Día X + 1
El cabrón de Hans se llevó toda la gloria. No le ascendieron, pero sí le dieron una jugosa recompensa por su rápida actuación… Aunque ver a 20.000 hombres salir de un bosque no es precisamente difícil. Y al hijo de puta ni se le pasó por la cabeza compartir la paga…
En fin, por “suerte”, hoy libraba. Lo que era una muy buena noticia, ya que al menos así no me iba a pasar varias horas mirando al horizonte buscando al ejército de las Tormentas recorrer la distancia que lo separaba de Desembarco del Rey. ¡O eso creía yo!
La verdad es que Bywater es un perro viejo y muy listo. Ya se había corrido la voz de que Hans había sido recompensado por su labor, y compañeros que libraban se habían dirigido al adarve como vigías. ¡Por voluntad propia! Toda la muralla de Desembarco del Rey estaba copada por capas doradas, pero yo no soy tan imbécil como para venderme por cuatro cobres.
Además, hay formas más “honradas” de ganarse un dinerillo extra. Y de eso, Amrin sabe más que nadie.
No lo conozco desde hace mucho, pero la verdad es que en poco tiempo he hecho muy buenas migas con él. Es un muchacho vivo y despierto, que ha vivido toda su vida en el lecho de pulgas, como yo. Aunque él se las ha apañado mucho mejor… Con apenas diecisiete días del nombre ha entrado en la Guardia de la Ciudad, de la hornada de vagos y maleantes que Janos Slynt trajo consigo. Al parecer, el viejo había tenido algunas… palabras con él. Se ve que el pillo siempre ha sido muy despierto y se las había ingeniado para ganar demasiadas apuestas a la gente equivocada. Y Slynt siempre ha sabido mirar a los lugares adecuados, sólo así se explica que un incompetente como él llegase a Comandante.
Ojalá se le congelen los huevos en el Muro.
Perdón, que me desvío. Pues eso, que Slynt supo que el zagal hacía trampas y en lugar de denunciarlo lo extorsionó, llevándose la mitad de las ganancias. Y para tenerlo cerca, pues le dio una capa dorada. Diría que el chico me cae bien y que me gustaría llevarlo por el buen camino… pero más bien creo que me gusta dejarme llevar por él a los negocios en los que él se maneja.
Pues bien, el muy ladino, sabedor de que el asedio debe ser inminente, había dedicado sus ahorros para comprar un par de caballos viejos como Lord Barristan Selmy y un carromato que no creo que sea capaz de hacer más de una docena de leguas. Por suerte, nuestro destino estaba más cerca. Nos dirigimos a una granja al norte, para recoger el grano que unos aldeanos habían dejado almacenado en el silo… ¡cuando en la lejanía avistamos el ejército del Norte!
Una columna interminable se dirigía a la ciudad con el blasón de los Stark en el centro y el del resto de casas vasallas del Norte a sus costados. No soy un experto en heráldica como para identificar a cualquiera de ellos, pero lo que sí sé es que a un ejército le preceden sus exploradores, por lo que le dije a Amrin que se olvidara del grano y que más valía que saliéramos por patas. Pese a sus dudas, abandonamos el carro y regresamos a la ciudad al “galope”, si es que se puede llamar así al trote cansino que esos jamelgos se permitían.
Por fortuna estoy aquí para contarlo, y en esta ocasión, fuimos Amrin y yo a informar al Capitán Jonas… Lo que fue un error garrafal. El rostro del veterano soldado se infló y empezó a farfullar órdenes incomprensibles… No sé muy bien qué decía… pero quedó claro que los días de descanso se habían terminado y que nos fuéramos a la muralla.
Y desde el adarve, mirando el mar en una apacible vista (si uno olvida que la ciudad está aislada por la “flota real” y que nada llega al puerto) y mecido por una agradable brisa, casi parecía que uno estaba descansando. Siempre que los pensamientos no fueran a los 20.000 hombres de las Tormentas debían encontrarse en Atranta, a los 30.000 norteños que llegarían a la ciudad en cuestión de horas o a saber dónde estaba aquel que se llamaba a sí mismo “legítimo rey”.
Y con la vista perdida en el horizonte y el sol alcanzando su cenit, tuve que entrecerrar los ojos antes de frotármelos con estupefacción e incluso pellizcarme. ¡No me lo podía creer! La flota real se dirigía a la bahía del Aguasnegras donde horas después comenzó a desembarcar el ejército de Lord Stannis Baratheon.