Ser Gerold Dayne y Tyene Arena se encuentran con Daenerys en Astapor y solicitan que vaya con ellos para hablar con la princesa Arianne. Daenerys rechaza cordialmente, aduciendo que tiene negocios que hacer con los Bondadosos Amos, y pide a los dornienses que manden un mensaje a la princesa Arianne: que se reúna conmigo una vez haya tomado Volantis, pues hacia allí voy.
Encuentro entre los dornienses y Daenerys en Astapor
El cielo despejado hacía que cayese sobre los hombros del caballero un sol de justicia. Lo cierto es que los días de Ser Gerold Dayne había sido así desde que tenía uso de razón, el desierto de Dorne había sido duro y había labrado en piedra la moral y la determinación de Estrellaoscura, a su lado con un vestido de sedas liviano caminaba por la cubierta Tyene Arena, a los que les habían encomendado la misión de recuperar a Ser Archibald Yronwood, el gigante que había sido apresado en los disturbios del anterior viaje y del que ya se había pagado el rescate correspondiente.
Aún no había puesto un pie en el puerto cuando un golpe en el hombro del caballero hizo que lanzase la vista de sus ojos violetas hacia el cielo, aquella majestuosa criatura había hecho que el puerto se vaciara ante el miedo que creaba a quién los observaba y lo cierto es que un sentimiento de preocupación y temor recorrió también la espalda del caballero que en cuanto pudo observar a otra de esas hermosas y terroríficas criaturas, esta de color verde, escoltando a un barco que llegaba al puerto. - Vamos Tyene, es ella… - con premura pero con la inseguridad de no saber si volvería a subir a aquel barco el caballero corrió por el puerto hasta el muelle en el que el barco de la Princesa Daenerys Targaryen atracó, para cuando la pasarela se unió al barco ambos esperaban en el extremo donde se unía a la tierra y unos hombres, de piel oscura y pelo negro, untado en aceite, y con aspecto de haber derramado mucha sangre en sus viajes bajaron abriendo paso a la expedición.
Ser Gerold con el arrojo de los años se acerco a aquellos hombres que al ver al caballero echaron mano a sus arakh aunque sus palabras fueron aún más rápidas - Mis señores, soy Ser Gerold Dayne, la dama es Tyene Arena, hija del Principe Oberyn Nymerios Martell, - quizá su nombre también fuese conocido entre aquellos bárbaros. - Venimos enviados por la Princesa Arianne Nymerios Martell para parlamentar con la Princesa Daenerys Targaryen. Os suplicamos audiencia con ella, es de extrema necesidad que conozca de la búsqueda de la Princesa Arianne. - Esperaba haber sido lo suficientemente claro y que aquellos hombres no siguieran con las hostilidades pues sabía que él solo no sería rival suficiente para esos hombres y los que continuaban bajando por la pasarela.
— Khaleesi, jin zasqa mahrazh talk sanekhi akka kisha avvos tiholat eyak. Mori zhorre ast yeri hake, fin tat kisha tat? —inquirió Jhogo ansioso, al tiempo que señalaba a una pareja que se había plantado delante de la pasarela de madera que unía la cubierta a tierra.
— Tikh finne, qoy anni qoy —contestó Dany serenamente. «Los astaporis quieren verme ya y ni siquiera he bajado del barco. Qué impacientes», fue lo primero que pensó. Pero cuando echó un vistazo a los hombres que Jhogo señalaba vio lo equivocaba que estaba. De hecho uno parecía… ¿un caballero? No podía ser, pero vestía de manera similar a Jorah—. Mori hash arrekoon anna land, arrekoon jin andals rhaeshi.
La voz de Ser Jorah apareció de la nada. Ni le había visto llegar.
— Mi reina, tened cuidado. El Usurpador habrá muerto, pero sus perros no, y ellos también os quieren muerta.
— Mi buen ser, admiro vuestra preocupación, pero bien tendré que escucharles. Vienen de nuestro hogar, Jorah —protestó Dany—. ¿Y si son amigos? Viserys decía que la Casa Targaryen aún era añorada en los Siete Reinos.
— Bien sabéis que vuestro hermano en ocasiones veía la realidad de una manera un tanto… particular.
— Estaré alerta —le sonrió Dany, al tiempo que le daba una palmadita en el pecho, intentando dulcificar al hosco caballero—. De verdad.
Ser Jorah asintió de mala gana, pero no dejó de examinar a los recién llegados con desconfianza. Los dothrakis se apartaron a un lado para dejar que Daenerys y los visitantes quedasen cara a cara.
— Buenos días, amables desconocidos. Soy Daenerys Targaryen —se presentó la joven educadamente—. ¿Qué os ha traído hasta mí?
Dany no pudo ocultar su sorpresa cuando se identificaron. «¡Son dornienses! Mi hermano Rhaegar estaba casado con una princesa dorniense. ¿Quizá hayan venido en busca venganza?». Pronto lo averiguaría. Solo sabía que el corazón le latía más rápido por la emoción.
— La Casa Martell es buena amiga de la Casa Targaryen y siempre será bien recibida y escuchada —les dijo con sinceridad— . Pero lamento con gran pesar no poder atender ahora mismo a la petición de vuestra princesa. Tengo que entrevistarme ahora con los Bondadosos Amos de Astapor. Necesito un ejército, y ellos han accedido a negociar los términos de una posible colaboración. Si desaparezco ahora del puerto, algo me dice que no se lo tomarán bien.
Nada habría deseado más que hablar que hablar con aquella princesa dorniense, pero la cruda verdad era la que les había contado. Y si hacía caso a ser Jorah, los astaporis no eran de la clase de anfitriones complacientes y educados. Era mejor dejar todo acordado cuanto antes con ellos, no fuera a suceder que cambiasen de parecer.
— En todo caso, no quisiera hacer oídos sordos a vuestra petición —añadió Dany con una sonrisa—. Me honraríais mucho si me acompañarais en el día de hoy. Hace demasiado tiempo que no nos encontramos con compatriotas, y para mí sería un placer conversar con vosotros en la lengua común. Vuestro viaje habrá sido tan largo como el mío, estaré encantada de escuchar el relato del mismo… y de cómo están las cosas en mis Siete Reinos.