El Regreso

La barcaza “Diosa de Lorelan” era un armatoste de madera que surcaba los mares. De manga ancha, la nave había sido convertida en un lugar de placer aquellos últimos días pues el cónsul sabía que pronto llegarían y lo había celebrado por todo lo alto para subir la moral de la tropa. Cuando lo avisaron de que habían avistado tierra se encontraba en su camarote con dos prostitutas esclavas del lejano continente. Ya sabía que iban a llegar al amanecer del siguiente día y lo tenía todo preparado. Era una lástima que fueran a la guerra y que no pudiese divertirse. Algunos pensaban que aquella misión era para librarse de él y algunos de los nombres que lo acompañaban en la expedición lo atestiguaban.

Mandó zafarrancho de combate a su parte de la flota y cuando llegó el momento Serenos fue el primero en llegar a la orilla. Mientras su barca surcaba el océano se abría ante él la visión de la playa y el perfil recortado contra el cielo de las ruinas de Nueva Jelena, como los dientes blanquecinos de una bestia. Juntó a el se encontraba Negación de Sombra que solo miraba a través de su máscara velada pero su mirada de ojos rojos ardía con pasión. Manlio Torcuato dijo “Aquí es donde está la diversión, en una isla sucia y atrasada llena de salvajes.” Serenos sonrió “La traeremos nosotros, aquí está la gloria y la venganza. Loric nos guiará a la gloria de Lorelan y a la nuestra. Reconstruiremos la ciudad y restauraremos el orden lorelano en la isla.” Negación solo dijo en susurros “Estamos en el lugar de la visión.” Los hombres serpiente no se caracterizan por su locuacidad pero Gish siseó con excitación. La barca frenó sobre la arena y Serenos se puso su casco antes de saltar a la playa. Los lorelanos habían vuelto a Fiskeya y la expedición la mandaba el cónsul Marcus Serenos, conocido en el ancho mundo. La barca enorme adaptada que llevaba al minotauro Paquitus fue la segunda en llegar a la playa. El minotauro iba remando solo y enfurecido por el mar. Fue así el primer minotauro en pisar Fiskeya. Pronto llegó su estado mayor y entonces mandó que desembarcaran los caballos por la rampa establecida, una vez dio por asegurada la playa. Los pocos pescadores que había huyeron asustados o fueron capturados por los más vivos de la infantería ligera. Mandó formar al ejército en la playa, ante la vieja ciudad en ruinas. Allí en el centro formaba la VII legión con sus estandartes y banderas al viento, mandada por experimentados generales y jóvenes promesas que casualmente eran sus parientes. Aquella era una legión condecorada en antiguas batallas contra hombres, elfos y fieras. Serenos aún les daría descanso. A los flancos formaron los auxiliares de diversas partes del imperio gentes de Kremer y Kellek y monstruos de otros confines. En el flanco derecho estaba su caballería.

El cónsul ataviado con una armadura profusamente decorada con lobos plateados alzó su espada y empezó su discurso a sus fatigados hombres.

“Hombres del imperio de Lorelan hemos llegado a tierra lejana para dar cumplida venganza a nuestros deudos y parientes. Hemos venido a vengar a la XX legión y a su general y a enseñar a las gentes de esta tierra cual es el verdadero poder de Loric. Ahora descansad hombres, ya que pronto será la hora del valor y de los máximos esfuerzos. No dudo que la gloria de Loric vive en vosotros. Hoy los muertos trabajarán día y noche para reconstruir esta ciudad. Vosotros podéis terminaros el vino que trajimos pero recordad que si mañana no tenéis lo bárbaros sólo os darán cerveza. Os recuerdo que no tenéis que pedir las provisiones por favor y que si los matáis tampoco pasa nada. No podéis esclavizarlos ya que son criaturas de Loric. Pero si no sirven vivos, servirán muertos.”

El ejército aplaudió a su carismático lider que sabía apelar a su estómago cuando tocaba y a su miembro en otras ocasiones.

Se dirigió a su escolta y a su estado mayor que ya empezaban a traerle a los primeros súbditos.
“Vamos a dar una vuelta pero primero a ver qué tienen estos salvajes. Unos pescados de calidad razonable. Podréis hacer buen garum para acompañar el vino.” Les habló es su dialecto, cuyas cuatro palabras conocía. "¿Dónde está el pan, siervo? ¿Río arriba?. Mira, voy a darle un mensaje a todos los reyes bárbaros. “Besadme el anillo en tres noches y os perdonaré por el asesinato de lorelanos. Haced de otro modo y sufrid mi cólera. Sabré ser generoso con mis amigos e implacable con mis enemigos.”

“Vamos a ver que secretos guarda la vieja Nueva Jelena.” Los renacidos ya habían llegado y se afanaban en desmantelar las naves de transporte para construir edicios y fortificaciones con exhasperante lentitud.