La batalla de Kaven

La columna de hombres se extendía hasta donde llegaba la vista. Los Járnvaki, fáciles de distinguir del resto del ejército por su intimidante físico y el armamento pesado que portaban, iban en la vanguardia, y ya estaban atravesando el vado. Les seguían miles de hombres, de armamento y espíritu marcial más modestos.

Frente a ellos, las puertas de Kaven. La fortaleza ocupaba todo el islote; no se podía atravesar el vado sin atravesar sus muros. Lo cual era una bendición… o una maldición.

Según entraron en la fortaleza, se adelantó un tipo al que ni Halvar ni Sten, que iban al frente de los Járnvaki, conocían. Visiblemente nervioso, carraspeó y empezó con lo que parecía ser un discursito aprendido y practicado.

-¡Visitantes de la Tribu Snjorsonr! ¡Sabed que, por orden del jefe Dow Kavensson, se os concede paso franco por este vado, mas los siguientes requerimientos habréis de cumplir! -las tropas que entraban no parecían tener ninguna intención de pararse a escucharle, así que fue andando hacia atrás conforme continuaba su charla para evitar ser arrollado-. ¡En fila de a dos habéis de pasar… -echó un vistazo; la fila en la que venían hacia él era… ¿de a ocho? - y… el orden… de… -los soldados empezaron a pasar por su lado- ¡Queréis parar y escucharme! -gritó frustrado-. ¡Eh tú, no toques eso! -gritó a un grupo de soldados que habían ido directos hacia el mecanismo que abría y cerraba las puertas y habían apartado a empujones a los guardias al cargo- ¡Parad todos! ¡Paraos ahora mismo! ¡Esto no es lo acordado!

-¿Sabes qué es lo acordado? -le gritó Sten agarrándole de la pechera- ¡Lo que tengo aquí colgado! ¡Cállate de una puta vez, invertido insufrible!

El hombrecillo se sentó en el suelo, mirando ultrajado a su alrededor.


-Tantos años soñando con esto. Ha sabido a poco, ¿no crees? -dijo Halvar, oteando el horizonte desde las almenas-. Ni siquiera ha muerto nadie. Solo ha habido que pegarle un guantazo a un par de chavales que se han puesto nerviosos.

-Estas son las mejores batallas de todas -le respondió Sten, que a su lado, orinaba en el Kaven-. De las otras… ya vendrán. No tengas prisa.

Halvar asintió.

-¿Cuántos años llevabas esperando a mear desde estos muros? -le preguntó divertido.

Sten se rió por toda respuesta.