La Marcha

El sol del mediodía brillaba sobre la vasta llanura mientras Renly Baratheon cabalgaba al frente de su imponente ejército. A su lado, los guerreros de la Guardia Arcoiris con sus capas multicolores ondeaban al viento, destacando entre las filas. Margaery Tyrell, radiante en su vestido de seda verde adornado con motivos florales, cabalgaba con gracia junto a su esposo, su presencia una muestra de la alianza entre las Casas Baratheon y Tyrell.

La tierra seca y polvorienta crujía bajo el paso de los miles de hombres y caballos que formaban la columna militar. Desde lejos, una nube de polvo se elevaba sobre el horizonte, anunciando la marcha del ejército de Renly. Los estandartes reales, con el ciervo dorado rampante sobre fondo verde, se alzaban con orgullo entre las filas, ondeando enérgicamente con el viento.

Renly observaba el paisaje con determinación, su corona dorada sobre la cabeza como símbolo de su derecho al trono. Su rostro reflejaba una mezcla de resolución y expectativa mientras avanzaba hacia un destino incierto pero necesario. Detrás de él, la poderosa maquinaria de guerra de las Tormentas se extendía hasta donde alcanzaba la vista, una fuerza unida en propósito y lealtad.

La marcha resonaba con el estruendo de los cascos y el murmullo de voces entre los hombres. Renly, con el puño apoyado sobre la empuñadura de su espada, miraba hacia adelante con confianza, consciente del peso de la responsabilidad que llevaba sobre sus hombros. En ese momento, no solo lideraba un ejército, sino que guiaba el destino de un reino dividido por la ambición y la traición.

Margaery, siempre a su lado, compartía su determinación con una sonrisa sutil, su presencia recordando a todos el vínculo entre los Baratheon y los Tyrell en esta empresa conjunta. Juntos, avanzaban hacia el futuro incierto, pero unidos en su propósito de restaurar el orden y la justicia en Poniente.

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