– Están parados, parece que pasa algo.
Dijo uno de los guardianes mirando hacia delante, donde Jonothor Darry empezaba a hablar. Tywin sabía lo que iba a ocurrir y llamó la atención del otro guardián.
– Es tu oportunidad de cubrirte en oro.
El hombre miró a los lados y se relamió los labios nervioso, miró las cadenas y balbuceó.
– Mi señor, esas cadenas sólo las puede abrir el Príncipe Oberyn. Yo…
– Ya me ocuparé de eso; tan sólo permite que me marche con mi hijo y si me sigues, obtendrás tu peso en oro.
El otro guardia llegó justo a tiempo para notar que algo pasaba entre Lord Tywin y su compañero, y se interpuso entre ambos.
– Dejad de hablar. – Miraba a su colega evitando cuanto podía al señor de la Roca. – Ni se te ocurra.
– Vamos, tú también podrías aprovecharte. Es mucho oro.
– Ni hablar. – Aquel guardia parecía más leal y diligente que el otro y se volvió dispuesto a avisar a otros para asegurarse de que Lord Tywin no escapara.
El Lannister miró una vez a su captor y susurró una simple orden que provocó que este se acercara a su compañero y lo sujetara con vehemencia; los gritos del guardia leal quedaron enmascarados por los de la lucha más adelante y antes de que llamaran más la atención unas manazas agarraron al desdichado levantándolo en vilo para después, con un chasquido terrible, dejarlo caer inerte a los pies de la Montaña.
– No perdamos más el tiempo. – Dijo Tywin mientras comenzaba a avanzar junto a su hijo Jaime, la Montaña y el guardia traidor.
Unos minutos más tarde estaban en una casa cuyo cabeza de familia fue en su día sirviente de la Mano del Rey, Tywin Lannister. El hombre no había dudado ni un segundo dejar entrar al Lord sin importarle las cadenas ni las noticias que le habían llegado, si estaba en su casa y no en las calles era porque no encontraba ningún gozo en ver a su antiguo señor preso y derrotado.
Tywin hablaba con Jaime y le contaba cuál sería el plan en adelante, el tiempo que esperarían y cómo iban a salir de la ciudad. La Montaña hacía guardia en la puerta junto al antiguo captor y la familia que los acogía se había reunido alrededor del fuego de la cocina; la mujer y sus hijos parecían asustados y el padre trataba de calmarlos.
Una hora después empezaron a escuchar los sonidos de hombres armados yendo y viniendo por las calles; sin duda las noticias de la fuga de Lord Lannister habían volado y los Targaryen estaban registrando las calles de Desembarco para encontrarlos. Tywin y Jaime miraban la puerta con ansiedad; habían tratado antes de quitarse las cadenas pero fue imposible, sobretodo sin herramientas adecuadas por lo que mantenían los brazos quietos para evitar hacer ruidos delatores.
Entonces unos golpes tensaron a todos y cuando fueron acompañados de voces ordenando que abrieran las puertas.
Los habían encontrado.
Tywin negó con la cabeza y pidió silencio. Segundos que se hicieron eternos hasta que sin previo aviso, la puerta estalló en astillas y comenzaron a entrar guardias. Los primeros en atravesar el dintel se encontraron con la Montaña que los esperaba; el gigante comenzó a golpearlos y una lucha encarnizada entre hombres armados y el Clegane encadenado se produjo.
Uno tras otro los guardies fueron cayendo al suelo terriblemente heridos, algunos incluso muertos, pues la brutalidad de Gregor era terrible, pero las hojas afiladas empezaron a hacer su trabajo y tajo tras tajo, punzada tras punzada, fueron mellando al coloso que terminó por caer de rodillas para ser acuchillado sin piedad por cinco guardias y perder así la vida.
Jaime se había interpuesto ante su padre pero sin armas no podía hacer mucho contra los soldados del rey; los miraba ansioso y esperaba el primer embite para intentar esquivarlo y hacerse con una espada. Sin embargo, nunca llegó el golpe. Tywin puso una mano en el hombro de su hijo y lo apartó y comenzó a caminar hacia delante. Los guardias rodearon a padre e hijo sin dejar de apuntarlos con sus armas, y así fueron conducidos hacia fuera; antes de salir, Jaime pudo ver a la familia que los había escondido masacrada en el suelo, pues tal fue el pago por haberles ayudado.
El camino hacia la Fortaleza Roja fue en completo silencio y nuevamente Tywin tuvo que recorrer las calles de Desembarco encadenado, esta vez definitivamente.