La partida de búsqueda

El conglomerado de nobles y caballeros menores era de lo más variopinto. Guerreros de los Siete Reinos se unían en una campaña por la defensa de sus privilegios y orgullos, si uno de los suyos era atacado con tanta facilidad, aunque fuese un norteño ¿cuanto tardarían otros en reunir el valor para realizar ataques similares en otras partes de Poniente?

El Rey pronto había sospechado de lo que allí ocurría y llamando a su tienda a varios de los señores más importantes del reino, pronto obtuvo un compromiso por su parte para unirse a la campaña comandada por Ser Jonothor Darrry de la Guardia Real. Muchos se perderían las lizas de las que se hablaría durante centurias, pero nadie tenías las pelotas de contradecir a Aerys, ni de parecer cobarde ante sus ojos.

Alrededor de la mesa de Lord William Darry se encontraban Ser Jonothor y su hermano Ser Ambrose distribuyendo a los caballeros, su padre se encontraba indispuesto en aquellos momentos. Los demás señores atendían a las órdenes de los Darry. Brandon Stark, descompuesto por la pérdida de su amiga y por recibir órdenes de sureños; Lord Tristan Ryger, jefe de los exploradores; Ser Desmond Grell, comandante del grueso de los hombres de armas; el capitán de la guardia de los Hightower, comandando a los cerca de 25 caballeros que se habían sumado a la campaña; y un hombre de confianza de Lord Walder Frey, aportando un grueso de hombres de los Frey, que habían acudido a apoyar la búsqueda que podría alargarse hasta sus tierras.

Todo lo que sabían era lo aportado por el joven lovo. Un grupo extraño, compuesto por hombres recios vestidos como bandidos, había permanecido durante días ante el camino que llevaba a las Puertas de la Sangre, no habían atacado ni molestado a nadie de la región y tras el ataque a los Stark habían desaparecido rumbo al norte.

Mientras Elbert trataba de dar con alguno de los Whent acompañado por su primo Jasper y Ser Vardis Egen, noto cierto nervisismo en el ambiente. Un conglomerado de gente armada se preparaba para partir. ¿Para partir? Demonios, que podia estar ocurriendo. ¡Si acababan de llegar! Un caballero de blanco paso andando junto a el.

-¡Eh! Ser…

-Ser Jonothor Darry, de la guardia real. Muy ocupado para atenderos adecuadamente, ya me disculpareis.

-Solo os robare un minuto. ¿Que ocurre?

Su respuesta preocupo a Elbert. ¡Secuestro! ¡Stark! ¡Maldita sea! Penso el heredero del valle.

-Ser Jonothor. ¿Como puedo ayudar? ¡Al servicio del rey!

“Cierto es, así lo requieren las circunstancias.” - pensó Lord Walder Frey al terminar de leer el mensaje que acababa de recibir. Salió de sus aposentos y se dirigió al gran salón. Tenía que disponerlo todo, no había segundo que perder. Una de las doncellas se le acercó ofreciéndole vino. El viejo Frey desestimo la propuesta.

– Haz llamar a mi hijo Stevron de inmediato, y que venga Aenys también. ¡Rápido! – Sin mediar palabra la doncella salió rápidamente del gran salón para cumplir diligentemente las ordenes de su señor.

Al cabo de unos escasos diez minutos de espera Aenys y Stevron entraron por las puertas del gran salón. En su rostro se mezclaban la curiosidad y la preocupación por partes iguales.

– ¿Qué ocurre padre? Hemos venido tan rápido como hemos podido. – dijo Stevrón agachando levemente la cabeza.

– Es hora de convocar a nuestros hombres, unos mil serán suficientes. Aenys tu dirígete a la herrería y que este todo dispuesto lo más rápido posible. El tiempo es oro. - Conocedor del carácter de Lord Frey Aenys no dijo nada y partió hacia la herrería. Stevron iba a hablar pero Walder Frey no le dejó.

– Tu irás al mando. Prepara tu caballo y tu armadura . Ahora marchate. – Stevron Frey iba a salir del gran salón cuando preocupado se giró y preguntó a su padre:

– ¿que ocurre mi señor?

