El halcon peregrino

-Ser Elbert. Ya esta todo a bordo. Caballos, viveres y armas. tambien han embarcado los demas. Solo quedamos nosotros de hecho.

-Mi esposa esta de 3 meses Ryam. Tenemos 6 meses para volver, no me lo perdonara nunca si llego tarde y no estoy con ella en el parto.

-Pero… ¿No seria mejor esperar a que nazca vuestro hijo?

-No soy la misma persona que fue a Harrenhal Ryam. Necesito hacer esto. No puedo esperar. ¿Nunca has sentido algo en tu interior que te impele a hacer algo que ni siquiera tiene sentido?

-¿Decis algo como cargar contra el pez negro y no retirarse cuando sonaron las llamadas a la retirada? Imagino que sabreis, que no queria estar ahi, sobre todo despues de la llamada a retirada. Pero estaba con Lord Rykker cuando os subimos a su caballo y os llevamos al maestre para que volviera a juntar vuestra piel. rezamos porque solo fuera piel lo que el maestre debio juntar, pero sebeis que la hoja del pez llego mas adentro.

-No se si hablamos de lo mismo. Vos sois un amigo y estubisteis a mi lado por eso, creo yo. Yo os hablo de fe, de una llamada espiritual. De una fuerza que no puedo nombrar, entender ni explicar.

-Bueno. Pues esperemos que de camino a nuestro destino pueda sentir esa misma llamada. Porque solo por amistad… es agotador ser amigo vuestro.

-Pues preparaos ser. Cuando sea señor del valle, os cansareis mucho mas. Eddard, Robert, incluso Kyle y Vardis, han sido mis mejores amigos desde niños, a vos ni os conocia. Pero habeis peleado a mi lado en 3 batallas, un derrota y otras dos que no fueron victoria tampoco. Os habeis ganado mi confianza de sobras. Os necesitaire cuando este al mando.

-Mi espada es vuestra. Y os prometo llevaros la contraria siempre que no crea que esteis acertado.

-Bien bien, mal amigo seriais si dijerais a todo que si siempre. Pero ni se os ocurra decir que no vendreis conmigo en mi viaje. Demasiado tarde. ¡Soltad amarras!

-¡Ser Elbert! ¡Veo tierra!

-Buen trabajo Clint. Ve por mi armadura y avisa los otros. En unas horas habremos desembarcado y no sabemos lo que nos vamos a encontrar. Pero siempre ayuda parecer fuerte, desanima a quien te mire con ojos golosos. Y esto, muchacho, sirve no solo para que no te roben. Hay gente con gustos que no puedo entender…

El muchacho corrio por la cubierta dando traspies. Molestando a los marineros y ganandose algun que otro lanzamiento de objetos varios, si bien con excasa punteria, con mucha mala fe. En pocos minutos ya estaban todos reunidos junto Elbert, los escuderos apretando correas y bruñiendo metal. ¡Como relucian sus armaduras! Los siete los habian bendecido con un viaje sin percances graves, ninguno habia muerto en el mar, eso a veces ya era todo un exito. Hombres de mejor cuna podrian haberlo acompañado, seguro que los hubiera reclutado con un poco de esfuerzo, pero no queria convencer a nadie, queria voluntarios y sus camaradas estaba ahi porque querian. Confiaban en el, aunque no dudaba de que algunos lo creian loco. Al menos un poco. Alboroto el pelo de su escudero, un chico criado junto a Nido de Aguilas, en un bosquecillo al este del castillo. Era hijo de uno de los caballeros de su tio. Clint padre habia muerto junto a Elys Waynwood a manos de los mercenarios al servicio de Lannister y su madre en el parto. Estaba solo en el mundo pero cuando el heredero del nido de Aguilas le dijo:

-Toma mi armadura. Bruñela con arena y despues ven a verme.

El chico lo miro con ojos llorosos y cara de desconcierto.

-Vamos Clint, no se va a bruñir sola y cuando antes termines con la cota, antes empezaras con mi espada.

_-¿Ser?

-¿Esque tengo que explicartelo todo escudero?

-¡Ser!

-Veo que tenemos que trabajar en tu vocabulario. Parece un poco excaso.

-No es eso ser, solo me habeis pillado distraido. ¡Confiad en mi vuestra armadura brillara como el sol!

