Lord Petyr Mallister, Señor de Varamar y Señor de los Ríos, el que derrotó a Harren Hoare, expulsó a los isleños de sus tierras y repelió a los hombres del Valle, cabalgaba con paso tranquilo hacia Harrenhal rodeado de sus más leales - y aprovechados - compañeros.
– Lo primero que haré será deshacerme del trono de Harren Hoare y mandar hacer uno para mí. No pienso sentarme donde se sentaba ese bastardo. – Dijo desapasionadamente Petyr logrando varias cabezadas de asentimiento entre sus allegados. – Por supuesto que mandaré hacer otro para mi prometida, que estoy seguro que querrá uno igual que el mío.
Al decirlo todos rieron ya que sabían que sería así pues ella era alguien que querría ser tratada como igual si no como alguien por encima.
Ser Hugo Pearlman, un caballero que simbolizaba todo lo que no debería ser un caballero, enarcó una ceja.
– ¿Os ha contestado?
– Aún no. – Dijo Petyr sonriendo maliciosamente. – Claro que aún no lo sabe. En cuanto llegue a Harrenhal y comunique a Lady Liane que no será mi esposa, entonces, enviaré una misiva a Lady Bertha para que acuda a casarse conmigo.
– Mucha yegua para tan poco potro.
Lord Mallister fingió estar ofendido e hizo aspavientos con sus manos.
– Mandaré cortaros la cabeza, septón, si volvéis a hablar así de vuestro Señor.
– Sí, sí, pero sólo si Bertha lo permite.
Todos rieron el chiste, sobretodo porque sabían que era en gran parte verdad; Lady Darry era una mujer de armas tomar y aunque Petyr dijera que iban a casarse no muchos confiaban en que ocurriera.
– No vi que pusiera impedimentos a otras de mis órdenes.
– Claro, porque habéis pedido doblar los impuestos a todos vuestros vasallos menos a ella.
Petyr se encogió de hombros. ¿Qué iba a hacer si no?