El gran concilio de Invernalia

Invernalia se erigía majestuosa en la nevada llanura, allí, desde el sur, uno a uno fueron llegando hombres de casi todos los rincones de Poniente, unidos por la llamada de la Guardia de la Noche.

El gran concilio de Invernalia
—Stannis Baratheon, rey en el Trono de Hierro
——Lady Melisandre, su consejera espiritual

sus vasallos,
—del Norte:
——Catelyn Tully, señora viuda del norte
——Lord Jon Umber, generalísimo de los ejércitos del norte
——Con unos 10.000 norteños, veteranos de la campaña sureña

—del Valle:
——Lord Harold Arryn, señor del Nido d las Águilas
——Lord Yohn Royce, el Bronze, casado con Lady Lysa Tully
——Ser Lyn Corbray, guardia real
——Con 8.000 hombres de los ríos, incluyendo multitud de caballeros y jinetes libres

—de los ríos:
——Ser Brynden Tully, el Pez Negro
——Lord Tytos Blackwood y su hijo Lucas, prometido con Arya Stark
——Con 1.000 caballeros de los ríos, representando a todas las grandes casas
——Lord Walder Frey, señor de los Gemelos, cuya lealtad parece pender de un hilo
——Walder el Negro, su bisnieto
——Con 2.000 hombres de los gemelos y 2.000 hombres de la Compañía Audaz al mando de Vargo Hoat

—de las Tormentas:
——Lord Beric Dondarrion, señor de Refugio Negro
——su escudero Edric Dayne, señor de Campoestrella
——Unos 10.000 hombres de las Tormentas

—Daenerys Targaryen, la reina dragón
——Rhaegal y Drogon, sus dragones adultos
——Quaithe, su consejera espiritual
——Unos 600 dothrakis y 5000 inmaculados

Y otros presentes no alineados:
—Ser Lancel Lannister
—Ser Kevan Lannister, vistiendo de negro
—Con unos 6.000 hombres de Occidente, de los Lydden, Greenfield, Swyft, Crakehall, Sarsfield y Brax
—Varys, la araña

Stannis, el rey en el Trono de Hierro, había recibido las noticias de la revuelta en Desembarco del Rey hacía menos de una hora pero la amenaza del norte era mucho mayo y como siempre había hecho, rechinó los dientes y avanzó con paso franco. Al otro lado de la explanada, Daenerys, la reina dragón lo recibió altiva, ninguno de los dos se dieron en muchas formalidades. Un simple saludo que pronto dio paso a los grandos señores empezando a elevar sus quejas y tan solo las grandes distancias entre los ejércitos y la presencia intimidante de los dragones de Daenerys impidieron que se desatara una carnicería. Stannis elevó la mano y sus vasallos, poco a poco recuperaron la compostura y solemne declaró:

Señores de Poniente, lo que nos amenaza es grave, seamos breves. Hay muchos puntos a tratar. Lord Umber, Lady Catelyn ¿cuál es el estado del Norte? ¿Qué sucede con los salvajes? ¿Qué noticias traéis de la amenaza de los Otros?

Lord Beric Dondarrion dio un paso al frente sujetando una cesta de mimbre junto con Walder el Negro.

Antes de que tratemos el destino del reino, hay otro tema que tratar. Por orden de Lord Eddard Stark yo y mis hombres partimos a restaurar la paz del rey. La guerra se ha cobrado muchas vidas, pero puedo decir, que con ayuda de los hombres de los ríos dicha órden ha sido cumplida.— Walder descubrió la cesta mostrando la cabeza de Tywin Lannister, otrora señor de Occidente, cubierta en miel para evitar su descomposición.

Ser Kevan Lannister miró alrededor incapaz de creer lo que estaba sucediendo y los señores de Occidente comenzaron a murmurar, la tensa calma se hizo un poco más tensa y a gracias que habia varios miles de hombres entre las líneas de Occidente y los ríos.

Mi señor Ser Edmure Tully me pidió que la trajera como señal de que el reino va en buen camino, y como muestra de …— Lord Beric dudó, escoger la palabra incorrecta podía desatar muchos problemas —amistad para con Daenerys Targaryen.

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Ahí estaba. La cabeza del hombre que había firmando la sentencia de muerte de su Casa. La mano que había planificado la muerte de su padre y de sus inocentes sobrinos. Los miles que habían muerto en Desembarco del Rey aquel terrible día también sumaban, claro. La habría abrazado contra su pecho muy gustosa, pero una reina tenía que mantener la compostura.

Agradezco a Ser Edmure Tully sus buenos servicios para con el reino. Serán recompensados, no os quepa duda —dijo Daenerys con sincero agradecimiento—. Es una pena que no vaya acompañada de la cabeza de su hijo infame, el Matarreyes. Pero ahora haced el favor de guardar… eso.

Más murmullos se escucharon entre sus palabras, especialmente entre los occidentales. «Si realmente alguno albergaba alguna esperanza de que perdonase las deudas de sangre, es realmente un ingenuo». Poco le importaban las murmuraciones de las ovejas, había asuntos más importantes que atender.

Me llamaron y acudí, mis señores. Podría haber tomado a sangre y fuego Desembarco del Rey con mis dragones, pero preferí anteponer el bien del reino a mi ambición —sentenció la reina con una determinación que ya empezaba a ser bien reconocida por todos—. Ahora viviremos o moriremos juntos. Señores del Norte, informadnos de la situación. Intuyo saber qué está ocurriendo, pero prefiero que seáis vosotros los que deis testimonio en primer lugar frente a todos.

La reina cruzó las piernas y puso sus brazos sobre su regazo, a la espera de lo que tuvieran que decir los demás. Personalmente le importaban poco las disquisiciones sobre quién tenía que apoyar a quién, ahora sólo tenía ojos para la terrible amenaza que acechaba más allá del Muro. La política vendría después.

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