La palabra de Dios

Las campanas repicaban mientras cientos de hombres con la armadura negra en cuyo pecho resaltaba el escudo de la espada arcoiris tomaban la gran plaza en la que se situaba el Gran Septo Estrellado, y eso tenía un significado, el Septón Supremo iba a tomar la palabra de los dioses y la iba a compartir con el pueblo que entre ansioso y curioso acudía en manada del mismo modo para poder tomar asiento o poder siquiera ocupar un hueco dentro del Gran Septo y poder oír de la boca del propio Septón Supremo el mensaje que les traían los Siete… Los más lentos, dejados, perezosos o simplemente menos fieles serían los que ocupase la plaza donde otros septones se colocaban como voceros de lo que se transmitía en el interior para que el mensaje llegase a la mayor parte posible del pueblo de Antigua.

Horas antes la máxima eminencia de la Fe había salido de su reclusión voluntaria, de un ayuno que había durado siete días y siete noches, donde uno a uno había rezado y había pedido consejo y saber a las siete caras que unidas darían un mensaje claro a Poniente. Debilitado, el Septón Supremo había acudido al Faro donde Lord Manfred fue el primero en recibir las noticias que se debían transmitir al mundo, sobre el futuro de Poniente pero ante todo sobre el futuro de la ciudad que era lo que pesaba en el corazón del viejo Hightower.

Lord Manfred y su familia ya se encontraban en el palco privado del Gran Septo, donde el fuerte olor a incienso intentaba disimular las emanaciones de cientos, quizá algo más de un millar, de almas que se congregaban desde la puerta hasta el altar donde las luces prendidas aguardaban la llegada de la figura principal que tardo algo más en aparecer rodeado de un séquito de hombres con túnicas más o menos raidas con una estrella roja grabada indistintamente en algún lugar de ésta, pero siempre visible, y que le habrían pasó.

El color y el ánimo del Septón parecían haber mejorado, había comido, aunque en poca cantidad pues no era su primer ayuno y los maestres le habían indicado el modo para que su estómago y su cabeza no se resintieran pues poco a poco debía volver a la normalidad, un atracón en ese momento podría haber supuesto una fatalidad. La espectación culminó con un silencio espectral, impropio de la ingente cantidad de vidas humanas congregadas, cuando el Septón alzó la mano y comenzó una oración para bendecir a todos los que allí habían acudido.

-Los Siete ven, los Siete saben, los Siete perdonan, los Siete actúan pero jamás olvidéis que los Siete castigan… Siete días he permanecido espectante de visiones sin descanso sobre pasado y futuro, sobre hombres y monstruos, sobre los que creen que pueden situarse por encima de los dioses y sobre los que acatan firmemente su palabra.

(unos 30 minutos después de discurso cargado de palabras vacías pero que llenaban el corazón de sus feligreses)

Me han mostrado el pasado, sobre como su fuerza hizo que cayera un imperio, seres que habían creído ser Dioses… Una lección que enseñó al mundo el lugar que ocupan los hombres, todos los hombres, desde el humilde labrador hasta nuestro señor Lord Hightower o cualquiera de los Reyes que reinan sobre Poniente, y el lugar que ocupan los dioses. Nadie se atreva jamás a creerse un dios, nadie se vanaglorie de seguir a falsos dioses pues para aquellos hombres no hay perdón y solo la purificación de su alma y cuerpo puede alcanzar la redención.

ME HAN MOSTRADO EL FARO DE ANTIGUA GUIANDO EL CAMINO DE LAS BUENAS ALMAS QUE BENERAN LA FE, pero que no dudarán en purificar la ciudad entera si en ella se encuentra el germen de la maldad, los Siete residen aquí junto a nosotros, y nos piden que luchemos por ellos, que demos su vida por su causa y que de ese modo seremos recompensados, que nos ganemos nuestro lugar en el más allá respetando su palabra.

(El discurso se alarga mucho más en el tiempo, resaltando palabras ya mencionadas, haciendo que cale el mensaje de los Siete, de su gloria y de la importancia de dar la vida por la Fe para ganarse un lugar privilegiado en la otra vida)

Ahora no queda más que difundir su mensaje por el mundo, orad y reflexionad pues los Siete ya han hablado y ahora esperan nuestra respuesta.

Gloria a los Siete, que el Guerrero os de fuerzas, la Madre os proteja y la Vieja os muestre el camino. OS BENDIGO EN SU NOMBRE! -

Acabando del mismo modo que había comenzado abandonó el altar escoltado hasta unos aposentos privados donde dos septones ya le habían preparado un poco de carne de gallina acompañado de un poco de pan blando y dos copas, una de vino y otra de agua… Se encontraba al límite de sus fuerzas físicas pero muy fuerte de espíritu, sabiendo que sus palabras habían penetrado en tantos y tantos corazones.

-La Fe es el camino. - dijo a sus dos acompañantes, mientras mojaba un pedazo de pan antes de introducirse lo en la boca - El único camino. -

“De las cenizas del cuerpo renace el alma purificada.”