío Oberyn si estuvieran en su lugar?. Tragó saliva de de manera casi imperceptible y con una mirada pícara intentó mantener un tono tranquilo y sosegado para interpelar lo que le acababan de desvelar - Me estáis diciendo que vos sois el legendario Ser Jon Connington, Señor de Nido de Grifos, Mano del Rey Aerys y fiel amigo de mi tío Rhaegar Targaryen y vos - dijo clavando sus profundos ojos negros en los del chico a los que la luz no le permitía desvelar el color. - sois mi primo Aegon Targaryen, aquel que baño con sus visceras las pierdas de Desembarco del Rey? o sólo pretendéis engañar a la Princesa Arianne Nymerios Martell? - terminó haciendo énfasis a la pregunta final.
Por su parte Aero agarraba con fuerza su alabarda para usarla ante cualquier movimiento sospechoso.
-Así es princesa, se que la versión oficial es que morí borracho en algún tugurio de Pentos pero no es más que una simple mentira propagada por nuestros amigos para que nadie me buscase - explicó el antiguo señor de Nido del Grifo con una sonrisa algo amarga en el rostro. El hombre de las tormentas había sacrificado casi toda su vida por una antigua amistad y una causa casi perdida.
-Jon cuidó de mi cuando era un bebé y me ha criado y protegido durante todos estos años princesa Arianne. Yo no recuerdo que pasó, pero por lo que me han contado Varys pudo en el último momento dar el cambiazo y salvarme de los lacayos de Tywin Lannister. - Griff interrumpió así la explicación de Jon, mostrándose más seguro e irguiéndose mientras la mirada de su prima lo escrutaba buscando suponía alguna marca característica más allá de sus ojos, que ya de por si eran violáceos. Su pelo teñido ocultaba su cabello rubio y su figura desgarbada decían recordaba a la de Rhaegar en su juventud, pero de los presentes solo Jon lo había conocido
Jon sonrió mientras miraba de reojo a Aegon, cada día parecía más mayor, más adulto. - No vamos a comprometeros más si no queréis princesa. Se que vuestra misión no era esta. Solamente me gustaría que avisarais a Lanza del Sol, que vuestro padre y vuestro tío sepan que Aegon vive y hasta que punto quieren ayudar a hacer justicia - dijo el caballero, haciendo así su oferta
Arianne seguía observando al joven, sus ojos parecían violáceos pero su pelo no era rubio, podría estar teñido y aquel caballero ya curtido por la edad, si ciertamente era Jon Connington tenía fama por los Siete Reinos de ser un caballero honorable y fiel a la Corona, jamás mentiría. La Compañía Dorada seguía a aquel muchacho y no habían acabado con ellos, debía tener cautela, un mal gesto podría determinar su fin pero tampoco había mostrado temor de estar a solas frente a Aero Hotah y su enorme alabarda… la incertidumbre recorría el cuerpo de la princesa y en esos momentos pensó en su padre, en que haría Doran Martell. Se acercó al joven y le acarició el rostro con la suavidad de su piel aceitada - No puedo determinar si sois mi primo, pero voy a confiar en vos… si toda esto es cierto, el momento que se vive en Poniente es vuestro momento. - Lanzó en ese momento su mirada al antiguo Señor del Nido - Mi tío o mi padre serán jueces de este encuentro y de su veracidad, pues vos debéis conocer a Doran y Oberyn Martell y ellos a vos. Comunicaré de este hecho inmediatamente a mi casa, tenéis las puertas de Lanza del Sol abiertas, no habrá preguntas ni juicios y podréis manteros ocultos el tiempo que necesitéis. La guerra se cierne sobre Poniente, mis señores y de esta guerra se dirimirá nuestros destinos. - Se acercó al chico y lo abrazó dejando que se embriagara del dulce aroma de la Princesa y dejando que sus enormes senos se apretaran contra su pecho - Oh, Aegon! si ciertamente eres tu lamento mucho todo lo que has tenido que pasar, pero ya estás con tu familia, Dorne hará que paguen por todo lo que hicieron. Pero si no eres tu… - se separó del chico y mirándole con una sonrisa angelical, capaz de enamorar a cualquiera - Dorne te hará pagar. - y le lanzó un guiño cómplice, tan sexy como aterrador.
Volvió al lado de Aero quien aguardaba alerta por si alguien cruzaba la puerta - Mis señores, ha sido una cita de lo más inusual y satisfactoria pero debo si no requieren nada más de mis servicios debo volver a mis aposentos, el Príncipe de Dorne me ha requerido para un acometido que va más allá de esta ciudad y mañana debo reunirme con varios nobles y comerciantes antes de embarcar a Volantis. - Aguardó a una despedida del chico aunque antes de irse se le ocurrió algo - Ah! tomad, mi joven señor. - dijo acercándose al chico, entregándole un pañuelo de seda con el dulce aroma de la Princesa - una ofrenda personal para que recordéis a la Princesa Nymerios Arianne de Lanza del Sol. -
Jon pensó que aquel primer encuentro estaba siendo fructífero. La dama parecía querer creerles, su recelo y cautela era algo lógico para el tormenteño. - Arianne, puedo asegurarte que ni Jon ni yo mentimos. Llevamos toda mi vida esperando este momento y esperaremos tus indicaciones para el encuentro con Oberyn o tu padre según vuestras condiciones, igual que tú has aceptado ahora las nuestras- dijo Aegon adelantándose a Jon, mirando con fijación a la muchacha que con sus encantos estaba encandilandolo.
No es venganza lo que ansío prima, Robert Baratheon mató a mi padre y lo hizo en justa lid. No odio a los que se rebelaron por hacerlo, quizás los Targaryen debimos ser más críticos con nosotros mismos. Solo quiero justicia para mí madre y mi hermana, fueron asesinadas a sangre fría y quiero que los Lannister paguen por ese crimen - le explicó revelando a quien guardaba rencor.
Aegon permaneció junto a Jon mientras la dama se despedía, dudando dada su nula experiencia con el sexo opuesto sobre como era correcto despedirse de ella pues no quería parecer demasiado frío, pero tampoco sobrepasarse. Por suerte ella se adelantó al pupilo de Jon entregándole una prenda y ruborizandolo al segundo. - No podría olvidaros ni aunque pasara una vida entera princesa Arianne. Espero que pronto podamos vernos de nuevo - le dijo acercandose para hacerle una reverencia a modo de despedida mientras Jon intercambiaba opiniones en silencio a base de miradas con el hombre de la alabarda
Con esto averiguo que Boros es Aegon Targaryen y mi situación con el pasa a ser Aliado