– El rey nos pide mil hombres en Darry, y es lo que tendrá. Se unirán a la partida de busqueda para dar caza a los bandidos que al parecer campan a sus anchas por las tierras de los rios. Ahora marchate.

Stevron Frey abandonó pensativo el gran salón. “Mil hombres son muchos hombres, pero a un rey no se le cuestiona se le obedece” Asintió convencido y continuo su marcha.

-¿Ser Jonothor?

-¿Qué pasa ahora?

-Disculpe, somos los hombres de Connington. Ya sabe…em, sus soldados del Grifo. Caballeros, algún hombre a pie…a su disposición.

-¿Sois veinticinco?

-Bueno…somos casi toda la escolta de Lord Jon. Prometió a Lord Stark que ayudaría y esto es lo que tenemos disponible en estas tierras, si usted me disculpa. Nido de Grifos queda lejos, y no podemos permitirnos tanto retraso…

-Es suficiente, siempre son mejores veinticinco espadas más que menos. ¿Nombre?

-Ser Paul Brownsand, hijo de Leto Brownsand, un caballero juramentado, señor. Capitán de la escolta de Lord Connington.

“Pocos mimbres para hacer este cesto”, pensó Darry mirando al joven, de apenas veinticinco años, que debía haber sido nombrado Ser por Connington merced a alguna pobre hazaña. Con su pelo negruzco, sus ojos azulados y la estatura podía tner ancestros Baratheon, pero era tan espigado y frágil que descartaba cualquier posibilidad de bastardía. Una pena. Odiaba ver a linajes nuevos extinguiéndose tan rápido…y la llama del combate pronto se cerniría sobre Brownsand.

La partida salió la noche anterior, las dudas sembraban sus rostros, muchos sabrían que no volverían en caso de que la partida se complicase, otros pensaban que el esfuerzo era en vano. La damisela bien podía estar siendo vendida como esclava al otro lado del Mar Agosto, violada y enterrada por sus captores o en una mazmorra tan profunda que jamás la encontrarían.

Los ánimos de los señores más importantes del reino se centraban en el gran torneo de Harrenhall, y no era para más. Una suculenta recompensa esperaba para el ganador.

El primer día no iba a ser un gran día, el Lobo cabalgaba rápido, y se adelantaba frecuentemente al grupo que encabezaban el capa blanca, Ser Jonothor Darry, y Ser Ambrose Darry que cabalgaba a su lado… se notaba las ganas pero un grupo tan grande no podría ir todo lo rápido que querían… los hombres de los Hightower, de los Connington y los Frey los frenarían demasiado. El grupo de bandidos era de apenas 15 miembros y no había evidencias de que ese números se fuese a acrecentar más adelante en el camino por lo que ¿para qué demonios había allí reunidos más de 75 hombres?

Maldecía cada vez que se alejaba y cruzaba los lindes del camino para intentar encontrar evidencias del paso de cualquier caballo que no fuese el de la expedición, pero hasta el momento había sido inútil, aunque sabía perfectamente que donde se encontraban e incluso mucho más adelante lo seguiría siendo.

-Acamparemos en este claro, al alba continuaremos con la marcha. - Rugió un potente Ser Jonothor haciendo que la mayor parte de los hombres respirasen aliviados, y otra parte refunfuñasen mirando lo que habían dejado atrás.

Apenas una hora más tarde las tiendas se habían improvisado en el claro y varias lumbres dejaban un reguero negro hacia el cielo e impregnaba el ambiente un aroma de dulce grasa mezclado de brasas que penetraban en la carne haciendo que muchos se relamieran los dedos. Brandon apenas probó bocado, impaciente por que llegase de nuevo el alba, por un momento pensó en Catelyn, su prometida… esos hermosos ojos azules habían penetrado su corazón y su miembro se lo había recordado cuando la dejó de camino a sus aposentos y se lo volvía a recordar en aquel momento junto a aquella hoguera. Pero la podre Barbrey… tan fría como dura y dulces, dulces sus palabras y dulce su entrepierna que había probado una y otra vez mientras era pupilo de Lord Dustin.

