La era del león

Tras la llegada de todos los ilustres invitados a semejante acto público se esperó al día siguiente para comenzar con la gran coronación que se iba a llevar a cabo en Antigua. Al alba, con las primeras luces del día los estandartes del futuro Rey Tywin I y sus futuros vasallos y aliados fueron desplegados por la ciudad. El león lucía orgulloso por las calles de Antigua flanqueado por las truchas de los Tully, las rosas de los Tyrell con sus vasallos Fossoway, Rowan y otros tantos menores. Los Brax y los Lefford de Occidente también habían acudido y hasta el kraken de Pyke ondeaba en la gran ciudad de Antigua.

La guardia de Antigua había sido dispuesta a lo largo de todo el recorrido desde el Faro, en Isla Batalla, hasta la zona del gran septo estrellado de Antigua. Sería además un día de doble importancia pues por primera vez en décadas un nuevo rey sería coronado en la ciudad. El septon supremo de Desembarco había desoído a Antigua, había desoído las quejas de los Hightower por las atrocidades del monarca Targaryen y ahora, en respuesta, la independencia de la infecta Desembarco sería total.

Muchos nobles emprendieron el gran desfile hasta el septo estrellado recorriendo un amplio pasillo por las calles de la ciudad delimitado en todo momento por guardias y caballeros de Antigua. Nada era más importante que la seguridad para Lord Leyton. Los hombres y mujeres iban llegando al septo estrellado donde iban siendo dispuestos según su estatus dentro de la gran nave de siete paredes negras como una noche de invierno sin luna, de su interior salían a la gran plaza cánticos de alegría interpretados por el coro del septo. El septon Morris, máxima autoridad eclesiástica de las tierras Hightower aguardaba en la entrada a la llegada del león.

Cuando todo el mundo hubo llegado y se había acomodado en sus asientos llegó el momento del gran rey. Acompañado por los grandes señores que le habían jurado lealtad y habían podido acudir a la ciudad flanqueándolo recorrió el camino hasta el gran septo de Antigua. En la plaza sonaron trompetas cuando llegó y la muchedumbre que se agolpaba a los lados para presenciar semejante evento prorrumpió en gritos y aplausos ofreciendo así un baño de masas al león.

En el interior, cuando todos ellos hubieron entrado y dejado atrás a la plebe esperaba ya frente al altar del padre Lord Leyton y el septon, que había entrado minutos antes. Ambos flanqueaban un preciado objeto que brillaba con luz propia. Se trataba de la corona de Hugor, primer rey de los andalos, hecha de oro blanco con relieves tallados por toda su superficie con motivos religiosos y siete hermosas piedras preciosas en siete puntas que parecían brillar igual que siete estrellas del cielo nocturno. Aquel era el más preciado tesoro de la Fe, de los Hightower y de todos los pueblos andalos. Al ser descubierta con la llegada del futuro rey muchos la observaron boquiabiertos pues parecía brillar por arte de magia.

¡Hoy nos reunimos para coronar a un nuevo rey!¡Un rey justo, un rey que merecemos! – comenzó Lord Leyton pronunciándose así al público. Era su ciudad y su corona, pues el la había encontrado. – Es por eso que yo os entrego el tesoro más preciado de nuestra Fe, para que su luz alumbre vuestro camino cuando os sintáis perdido en la cima, para que siempre recordéis por qué reinais – dijo Lord Leyton antes de apartarse para que fuera el septon quien tomase la palabra.

El religioso carraspeó y se adelantó un paso llamando a Lord Tywin con la mano. – Lord Tywin, arrodillaos por favor – dijo el hombre con voz algo temblorosa en el fondo. Conocía la fama del león y pedir a semejante hombre que se arrodillara era incómodo para casi cualquiera. – Con el juicio del Padre yo os corono Lord Tywin, por la compasión de la Madre yo os corono Lord Tywin, con el valor del Guerrero yo os corono Lord Tywin, por la virtud de la Doncella yo os corno Lord Tywin, con la fuerza del Herrero yo os corono Lord Tywin, por la guía de la Vieja yo os corono Lord Tywin, con la bendición del Desconocido yo os corono Lord Tywin – pronunció el septon quedando en silencio. Toda Antigua pareció aguardar lo que venía – por la autoridad de la Fe yo os corono Lord Tywin. Alzaos como rey, alzaos como Tywin I, alteza – dijo el septon mientras colocaba la brillante corona en la cabeza del Lannister. Estaba hecho, Tywin I Lannister, rey.