En las murallas de Aguasdulces

Cuatro hombres cargaban el palanquín de Lord Hoster sobre las murallas de Aguasdulces. Protegidos por los parapetos de piedra rojiza Edmure listaba todo lo que sucedía a su padre.

Y allá los Lannister, la cabeza del campamento la ocupa el bastardo de Gregor Clegana, pagará por ello. Y más allá estandartes de todo el Oeste y el Dominio. Los ríos aguantan orgullosos el envite de fuerzas muy superiores y, de nuestro lado, Bracken y Blackwood. Frey y Darry. Todos acudieron, debes estar orgulloso, este es tu legado, unos ríos leales a Aguasdulces.

Lord Hoster sonrió, tenía un buen día y parecíá entender lo que estaba sucediendo. —Y mi hermano, le vi, ¿verdad?

Es cierto, padre. Brynden acudió a defendernos, ¡con los caballeros del Valle! Sé que muchas cosas pasaron entre vosotros pero …

Son tiempos oscuros y la sangre es más espesa que el agua.

Continuaron la marcha, pasando revista a las tropas, reafirmando las lealtades de los hombres de los ríos y asegurándose que la fortaleza nunca caería.

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Edmure, deberias seguir en cama— la voz de Vyman mostraba preocupación —Las curas del maestre Cressen fueron … bueno, digamos que recuerdo perfectamente como evitaba las lecciones de anatomía, a primera hora del dia tras el mercado, muchos faltaban.

Edmure renunfuñó, no tenía tiempo para estas menudencias, por un segundo sintión como si fuera a descargar toda su furia para con Vyman, y luego recordó las largas noches junto a su cama cuando tuvo tuvo las fiebres de las Islas del Verano, o las lecciones junto al fuego en las noches otoñales. Vyman había sido casi un padre como él, y todo lo que decía era por su bien. —Si tan solo tuviéramos ese tiempo, ves allí, en la campiña, la Montaña hace pagar a nuestras tierras, suerte que el pueblo se refugió antes de su llegada.

Pero pagarán, claro que pagarán, nos guía la firme mano del Padre y la fuerte hoja del guerrero, nuestra es la razón, y ganaremos, no cabe más.

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Edmure volvió a tomar las murallas, está vez junto a su amigo Marq que iba contando los estandartes que marchaban, los primeros los del Dominio.

Lord Stannis dice que Lord Tyrell vuelve a Altojardín, para proteger al Dominio de los Hijos del Hierro— dijo Ser Edmure

Su alteza Stannis, ¿no?— corrigió Ser Marq

Sí, debería. Se sienta en el trono, eso es indiscutible, ¿pero qué ha hecho por nosotros?—Edmure estaba visiblemente cansado, la guerra había hecho estragos en él. —Mantener a los norteños lejos de Aguadulces y obligarnos a sangrar. Pero sí, es el rey, Stannis el primero de su nombre, larga sea su vida y justa la paz que imponga. Que los siete le protejan si no lo es.

Uno tras otro los estandartes de Occidente se retiraban de la campiña de Aguasdulces. Habían ganado, por ahora, pero Edmure no creía que la paz fuera a durar. Rumores de dragones por todas partes, vientos de salvajes en el norte y la siempre presencia de Lord Tywin Lannister, el mentiroso, siempre agitando los perros de la guerra. Ojalá hubiera paz, pero ni siquiera Ser Marq, con su idealista visión del mundo lo creía.

Al menos un remanso de paz

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Aguadulces había pasado la noche entre vítores y fiestas. La retirada de los hombres de Occidente se había visto como la oportunidad de abrir las botellas de vino y las mejores viandas que Ser Edmure habia racionado en las semanas anteriores. Los víveres nunca habían escaseado en la fortaleza pero muchos hombres habían tomado refugio en Aguadulces y aunque Buenmercado y Varamar tomaron para sí alimentarlos habia cosas que no podian proveer.

Pero el ambiente festivo se terminó cuando las noticias se expandieron por la hueste ribereña. Princesa Rosada había ardido, tras firmar la paz, y en plena retirada, por simple despecho, los perros de los Lannister azuzados por el ignominioso Lord Tywin se habían despachado con el hogar de los Piper.

Venganza, clamaron los ríos al unísono

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Hacía días que nadie en el campamento de los ribereños veía a Ser Marq Piper. Los hombres estaban ocupados en otras tareas, reuniendo víveres y preparando la marcha, pronto llegarían los aliados de Aguasdulces y reemprenderían la marcha pero la ominosa presencia de la pluma de humo proveniente de Princesa Rosada ahogaba el espíritu de los hombres. Habían sangrado para conseguir una paz que había sido tan solo un papel mojado para que Lord Tywin pudiera ejercer su malicia.

Las tormentas sangraron tan solo para comprar unos días que fueron pagados con sangre y fuego por el joven lobo y sus hombres, ¿qué hubiera sido de la guerra si en vez de a Desembarco los norteños hubieran acudido directamente a la llamada de Aguasdulces? Era inevitable pensar un un curso de la historia menos negro, pero la realidad era la que era. Eddard y Robb habían muerto, a manos de los hijos del ignominioso, Lord Renly lo había hecho también tras haber acudido al rescate de los ríos. Miles de norteños y tormentis caídos para lograr una paz que había sido tan solo una estratagema y una mentira. Una y otra vez eran golpeados por la falta de honor del león, y una y otra vez volvían a levantarse.

En el gran salón volvieron a reunirse los señores de los ríos, no era la primera de estas reuniones, ni sería la última, Ser Edmure tenía a bien liderar escuchando a sus vasallos y asegurándose de que los ríos hablaban con la misma voz, una voz que clamaba venganza ahora mismo. Entre ceños fruncidos y palabras de guerra Ser Marq cruzó el gran salón, hacia la mesa principal donde, tras intercambiar unas palabras con Ser Edmure, se subió para dirigir su voz hacia sus compatriotas.

Clamáis venganza, como también la clamo yo. Tras ver las ruinas humeantes de mi infancia ante mí ayer lloré. De tristeza y de desesperación, roto por unas acciones que no podía explicar, pues los Siete las prohiben y nadie que se precie en ser caballero podría haberlas tomado.— Ser Marq suspiró mientras los ánimos se inflamaban entre los señores de los ríos.

Siento vuestra ira, pero temo que nos lleva a cometer acciones que no sean dignas de nosotros. La Roca ardió, fue una acción de guerra que todos aceptamos, pero ya está bien. Hijos de los ríos, clamemos no venganza si no justicia. Pues es la única manera de la que alcanzaremos la paz, el oeste debe pagar, pero que lo haga con la ley en la mano, con las leyes de la caballería y bajo el auspicio de los Siete.

Ser Marq era el baluarte de la moral de los Ríos, no quedama más que darle la razón. Ser Edmure abrazo a su amigo y solo consiguió decir un par de palabras más —Por Patrek

Por Patrek— respondió Ser Marq


Este roleo se me quedó sin publicar en su momento, no sé como. Estaba completo así que le he dado a publicar, pero pasó hace mucho.

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