Aún seguía ensimismado mientras algunos ya entraban en sus tiendas, hasta que escuchó un grupo, un hombre al que no debían conocer ni apenas dentro de los muros de su hogar, no sabría decir en ese momento el blasón, ni si el alcohol les había inundado las venas pero un click le hizo en su abrumada cabeza cuando escuchó a uno de ellos maldecir el frío cadáver de Lady Dustin y tener que perderse el torneo.

Brandon saltó hacia él y desenfundó su espada - Tanto si vos como si cualquier otro no quiere pertenecer a esta partida marchad de nuevo a Harrenhal. Pero no voy a permitir que mancilleis el nombre ni el alma de una noble norteña en mi presencia… - gritaba furioso haciendo que todo el campamento ya centrase su atención en ellos y que los que habían entrado en sus tiendas salieran aprisa a tientas alguno, pues alguna hoguera ya había perdido la luz que desprendía - Si lo seguís pensando levantad y armaos y que vuestros dioses o los míos decidan quién tiene la razón. -

Los hombres de la casa Hightower, con su blason en los escudos habían marchado todo el día al ritmo que otros habían ordenado. La partida de búsqueda era cosa de los Stark, la casa de Antigua solo había pretendido prestar unos cuantos hombres por si eran necesarios y bajo orden estricta de Ser Baelor no había cabida para la queja o el lamento. Su misión era importante para algunos, por más que para los caballeros del Dominio pudiese parecer algo lejano.

El capitán de los hombres de ser Baelor era un caballero llamado William que ya sobrepasaba los cuarenta días del nombre, con visibles canas en la barba y arrugas en el rostro. Era un hombre leal, serio y justo y durante todo el día había dirigido a sus hombres tal y como se le había exigido.

Al escuchar la orden de acampar había ordenado a media docena de sus hombres traer leña para encender hogueras y repartirlas por el campamento. Un gesto de cordialidad con el resto de señores que esperaba fuera bien visto. Su misión era doble, pues no solo era una búsqueda, en aquella misión podían nacer o perecer muchísimas relaciones futuras.

Por eso ser William saltó enseguida de su asiento con la armadura a medio quitar cuando vio que se armaba trifulca en otro lado del campamento y acudió raudo a ver que pasaba. La escena no prometía, era la primera pelea de un grupo numeroso donde la mayoría no se conocía, aquello estaba anunciado. – Mi señor, seguro que el hombre no lo dijo para ofender, seguro que ansía disculparse tanto como vos escuchar la disculpa – dijo dando un paso adelante tratando de calmar los animos. – Así no hacemos bien a nadie ser Brandon – dijo acercándose con paso lento hacía el norteño tratando de apaciguar la trifulca.

Durante las horas que sucedieron inexorables a lo largo de tres tediosos días algo había quedado claro. En aquella zona no había más bandidaje que en cualquier otro camino de Poniente. La única explicación plausible es que el ataque fuese algo planeado, ¿cómo iban unos simples bandidos a poder salir airosos de un ataque a una comitiva de guerreros norteños y luego desaparecer sin dejar rastro? Los hombres comenzaban a desesperarse por la futilidad del trabajo.

El ejército de los Frey alcanzó Darry al amaecer del cuarto día de búsqueda. Ser Stevron Frey, el heredero de Lord Walter, y su hijo Ser Ryman acudían al mando de las tropas junto con otro de los hijos de Lord Frey, Ser Aenys Frey. Un millar de hombres armados hasta los dientes y con buenas protecciones desfilaban uno delante del otro ante la atenta mirada del Guardia Real. ¿Qué voy a hacer con tamaña hueste? Estamos intentando cazar aves con trabuquetes. Lo absurdo de la situación podía tanto son Ser Jonothor como con Ser Ambrose, que sin perder un segundo corrieron a pedir órdenes por cuervo, sin duda el rey no habría convocado allí a aquellos hombres únicamente para hacer lo mismo que habían estado haciendo ellos durante días. Todos los hombres aguardaban a que volviesen los cuervos. Los ribereños, por otro lado, estaban más unidos al grupo del Stark, escuchando con mayor atención las cuestiones que planteaba y siguiendo en mayor número las partidas que comandaba el comandante norteño.