-Esa es la actitud. Pero no te pases bruñiendo no vayas a debilitarme los eslabones. Vamos. Manos a la obra._

Llevaba como su escudero unas pocas semanas, pero el muchacho era despierto, sabia hacer lo que se esperaba de un escudero y mas. Habia servido como escudero a su padre desde muy joven, era bueno con los caballos y sabia como hacer unas gachas deliciosas en un capacete de acero.

Desde que partieron de Braavos el viaje habia ido de mal en peor. Primero la tormenta se habia llevado a ser Taddeus, una ola enorme se habia abatido sobre el barco como el puño del Dios Ahogado o alguna otra deidad furibunda que habitaba el mar. En el desembarco, el escudero de ser Hubbert se habia roto una pierna saltando de la barca a una roca, la fiebre se lo llevo un par de noches mas tarde, al parecer el tuetano del hueso habia contaminado la sangre del muchacho y lo habia llevado a la muerte. Con lo facil que habia sido todo hasta Braavos… Pero el viaje no habia terminado aun. Al septimo día divisaron las colinas a donde se dirigian. Ninguno las habia visto antes, pero todos se alegraron al verlas, pues estaba claro que estaban llegando. Entonces escucharon un ruido, como si la tierra temblara. Alzaron la vista y divisaron una nueve de polvo que tras ser observada unos intantes, determinaron iba tras ellos. Como las nubes de polvo no hacen ruido ni persiguen a la gente, supusieron que era caballeria, muy rapida. Sin lugar a dudas, eran mas y por la velocidad a la que se acercaban no era probable que fuesen amigos. Elbert no dudo.

-Señores, a galope. Hay que llegar a las colinas. Desmontaremos y entre las rocas y con el terreno elevado ganado, tendremos una oportunidad. Pero no os separeis, sobreviviremos si permanecemos juntos.

Galoparon como si la muerte los persiguiera. A decir verdad, asi era. Ser Mason cayo con una flecha saliendole por la boca, habia entrado por la base de su craneo. El caballo de ser Kellan tropezo y el largo cayo cual largo era, el impacto quebro su columna y murio rapidamente…

Desmontaron con el tiempo justo de correr pendiente arriba, la cuesta era pedregosa y resbalaba, era perfecta para obligar a desmontar a los Dothrakis, pues ahora se veia claro quienes eran sus perseguidores. El escudero de Ser Pendric resbalo y el bastardo tormenti se nego a dejarlo a su suerte. Con un poderoso rugido, se abalanzo sobre los primeros Dothrakis, su fina malla y su espada larga le dieron una gran ventaja en la corta distancia. Cayeron tres antes de que una lanza encontrara la abertura de su yelmo, pero el muchacho pudo agruparse con los otros. Quedaban solo 9 de los 13 que habian iniciado el viaje junto Elbert y los Dothrakis eran al menos dos docenas. 4 caballeros delante respaldados por 6 escuderos formaron dentro de lo que parecia un lecho de rio seco, un embudo natural que forzaba a los Dothrakis ansiosos por derramar sangre a subir de frente o a dar un enorme rodeo para ganarles el terreno. Los Dothrakis eran magnificos y terribles a caballo, pero pie a tierra y sin armadura, eran como trigo bajo la hoz del campesino. Aun que un trigo especialmente peligroso, que se llevo la cabeza de Darkwaters y todas las sonrisas del escudero de Redstones.

Los siete los habian puesto a prueba y algunos habian logrado superarla con la ayuda de sus camaradas caidos. 27 Dothrakis cayeron esa tarde, ninguno se retiro. Al terminar el combate, Ser Elbert comenzo a notarse raro, cansado y veia mal. Habia recibido un golpe en el rostro que lo habia privado de la vision de su ojo izquierdo. Se quito el yelmo y su ojo derecho le dijo que lo que su escudero veia no era un ojo magullado… El bello Elbert Arryn ahora era el tuerto Elbert Arryn, recuerdo de este aciago dia, una enorme cicatriz surcaba su rostro de frente a mejilla, dejando un aspecto mucho mas duro y peligroso que el que antes tubiera y tambien un ojo de menos. Hubbert fabrico un parche y limpio la herida. Para suerte Elbert, la herida era aparatosa y dolorosa en extremo, pero se habia llevado el ojo sin causar daños en el craneo.

