Hacía días que nadie en el campamento de los ribereños veía a Ser Marq Piper. Los hombres estaban ocupados en otras tareas, reuniendo víveres y preparando la marcha, pronto llegarían los aliados de Aguasdulces y reemprenderían la marcha pero la ominosa presencia de la pluma de humo proveniente de Princesa Rosada ahogaba el espíritu de los hombres. Habían sangrado para conseguir una paz que había sido tan solo un papel mojado para que Lord Tywin pudiera ejercer su malicia.
Las tormentas sangraron tan solo para comprar unos días que fueron pagados con sangre y fuego por el joven lobo y sus hombres, ¿qué hubiera sido de la guerra si en vez de a Desembarco los norteños hubieran acudido directamente a la llamada de Aguasdulces? Era inevitable pensar un un curso de la historia menos negro, pero la realidad era la que era. Eddard y Robb habían muerto, a manos de los hijos del ignominioso, Lord Renly lo había hecho también tras haber acudido al rescate de los ríos. Miles de norteños y tormentis caídos para lograr una paz que había sido tan solo una estratagema y una mentira. Una y otra vez eran golpeados por la falta de honor del león, y una y otra vez volvían a levantarse.
En el gran salón volvieron a reunirse los señores de los ríos, no era la primera de estas reuniones, ni sería la última, Ser Edmure tenía a bien liderar escuchando a sus vasallos y asegurándose de que los ríos hablaban con la misma voz, una voz que clamaba venganza ahora mismo. Entre ceños fruncidos y palabras de guerra Ser Marq cruzó el gran salón, hacia la mesa principal donde, tras intercambiar unas palabras con Ser Edmure, se subió para dirigir su voz hacia sus compatriotas.
—Clamáis venganza, como también la clamo yo. Tras ver las ruinas humeantes de mi infancia ante mí ayer lloré. De tristeza y de desesperación, roto por unas acciones que no podía explicar, pues los Siete las prohiben y nadie que se precie en ser caballero podría haberlas tomado.— Ser Marq suspiró mientras los ánimos se inflamaban entre los señores de los ríos.
—Siento vuestra ira, pero temo que nos lleva a cometer acciones que no sean dignas de nosotros. La Roca ardió, fue una acción de guerra que todos aceptamos, pero ya está bien. Hijos de los ríos, clamemos no venganza si no justicia. Pues es la única manera de la que alcanzaremos la paz, el oeste debe pagar, pero que lo haga con la ley en la mano, con las leyes de la caballería y bajo el auspicio de los Siete.
Ser Marq era el baluarte de la moral de los Ríos, no quedama más que darle la razón. Ser Edmure abrazo a su amigo y solo consiguió decir un par de palabras más —Por Patrek
—Por Patrek— respondió Ser Marq
Este roleo se me quedó sin publicar en su momento, no sé como. Estaba completo así que le he dado a publicar, pero pasó hace mucho.