La luz del Faro

Los pasos de aquellos dos hombres resonaban por los pasillos mientras el bullicio de la ciudad se colaba por las ventanas sin que en mente de ninguno de aquellos, que ahora se ganaban la vida labrando su oficio, estuviera un posible desdichado final tras las palabras que portaban en aquella misiva venida desde Rocadragón.

Ser Addam miraba inquieto por la ventana, con una copa en la mano y farfullando para sus adentros cuando la puerta de la estancia se abrió y los dos hombres que habían caminado en silencio entraron en la estancia a la que embriagaba el aroma de la leña que caldeaba la habitación.

-Padre! - exclamó Ser Addam que dejó la copa aprisa en la mesa de modo que apuntó estuvo de derramar el poco líquido que aún contenía - Es cierto lo que me ha dicho el Maestre? Aegon Targaryen? -

-Y por qué habría de engañarte, hijo? - su voz pausada, tranquila, como si nada de aquella carta fuera con él se contraponía al estado de su heredero, al que le extendió el mensaje para que el mismo pudiese leerlo. - El joven Aegon ha dado el paso que estaba predestinado a dar. Raramente los gigantes se conforman con las migajas cuando creen que toda la tarta es suya. -

-Pero todos tenemos a alguien por encima nuestro. - La voz profunda del Septón Supremo penetraba en sus interlocutores, siempre había sido un buen orador, alguien que era escuchado aunque no tuviera nada que decir - La Vieja me mostró que ese chico tendría mucho que decir en el futuro pero nada más me fue revelado. Ahora ha tenemos la certeza y sólo la Fe puede salvarlo de su insolencia pues no está en la mano del hombre el creer tener los poderes de un dios. -

-El poder del dragón, se jactó de alguna grandilocuente historia de la antigua Valyria y de las bestias que montaban cuando nos visitó hace cinco años… Pss pretencioso palabrerío- otra copa cayó por el gaznate de Ser Addam intentando que aquellas palabras escritas se ahogaran en su interior, sabiendo que en el fondo intentaba apagar el temor de que todo aquello que le había contado en el pasado fuese cierto.

-Y la advertencia que los dioses le hicieron destruyendo a todo y todos los que le rodeaban, mi señor, - el Septón se dirigió a Lord Manfred, petición u orden habría a quien le costaría dintinguir las siguientes palabras - invitad de nuevo al joven Aegon, comprobemos si los Targaryen aprendieron de sus errores o si pretenden su final definitivo. -

-Pero padre, el Rey Mern… - su voz se vió cortada cuando Lord Manfred levantó su mano

-Nos debemos a Antigua, a nuestro Rey y a los Siete. Por todos ellos juramos y a todos ellos debemos vasallaje. - El viejo señor de Antigua se sentó y comenzó a escribir - Hijo ve a Altojardín, haz saber al Rey de las exigencias de Aegon para con esta Casa y vuelve con su palabra. -

-Así se hará padre, partiré de inmediato. -

Pero sus pasos se detuvieron cuando en su camino se interpuso el báculo del Septón - Hacedle también la siguiente petición por parte de la Fe… -