Habían embarcado con optimismo, habían navegado con convicción y con valentía habían atacado la la flota del hierro varada en las playas de Islabella. Más de 1 de cada 10 barcos enemigos habían ardido en los primeros compases de la batalla.
Aunque ahora, como un mal chiste o una pesadilla. El resto de barcos se llenaban de enemigos vociferantes que se disponían a lanzarse sobre las Flotas Targaryen y Lannister combinadas. Los cornetines de señales y las banderolas hicieron su papel. La flota se dispuso al enfrentamiento.
Con más redaños que fuerza, León y Dragón se arrojarían sobre el Kraken de los 1000 brazos. Ser Tyland sudaba, sudor frio a pesar del sol de justicia. No quería mostrarse débil ni temeroso, pero suerte que llevaba los calzones marrones y la camisola roja. Si no, alguna de ambas prendas revelaría pronto alguna clase de incidente.
Junto a Ser Tyland, Otis, el muchacho del lecho de pulgas que se había embarcado como pinche de cocina y ahora era una especie de mascota armada hasta los dientes. Sería su primera batalla y seguramente si el plan fallaba y la ayuda no llegaba a tiempo… ¿La última quizás? Si bien Tyland estaba mudo y en posición de seguridad fingida, Otis temblaba y balbuceaba…
-Joder, si hay mas barcos que ratas en lecho de pulgas. ¡Se nos van a follar vivos!
Ser Tyland esbozó una sonrisa y respondió.
-Si después de esto follamos. Yo diría que será porque nos ha ido bien.
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Oteando el horizonte, tratando de vislumbrar cual sería su destino, Ser Tyland reflexionaba sobre días mejores, días pasados, otros futuros que pudieron haber sido…
Pequeño Baelon, si tan solo hubieras vivido… Cuantas lágrimas nos hubiéramos ahorrado.
Si tan solo me hubierais mirado con mejores ojos, Rhaenyra…
Y sin embargo… Esto lo diría en alto. Que le oyeran.
-¡Oye mi rugido!
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Desde una de las galeras Lannister se escucharon gritos de guerra. La tripulación estaba con su comandante. Temerario, carismático, Ser Adrián Tarbeck avanzo con su navío, fuera de la linea de combate Targaryen-Lannister, se arrojó sobre los navíos del hierro. Cómo un zorro en un gallinero, quiera el destino que tenga éxito en su empresa.
Lord Jon Farman, aún dolido por la perdida de su padre y con rostro cansado siguió a Tarbeck profiriendo gritos de venganza y extendiendo promesas de muerte a sus enemigos islelos. Los dioses no castigastigarian dos veces a las Farman arrebatándoles en la misma semana a un padre y un hermano. ¿O si? En cualquier caso, Cansado Jon como le llamaban sus hombres, no sobreviviría sin intentar vengarse.
Ser Tyland llegó a Lannisport a media tarde. La flota parecia haber sufrido lo suyo, casi la mitad de los barcos no habían salido con bien de la batalla. Cualquiera podía contarlos. Lord Jason esperaba en el puerto. Vio el rostro de su hermano y lo supo, aún así tenia que preguntar.
-¿Que tal les fue a ellos?
-Lord Farman, mi yerno ha demostrado ser un titan del mar. Eso fue lo mejor, se lanzó sobre la Victoria de Hierro de Lord Dalton Greyjoy y lo dejó tumbado antes de tener que salir pitando de allí, era como un hormiguero revuelto Jason, había miles de barcos. No debimos ir. Miles de muertos, la flota…
-No digas eso hermano. Había que hacerlo, quizás no fue mi mejor decisión, quizás no medimos las consecuencias. Pero no podíamos, no debíamos, permitir que salieran impunes de lo de Islabella. ¿Donde esta Tarbeck?
-Oh hermano, Adrian tuvo menos suerte que Farman. El fue el primero en atacar, dejó atrás la flota y se lanzó al combate con su Venturosa como un héroe de antaño. Con gritos de animo para sus hombres y promesas de muerte al enemigo. Si tan solo hubiera tenido algo más de suerte… Parece que se dirigió a por el navío del hermano de Lord Greyjoy, pero Lord Harlaw le salió al paso. Lord Harlaw ya no volverá a saquear en este mundo. Pero sus hombres tomaron prisionero a Adrian. Lo lamento hermano.
-Joder. Mierda. Putos hideputa. Deberíamos matarlos a todos.
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