La guerra del Invierno

El trabajo para mantener ciertos caminos era encomiable, pues a pesar del temporal aún se podía marchar sin demasiados impedimentos por el Camino Real, el invierno había empezado siendo muy duro y si se alargaba tendrían problemas la noche estaba cerca cuando los cuernos de Invernalia soplaron haciendo de entradilla a la llegada de Eddard Stark comandando a cientos de jóvenes norteños desde Cerwyn, eran norteños pero poco curtidos y armados con todo lo que habían encontrado a su paso… el ejército del Lord Rickard había marchado ya hacía mucho y el orgullo de aquellos chicos que ansiaban seguir los pasos de sus padres, tíos o hermanos, la mayor parte de ellos acampados en aquel momento ante lo muros de Harrenhal, los empujaron a seguir al Joven Lobo, que ya no lo era tanto, a una invasión que se estaba gestando en el norte y que ya se habían llevado por delante Bastión Kar y Último Hogar.

A su llegada Elbert Arryn se erguía imperial junto a varios de sus hombres, mostrando el orgullo del Valle a aquellos retoños que se comenzaban a amontonar en las hogueras y mesas y tiendas improvisadas que se habían preparado en el patio de la fortaleza - Estos son todos los chicos que había en Cerwyn… el tiempo corre en nuestra contra y no vamos a contar con más hombres, así que ordena a tus hombres que cojan fuerzas, mañana marcharemos con las primeras luces del alba. - Y mantuvo ciertas charlas tácticas con aquel chico, con el que se había criado en Nido de Águilas, ahora era un hombre… si hubiese sido aquel amigo y estuviese allí con ellos, y no aquel traidor que le hizo el mayor de los daños que se podían cometer. Aún le atormentaban aquellas imágenes en Bastión, cuando abandonó el sur y toda esperanza de ver a su “hermano” como un gran señor de Poniente.

Varios miles de hombres abandonaron Invernalia cuando apenas se veía el horizonte, dos hombres encabezaban la marcha… por un lado Eddard Stark, el Joven Lobo que ya había dirigido a los Salvajes de las Montañas del Valle y que ahora no contaba con un mejor ejército, bisoños norteños, conocedores de la tierra y acostumbrados al clima pero que no contaban más con peleas de críos en su palmarés de victorias, vírgenes como las tierras cubiertas de nieve que marcaban a su paso. Por otro Elbert Arryn, tuerto y marcado de cicatrices llevaba tras él buenos hombres de armas, hombres que habían sobrevivido a viajes por Essos y Poniente, a caballeros y dothrakis, y que no temblarían ante ningún hombre que se pusiera ante ellos… pero que eran hijos del verano, aquel invierno en el Norte no era un terreno cómodo para ninguno de aquellos sureños.

-Último Hogar es la primera piedra del camino Elbert. Pedí a La Guardia de la Noche que nos esperasen en los alrededores pero no he recibido respuesta, temo que el mensaje no se haya entregado y no acudan pero en cualquier caso con los últimos informes no podemos dudar de nuestra victoria, tras el ataque a los Umber sus números debieron verse diezmados. - los ánimos se caldeaban con chanzas de los veteranos a los jóvenes norteños que miraban con cierta admiración y miedo a todos aquellos hombres que se jactaban de muertes causadas, mujeres tomadas y maldecían aquel tiempo del demonio pensando que algún día podrían ser tan duros como ellos, aunque el invierno no sea la época para ser soldado.

A los dos días de marcha dos hombres vestidos de negro marchaban en sendas monturas de camino al sur - Quien va! - Exclamó Eddard alzando la mano para que sus hombres cesaran la marcha, pues no podían ser más que mensajeros de la Guardia de la Noche, pues dos desertores no se abalanzarían hacia un ejército norteño esperando su ejecución

-Mi señor - saludó, el más adelantado cuando se pusieron a su altura - nos envía Joar Mormont, que encabeza al grupo de la guardia que mandó al sur el Lord Comandante. -

-Los Stark y el Norte os están agradecidos, no olvidaremos este acto tenedlo presente. -

-Mormont nos envía para poneros sobre aviso, hay grupos y campamentos por el Agasajo y en las inmediaciones de Último Hogar y Bastión Kar. Hombres de las Skagos, salvajes y duros como el puto invierno, no los hemos podido contabilizar, esos hijos de puta se mueven por las colinas y los caminos como si no los cubriese medio cuerpo de nieve. - Los cuervos alertaban más por sus palabras que por su semblante, ellos ya estaban acostumbrados a lidiar con los salvajes de Más allá del Muro y éstos y aquellos eran parte de la misma mala madre.

Eddard suspiró para sus adentros cuando los hombres marcharon y giró la vista para ver a los chicos que lo seguían, “Hijos del Norte, pero verdes como el verano. Muchos no volverán al calor de las faldas de su madre.” - CONTINUAMOS LA MARCHA!! - gritó para que le oyesen sus hombres, ya estaba a apenas un día de camino de Último Hogar por lo que debían extremar las precauciones - Elbert, creo que es el momento de mandar una avanzada, los salvajes pueden esperarnos en cualquier momento a partir de aquí. -

Durante más de un mes estuvieron las tierras del este saqueadas y sumidas a un terror infernal, una situación que se veía empeorada por el crudo invierno que estaban viviendo. Durante semanas presionaron los hombres de Jeor Mormont, Capitán de los Exploradores, a los salvajes, expulsándolos del Agasajo. Era imposible enfrentarse en campo abierto, pues cada salvaje que se cruzaba con el feroz oso, al que todos veían ya como futuro Lord Comandante, caía pese al terrible filo de su espada de acero valyrio, Garra.

Por otro lado, Lord Elbert Arryn, que había recibido el título rodeado de montañas de nueve y en plena campaña comandaba una hueste formada por sus hermanos de armas, que le habían acompañado desde tierras mucho más lejas. A su lado, su amigo Eddard Stark, que había armado una leva de hombres ancianos e hijos del verano que debían defender sus tierras mientras los hombres fuertes trataban de tomar un castillo sureño.

Tras muchos esfuerzos consiguieron cercar al enemigo y rodearlos en su asentamiento, las ruinas de Último Hogar. Desde allí coordinaban los saqueos y se preparaban en caso de que los Stark consiguieran reunir una fuerza considerable.

La batalla fue corta pero cruenta, muchos cayeron, pero finalmente los hombres de Skagos fueron derrotados. En la batalla el joven Ser Elbert fue herido de gravedad, en la espalda, una herida que lo dejaría tullido de por vida. Aún así podía agradecer a los dioses haber sobrevivido a aquella larga Guerra y poder volver al Nido de Águilas, donde podría hacerse un hombre anciano y educar a su hijo.