6 Ponientís habian perdido la vida en aquella tierra dejada de la mano de los siete. De no haber sido por la ventaja descomunal que otorgaban las armaduras de los caballeros y que por insistencia de Elbert, tambien llevaban sus escuderos, hubieran muerto todos. Tras el combate, agruparon a sus caidos y les aplicaron los ultimos ritos segun se hacia en casa. Despues, derroñaron una gran cantidad de rocas y peidrecillas para cubrirlos, los dejaron con sus armas y armaduras, merecian el descanso de los heroes. Nadie queria hacer lo mismo por los Dothrakis, pero dejar a las bestias a todos esos hombres, hubiera puesto en peligro el descanso de sus camaradas caidos, asi que hicieron lo mismo por el enemigo. Despues, cariacontecidos y derrotados a pesar de haber vencido, ataron tantos caballos Dothrakis como pudieron, asi como su menguadas pertenencias y se pusieron en marcha otra vez.

-Ser Elbert. Un jinete, al pie de la colina.

-¡Otro dothraki cabron! Coged piedras. No se merece ni nuestro acero.

-Ser. Refleja el sol. Lleva armadura. Los dothrakis no llevan.

-Bien visto Clint. Pero coge piedras por si acaso. Una armadura brillante no convierte a un hideputa en un principe.

Elbert contemplaba su rostro en su cuchillo de caza. Habia retirado la jugosa grasa del caballo asado que acaban de degustar y ahora podia verse en la pulida hoja. ¿Que habia sido de su bello rostro? Donde antes hubiera un rostro siempre afeitado, ahora crecia una salvaje barba de meses, sucia de grasa de la comida y el polvo del camino. De los brillantes zafiros que ornamentaban su rostro, ya solo quedaba el derecho. Gracias a los siete que le quedaba el bueno, habia perdido el que siempre guiñaba para ver mejor en la lontananza, pero al margen de la perdida de atractivo, notaba esa carencia cuando se movia, su vision espacial habia quedado dañada irremisiblemente. Aunque claro esta, su nueva apariencia le daba un aire de fiereza que nunca habia tenido. Como su madre decia siempre. El herrero da herramientas al hombre, pero es el hombre quien elije como empuñarlas. Quizas habia llegado la hora de dejar atras al joven temerario que habia sido siempre para dar paso a una nueva version de el mismo. Bien mirado, la perdida del ojo, al igual que el recuerdo que el pez negro dejara en su torso, solo eran el aspecto fisico del cambio sufrido.

Antes era vanidos, temerario y temperamental. Ahora, habia ganado prudencia, paciencia y fortaleza para asimilar la decepcion y sobreponerse a la derrota. Lord Jon nunca habia sido un gran guerrero al que sus hombres seguian por su virtud como matador de hombres. Su mando estaba sustentado por el sentido comun, la prudencia y las decisiones pensadas por y para el bien comun. Añoraba a su tio. Si no se hubiera rendido… Lastima. Ahora sus sendas habian diferido y sin embargo se sentia mas cerca suyo que nunca. Haber perdido a la mitad de sus hombres en tan poco tiempo le dolia tanto o mas que la perdida de su ojo. Quizas por eso se rindio, ya no podia soportar ver mas de los suyos muertos. Quizas dejo de sentir que sus muertes tenian un proposito.

Eso no le pasaria a el. Sus amigos, sus hermanos de armas habian caido buscando algo noble e importante. Matar por un ideal podria ser noble, pero dar la vida por el ideal en que crees… Eso si es grande. Cada uno de sus camaradas caidos habia hecho mas grande el ideal que compartian, su sangre habia abonado las semillas del arbol que ahora crecia fuerte en su corazon.

Su escudero lo saco de sus cavilaciones.

-Ser Elbert. El hombre que vimos al pie de la colina ya esta aqui. Su rostro me suena, mucho, pero no recuerdo de que o de donde.

La decoración de la estancia era lujosa a niveles Ser Willem no había visto ni durante las grandes celebraciones en Desembarco, sedas y mármoles, filigranas en oro, frutas desconocidas y siervos por doquier, todo para atender al obeso mercader que casi como un rey, dominaba la escena desde su trono de almohadas.

Traéis muy buenas recomendaciones, caballero

Mi apellido es Darry, somos una casa antigua y leal, mi hermano es caballero de la Guardia Real y yo mismo era, hasta mi exilio, el hombre de confianza del Rey. No se ocupa esa posición sin hacer amigos— respondió Ser Willem

Sabéis perfectamente a quién debéis que os haya recibido, y no es al puñado de dragones de oro que vuestro hermano os proporcionó— el mercader dio un largo trago de vino antes de continuar —Podría ofreceros trabajo en mi guardia, necesito un nuevo capitán, o encontraros un puesto en la guardia de la ciudad. Una carta mía os abriría las puertas de cualquier compañía mercenaria, la Compañía Dorada recorre ya Poniente, pero los Segundos Hijos están a apenas unos días de marcha. Mas creo que tengo información que os hará olvidar esas ideas.


