El sol se despedía del horizonte, pintando el cielo con tonalidades de púrpura y oro. Sobre una tarima de madera, erigida sobre la cubierta del buque insignia de Marius, se erguía la figura imponente aquel hombre que tanto había conseguido. A su espalda, la flota Sunderland, una serpiente de hierro que serpenteaba por las aguas, brillaba bajo los últimos rayos de sol. A sus pies, una multitud heterogénea: los Tigres de Arkan, fieros guerreros de piel oscura y ojos penetrantes, los capitanes piratas más audaces de los Siete Reinos, y una marea de desterrados y fugitivos que veían en Marius su última esperanza.
Arkan el Negro, su mano derecha, se adelantó un paso, su voz profunda resonó como un trueno sobre la multitud. “Silencio, hermanos y hermanas. Escuchad las palabras de nuestro nuevo rey”.
Marius alzó la mano, y un silencio sepulcral se apoderó de la multitud. Su mirada, fría y penetrante, recorrió uno a uno los rostros ansiosos. “Hoy, bajo este cielo que nos cobija, me proclamo rey de los Peldaños de Piedra. No soy un rey de sangre, sino un rey forjado en el fuego de la adversidad. Un rey que ha surgido de las cenizas de un mundo que nos rechazó.”
Su voz se elevó, cada palabra resonando con fuerza en el corazón de sus seguidores. “Hemos sido llamados piratas, saqueadores, escoria. Pero ellos no conocen nuestra verdad. Nosotros somos más que eso. Somos una comunidad, una familia. Unidos somos invencibles. Juntos, construiremos un nuevo reino, un reino donde los desterrados encontrarán un hogar, donde los oprimidos encontrarán justicia, y donde los valientes encontrarán gloria.”
Marius alzó el puño, y la multitud respondió con un rugido ensordecedor. “Pero este reino no se construirá de la noche a la mañana. La Triarquía, esas tres hijas de la avaricia, nos consideran una amenaza. Nos atacarán, nos calumniarán. Pero nosotros, hermanos, somos más fuertes. Somos el caos que siembra el terror en sus corazones, somos la tormenta que destruirá sus imperios.”
“¡Debemos ser una fuerza unida!” gritó Marius, su voz resonando por encima del clamor de la multitud. “Debemos construir fortificaciones inexpugnables, entrenar a nuestros guerreros, y convertir nuestros barcos en murallas flotantes. Debemos construir ciudades que sean un refugio para todos aquellos que buscan una nueva vida.”
“¡Debemos ser más que piratas!”
La multitud coreaba sus palabras, sus rostros iluminados por una nueva esperanza.
“¡Los nuevos Peldaños prevalecerán!” rugió Marius, y el eco de su voz se perdió entre los acantilados.
En ese momento, bajo el cielo crepuscular, nació un nuevo reino. Un reino forjado en el fuego de la rebelión, un reino que prometía un futuro mejor para todos aquellos que habían sido rechazados por el mundo. Un reino que se alzaría contra la opresión y que desafiaría a los poderosos.