El León y el Halcón

Lord Jon Arryn reunióa sus señores vasallos en su tienda. Algunos seguían heridos, incluso de varias batallas. Los miró a todos a los ojos en silencio y su mirada era triste. No tenía buenas noticias.

Señores, salimos del valle por orden del rey. Peleamos a las órdenes de Darry contra Lannister y peleamos una vez mas bajo mi mando una vez Darry se demostró incapaz. Mas yo tampoco supe conduciros a la victoria. Más de 17.000 hombres me siguieron cuando cruce las Puertas de la Sangre. Hoy poco mas de la mitad seguís conmigo. Todos caídos, ninguno se arredró ante el peligro. Ninguno quebró su juramento.

Pero hay un juramento que se quiebra hoy. El mío. – Dijo Jon con lágrimas y verguenza en la mirada.

¿Cómo puedo puedo pediros que me sigáis hasta las puertas de la muerte por un rey en el que ya no puedo creer? He hablado con Lannister, como sabéis, y quiere que parlamentemos. Pedirá mi rendición, nuestra rendición. Y he decidido aceptarla. Hace tiempo que temo las iras del rey; aun así, hice un juramento y lo sostuve. Como vosotros. Ahora no os daré órdenes. Os pido que miréis por vuestra casa y por vosotros. Yo no deseo mas muertes de hombres del Valle por una causa indigna.

El rey es el rey. Pero cualquier rey no merece vuestra sangre. Y este rey ha ido contra la justicia y contra su juramento como caballero. Ya no puedo servir a ese rey. Solo me queda una opción lógica, hincar la rodilla ante Lord Lannister y llamarlo mi rey cuando sea el caso.

Si es vuestro deseo continuar la lucha, hacedlo, sois hombres valientes con derecho a defender aquello en lo que creen. Yo volveré al Valle con quienes me sigan. Las familias de quienes elijan mantenerse en pie de guerra contra Lannister estarán bajo mi protección. Eso lo juro. Pero no puedo prometeros que si el rey es derrocado, Lannister vaya a ser benévolo con quienes no se rindan hoy.

Elegid lo que queráis y si es distinta elección a la mía, os deseo suerte. Id con con mi gratitud por la lealtad demostrada hasta la fecha. Los siete nos amparen y nos guíen.

A la mañana siguiente, la mitad de las tiendas en torno a la de Lord Jon ya no estaban. Los señores del valle de las casas Elesham, Hersy, Hunter, Royce, Melcolm, Upcliff, Breakstone, Donniger, Egen, Lipps, Moore, Ruthermont y Baelish, ademas de los comandantes de los diezmados ejercitos de las casas Shett y Waxley desfilaron hasta estar frente a Lord Tywin Lannister.

Lord Jon, descabalgo de su caballo y se acerco a Lord Lannister. Le susurro unas breves palabras que Lord Lannister aprobó con otras tantas en el mismo tono. Lord Jon hincó la rodilla y alzando la voz para que se oyera claramente.

Yo, Lord Jon de la Casa Arryn, señor del Valle y la Montaña. Rindo mi espada ante Tywin de la casa Lannister y le juro lealtad.

Lord Tywin esperaba aquel momento y cuando Lord Jon Arryn hubo pronunciado sus palabras, tocó su hombro indicándole que se pusiera en pie mientras pronunciaba sus propio juramento.

Yo, Lord Tywin Lannister, acepto ese juramento y la rendición, y juro que defenderé los intereses de mis vasallos así como su honor.

Tras él se elevaron gritos de celebración.

¡Por Lannister!¡Por Arryn!