La travesía hasta Braavos fue corta, Illyrio Mopatis tenía amigos en todas partes y una carta suya abría los camarotes de cualquier barco. Ser Willem sentía que avanzaba en dirección contraria a su objetivo, las colinas Ándalas estaban mucho más cerca de Pentos que de Braavos, pero la compañía que buscaba había partido desde la ciudad del Titán, y necesitaría encontrar su rastro si pretendía dar con ellos.

Apenas dos días en la ciudad bastaron para que Ser Willem encontrara varios mercaderes que habían aprovisionado a la compañía, el rastro era ténue, pero 20 ponientis a caballo, y armados hasta los dientes eran fáciles de identificar y pueblo tras pueblo encontraba quién les había visto y hablado con ellos. Pero pronto las tierras se tornaron más hostiles, hacía días que no encontraba rastros de poblados o campesinos. El caballero estaba en tierras salvajes que solo hombres peligrosos hollaban y su marcha se hizo más lenta, evitando rutas principales, cruzando valles y colinas, cabalgando leguas río arriba para evitar los vados más comunes. Cada día perdía el rastro de su objetivo varias veces, pero cada día volvía a encontrarlo. Por casi una luna estuvo recorriendo las colinas, hacía ya muchos días había terminado sus provisiones y, para no perder tiempo cazando, acabado con su fiel yegua de carga y ya marchaba solo sobre el destrero, pero pronto se acabaría incluso esas provisiones y no tendría más remedio que retrasar su marcha.


El destello del sol en el metal llamó su atención, en lontananza, a varias leguas de su posición, estaban demasiado lejos para discernir quienes eran pero llevaban armaduras, eso estaba claro y, en estas colinas, eso solo podía significar extranjeros. Era una posibilidad lejana, pero el lugar era el correcto, tenían que ser ellos. Continúo la marcha, sin prisa pero sin detenerse, varias horas pasaron y los hombres no se movieron, o no le habían visto o no tenían razones para evitar a un viajero solitario. Ser Willem urgó en su mochila y, en lo alto de su lanza, hizó dos pendones, primero el arado de Darry y, sobre él, el dragón tricéfalo de los Targaryen. Reanudó su marcha sin perder de vista el alto de la colina donde, ante su avance, los gritos de alegría llenaron el aire de aquellas lejanas tierras. Al fin había encontrado a quienes buscaba.

-¡Malditos mis ojos ojos que engañan! Mi ojo mas bien, aunque no hubiera pensado que mi ojo bueno me engañaria… Ese hideputa que sube la pendiente es ni mas ni menos que Ser Willem Darry. ¡Eh cabron! ¿Habeis salido de paseo a pescar truchas y os habeis liado?

El resto de los compañeros e acercaron al oir las voces. Ser Ryam, fue el primero en acudir. Usualmente se movia mano a la espada, llevaba unas cuantas calamidades a la espalda en este viaje y no soltaba el pomo ni para cagar, pero en esta ocasion, sujetaba un pernil de caballo Dothraki.

-¡Por los siete infiernos! ¡Que hemos hecho mal para que no hayamos salido de una y ya estemos en otra… ¡Darry! ¡Espabila que se te enfria el asado!

El ambiente se relajo notablemente. Pero… ¿Como habia acabado el maestro de armas de la Fortaleza Roja en donde el herrero perdio sus alpagatas? Sin duda, haria falta mucha mas leña para mantener vivo el fuego mientras Darry contaba su periplo.

Pero habia motivos para celebrar, no todos los dias se te une un guerrero tan notable cuando estas alejado de la mano de los siete y unos salvajes amantes de yeguas te quieren rajar de arriba abajo.

-Camaradas. He encontrado lo que estaba buscando. Ya se lo que tengo que hacer. ¿Me seguireis una vez mas? No os prometo ni victoria ni gloria, os prometo dolor, sangre y muerte. Pero si he de morir, sere un feliz difunto muriendo rodeado de tan ilustres personas. Pensad bien en lo que deseais. Cabalgar a mi lado hasta encontrar mi destino o quedaros aqui. He hablado con Darry, el no puede acompañarnos, se quedara aqui. Al alba, debereis tener vuestra decision tomada. En cuanto tengamos luz suficiente, bajaremos al llano y emprenderemos la vuelta a casa. Mi esposa me espera para dar a luz a mi hijo. El reino nos espera para que terminemos con la guerra.