Los Frey, que vienen desde el norte, dicen que por sus tierras no hay bandidos; se ocupan debidamente de ellos como de las malas hierbas, algo que según insinúan, también deberían hacer Lord Hoster y los Darry.

Stevron Frey sentía como el malestar y la culpa crecían en el…seguían órdenes del mismísimo rey pero aquello le parecía un abuso excesivo. Y mas cuando la implicación de las diferentes casas participantes tenía una repercusión menor. Habló con Aenys y pronto un cuervo partió hacia los gemelos.

Desmond Grell y Trystan Ryger comentaban todo aquello. Habían vistos pastos arder, mercados vacíos y hombres y mujeres que les observaban con temor. Los hombres de Whent y Tully, junto al resto de banderizos, se habían reunido en torno a sus figuras. No querían ser iguales a los Frey, y preferían que ambos dos usasen el conocimiento que tenían del terreno. Además ninguno quería inmiscuirse en aquello que hacían los que tenían el pendón Frey.

  • Debéis de poner fin a esos abusos.- Desmond Grell habló directamente a Jonothor Darry.- Habláis con la voz del Rey, y es la gente de Darry la que está siendo atacada. Debéis de terminar con esto.- Los hombres de los Ríos se habían unido en esa petición, pero al día siguiente Desmond Grell abandonó la posición de los Guardias Reales. Emprendería la búsqueda junto a sus hombres de confianza. Y además, Lord Tully debía de saber de lo que ocurría allí.

— ¿Saqueos? ¿No era lo esperado ante tamaña operación? No entiendo esta delicadeza de la que adolecen los señor de Poniente tan repentinamente…

Cuando un gran grupo de hombres armados se echaban a los caminos, lo más esperado no era que se encontrasen con el enemigo envueltos en una épica batalla, si no los incendios, las violaciones y todo el pillaje del que fueran capaces.

La respuesta de Walder Frey no se hizo esperar. Pronto llego un cuervo procedente de los Gemelos, que levantó el animó de Stevron y Aenys Frey. La violéncia debía de cesarse inmediatamente, su padre había conseguido el permiso del rey para rebajar la presión en las tierras de los Ríos.

En un intento de reparar en cierta medida los daños realizados por sus hombres Stevron Frey ofreció a Lord Tully cincuenta hombres que se pondrían de inmediato con las labores de construcción y reparación que el Señor de los Ríos considerara menester.

En el momento en que los hombres de los Gemelos aparecieron y comenzaron los abusos los caballeros del Dominio empezaron a sentirse incómodos. Aquello no cuadraba con su forma de hacer las cosas y no eran las órdenes que habían recibido. Quizás entre los señores de los Ríos se apañasen bien así pero la casa de Antigua no podía inmiscuirse en semejante atropello. Por eso, tras pensarlo durante un buen rato el capitán de los hombres de Ser Baelor se dirigió al Stark con cautela. Ya conocía los arranques de ese hombre y prefería evitarlos.

Mi señor Stark, la casa Hightower está de vuestra parte en esta búsqueda y de verdad que esperamos que se haga justicia pero estos métodos… - dudó un segundo mesándose la barba antes de proseguir – no creo que ser Baelor los aprobase y por lo tanto vamos a volver a Harrenhall. Si una vez allí mi señor nos pide que volvamos, con gusto lo haremos, pero hasta entonces, que la Vieja os guie – dijo el capitán antes de retirarse. El nada sabía de lo que iba a producirse y de que las tropelías iban a terminar, pero su deber lo creía cumplido y por lo tanto, era hora de volver.