Partieron al Alba. Solo Darry se quedo en el pequeño campamento junto a las ruinas. Sobreviviria. Habia caza abundante en la zona y habian logrado desescombrar una de las camaras subterraneas del viejo septo, una pequeña cripta, oculta seguramente cuando el septo era visitado y los canticos religiosos inundaban su recinto. El primer septo volvia a tener guardian. Un caballero ungido. Un paladin de la fe. Ser Willem Darry, el caballero del primer septo.

Mientras la comitiva se alejaba, Darry los observo de pie sobre una gran roca. Elbert hizo sonar su cuerno 7 veces en señal de respeto y como despedida. Nadie miro atras. El futuro los aguardaba. Y habian encontrado su proposito. Su objetivo. Su enemigo.

Viajaron en direccion este, hacia la costa. Un dia tras otro, sin descansar mas de lo imprescindible. Y al septimo dia, Elbert reunio a sus hombres.

-Somos pocos. Pero somos valientes y tenemos una mision. Nuestro viaje empezo hace meses pero su final esta cerca. Pronto llegara la hora de la verdad. Caballeros, mis hermanos, mirad a nuestros jovenes escuderos. Han estado a la altura de lo que se les pedia y mucho mas. Creo que el momento de darles entrada a nuestra sagrada hermanandad ha llegado. Escuderos, ha llegado vuestro momento. Habeis velado el primer septo, habeis peleado contra infieles y habeis sufrido penalidades incontables. Arrodillaos para que os ayude a alzaros como caballeros.

-He estado pensando hermanos. Aunque seamos valientes, no somos suficientes. Pero he recordado algo. La costa este de Essos esta plagada de compatriotas nuestros. Hombres duchos en el arte de la guerra. Hombres como los que necesitamos. Quiero que salgais por parejas. Id hacia el sur, hacia el norte y hacia el este. Nos reuniremos dentro de una quincena en la costa. Os lo señalare en el mapa. Viajad por las aldeas y ciudades. Buscad a los hombres que necesitamos y traedmelos. En el sur, la gran plaga ha hecho huir a las mejores espadas a pastos mas frescos. No tendreis que viajar muy lejos para dar con ellos, seguro. Reunir al rebaño hermanos, volvemos a casa y lo haremos con un ejercito. ¡Marchad!

-¡Ser Elbert! Mirad, se acercan hombres desde el norte. Llevan una bandera azul con un punto, no, una estrella blanca. ¡Es Ser Hubbert!

-Bien visto Clint. Haz sonar el cuerno. Vamos a recibirlo como merece. Nos trae un regalo bien gordo.

-Levantan mucho polvo, deben de ser muchos.

Uno de los caballeros habia retornado y traia guerreros con el. Elbert se presento a sus nuevos hombres y los invito a visitarlo en su tienda. Firmarian un contrato, una promesa de lealtad al estandarte y la hermandad. Ser Hubbert no solo habia traido hombres, tambien habia traido tela blanca con la que las mujeres que seguian al campamento habian comenzado a confeccionar estrellas de siete puntas. Elbert habia hecho enfasis en que las hicieran todas iguales, pero o bien las artes de dichas mujeres no eran las adecuadas o simplemente no se lo tomaban en serio, pero el caso es que no eran estrellas perfectas ni mucho menos.

Cada firmante se llevaba una estrella que deberia coser a su capa, jubon o lo que quiera que utilizara para cubrir sus verguenzas. Elbert hizo las mismas preguntas a todos y cada uno de los hombres de Hubbert, con este ultimo a su vera, despues se las haria a los de Ryam y a los del joven Clint. Cuando llegaran. Russel anotaba las respuestas en un rincon de la tienda, mientras Sean y Jake hacian guardia fuera.

¿Como os llamais? ¿Donde y cuando nacisteis? Bajo la frase que se formaba con las respuestas a las 3 preguntas, Russel describia brevemente al hombre que tenia ante el. Estatura, complexion, tipo y color de pelo y algun rasgo distintivo y arma preferida. Tras cada interrogatorio, Elbert los despedia con unas palabras rituales.

Vinisteis a mi como un soldado de fortuna.
En adelante, sereis un hombre de la estrella blanca.
Uno de los mios. Mi hermano de armas y honor.
No hagais nada que ensucie el honor de la hermandad.
Sed valiente y compasivo.
Sed leal a vuestro juramento y a vuestros camaradas.
Vuestras exitos pasados, vuestros fracasos, dejadlo atras.
Hoy empieza vuestra nueva vida.
¡Que sea larga y gloriosa!