A ser Jonothor se le estaba escapando esto de las manos y sin duda para cualquier caballero con algo de honra esta misión le quedaba pequeña - Ser Jonothor esto avergüenza a los dioses nuevos y los antiguos, no voy a permitir que en una misión que defiende el honor de los hombres y las mujeres se convierta en una carnicería así que esto debe tocar a su fín… marchad vos hacia el sur hacia las tierras de la Corona, yo marcharé con mis hombres hacia el norte. - había decidido desligarse de todo aquello.

Si ya era absurdo 75 hombres cuando llegaron los hombres de los Frey la locura ya era de tamaño monstruoso, buscaban a 15 jodidos hombres y una lady y aquello se había convertido en una campaña de abusos y muerte, los Frey estaban convirtiendo aquello en un campo de batalla.

Se acercó a los hombres que lo seguían, los ribereños y los hombres de Antigua que aún estaban de su lado - Marcharemos hacia el norte. Esta partida ha perdido la cabeza y deshonran la misión para la que los dioses nos han convocado. Mirad a vuestro alrededor, esta blasfemia es la que nunca se debería consentir. Ni en nombre de los dioses, ni en nombre del Rey. - Partirían hacia donde la única pista que tenían les debía haber llevado, hacia el norte… su señor padre ya se había encargado de cerrar el Cuello, así que si esos infames Frey habían hecho su trabajo esos malditos bandidos no tendrían muchos lugares donde esconderse si habían tomado aquella ruta. Pero ¿quién se podía fiar de los Frey?

Hombres del Rey con documentos firmados por la Mano se acercaron al variopinto grupo de hombres que se ocupaba de buscar a Lady Dustin, los que quedaban al menos.

Según las órdenes que portaban, la partida de búsqueda quedaba bajo control de Lord Roswell y todos los que actualmente estaban en tierras Darry debían volver a Harrenhal.

El conflicto con Lady Dustin amenazaba con llevarse por delante todo lo bueno de la zona.

Los Hightower fueron los primeros en abandonar la comitiva y pronto esta se disolvió por completo. Solo quedaron en la zona Ser Jonothor Darry, que aclararía con su hermano ciertos detalles antes de volver a sus tierras; Brandon Stark, buscando con ahínco a su bienamada “amiga” y una partida de los Ríos comandada por Ser Bryden que había reagrupado a los que abandonaron Darry hacía pocos días.

Ahora se unían a la búsqueda los hombres de la Mano, un monstruoso hombre recién nombrado caballero.

Las esperanzas se perdían cuántas más lunas contaban, y los hombres poco a poco iban desapareciendo hasta que por ordenanza de la Mano habían entregado el poder de comandar a aquellos hombres a Lord Ryswell, padre de Lady Barbrey y vasallo de su señor padre.

Casi todos los hombres que lo habían acompañado ya habían marchado, de aquella experiencia había sacado algo positivo cosas que algún día recordaría, mientras veía los pocos hombres que quedaban Brandon se acercó al Brynden Tully, el legendario Pez Negro a quien todos respetaban en aquellas tierras.

-Me alegra veros mi señor, espero que vuestra presencia pueda esclarecer en algo todo esto. Nada cuadra en este asunto mi señor… y esta partida ha sido una locura desde la llegada de los refuerzos del Rey. - Brandon hablaba en petit comité con el que según todo parecía iba a terminar siendo su tío político, iban a ser familia y eso era lo primero para los Tully, si su fama era bien merecida no había a quien mejor encomendarse.

El gran contingente de los Frey que había marchado hasta Darry por orden real. Regresó hacia los Gemelos. Stevron Frey ordenó que algunos de ellos se quedasen ayudando en las tareas de reparación en las aldeas que habían arrasado por orden del rey, dejando también algunos hombres a disposición de Lord Tully y Stark para que les encomendasen las labores pertinentes.

– Marchamos hacia los Gemelos, lamentamos el mal a manos de nuestros hombres. Y la deshonra que haya podido suponer a sus casas. - Sin esperar respuesta, pues entendían el malestar que provocaba su presencia tanto a Lord Brynden Tully y Brandon Stark, Lord Aenys y Stevron Frey partieron hacia los Gemelos al frente de aquel ejercito que demasiado protagonismo había acaparado aquellos días.