-¡Ser Elbert! Se acerca una columna de soldados, desde el oeste. No distingo ningun estandarte, pero si parece que la mayoria vienen a pie. No veo signos distintivos, pero me recuerdan al grupo de ser Hubbert. ¡Quizas sea ser Ryam!

-Ojala Sean, ojala. Pero, mientras tanto… Ser Hubbert, manda formar a los hombres. No sabemos quienes son ni que quieren.

-Esperad Ser Hubbert. Mirad señor, el estandarte de la estrella blanca… Uno de los jinetes, al frente de la columna, veo se escudo, parece… ¡Son las piedras rojas de ser Ryam!

-Entonces… solo falta Clint. Ya han pasado 13 dias, quedamos en reunirnos aqui no mas tarde del decimoquinto dia, temo que algo malo le haya pasado.

Ser Ryam Redstones entro corriendo en la tienda de mando de Elbert, pillandolo en pleno miccionado en su bote de miccionar.

-Señor, nuestros exploradores han encontrado algo. Venid a ver.

-La proxima vez advierteme de que vas a entrar. Casi meo fuera del bote.

Al salir de la tienda de campaña, Elbert vio a un caballero de cierta edad, sucio del polvo del camino y subido a un raquitico corcel.

-Decid. ¿Quien sois y que haceis aqui?

-¿Sois ser Elbert? ¿Ser Elbert Arryn?

-Si, lo soy. ¿Y quien coño eres tu?

El caballero sonrio ante la vulgaridad proveniente del que sabia heredero del valle de Arryn.

-Ser Elbert, soy Ser Symond Crayne, de los Crayne de Torre Sombria, me siendo orgulloso de decir que pelee al lado de Lord Jasper Arryn, tambien conoci a Lord Jon y a vuestro padre Ronnel. me exilie en esta tierra lejos de la mano de los siete cuando mi hermano heredo la torre familiar, no nos llevabamos demasiado bien. Pero no estoy aqui por eso. Vereis, hace unos dias, un muchacho me ofrecio el honor de ser uno de los hombres de la estrella blanca, bajo el mando de Ser Elbert Arryn. Me rei del chico y no le hice mucho caso, pero siguio hablando a otros hombres en aquella taberna, vi como algunos se dejaban convencer. El chico tiene aplomo y os admira, eso seguro.

Para cuando quise darme cuenta habia recogido mis bartulos y estaba cabalgando hacia aqui con un grupo bastante nutrido de mercenarios de distintas compañias menores. Diria que vuestro chico ha conseguido reclutar mas hombres de los que teneis aqui con vos, mas caballeria seguro. Me pidio que os dijera que nollegaria hasta un despues de la fecha convenida, pero que estaba en camino con hombres y un plan para volver a casa.

-Ser Hubbert. Dad orden a los cocineros, que mañana al alba empiecen a cocinar para el doble de hombres. ¡Tendremos invitados!

-Mirad ser Elbert, estan ahi delante. No he visto vigias, pero seguro que los hemos pasado por alto. No parecen nuevos en su oficio y poner vigias es lo primero cuando acampas. ¿Verdad señor?

_-Muy bien Clint. ¿Y que deberiamos hacer ahora? _

-Podriamos buscarlos y matarlos uno por uno.

-Chaval. Ya llevas una patada en el culo acumulada, ya veremos cuantas tengo que darte antes de que me expongas el plan completo.

-Pero señor…

-¿Te crees que por haberte armado caballero ya no puedo zurrarte?

-Yo… Bueno, supongo que si fallaramos intentando neutralizar a los vigias, con que uno diera la señal, ya no podriamos atacar de forma inesperada.

-Bien bien, el contador de patadas en el culo sigue en uno.

-Podriamos suponer que nos veran venir de todos modos. Podriamos ocultar hombres de su vista y cuando salgan a plantar batalla a un grupo asumible con garantias para ellos, atacar por sus flancos.

-Bien bien, con eso podriamos llegar a alguna parte. Ve por Hubbert y Ryam, os contare lo que necesito que hagais.Y por cierto, dado que vamos a tener un pequeño combate en breve, ponpongamos la patada en el culo para despues, no quiero que vayas dolorido a la batalla. Y de hecho te voy a proponer un trato. Te cambio la patada en el culo por la cabeza del lider de esos perros.