La pausa de Aerys

El día transcurría sin demasiados altercados, los acuerdos diplomáticos que se estaban firmando aquellos días eran importantes y nadie quería hacer nada que los pusiera en peligro. Mientras la cabeza de los importantes señores estaba ocupada con las extrañas alianzas que se estaban dando las trompetas anunciaron el inicio de las meleé de Harrenhall.

Más de una veintena de caballeros y guerreros se enzarzaron en un combate cuerpo a cuerpo caótico, en el que podías caer eliminado con gran facilidad, pese a la habilidad con la espada, la lanza o el martillo. El primer choque fue brutal y pronto se corearon los nombres de los primeros eliminados: Lord Hardyn Melcolm; Ser Lyle Crakehall “El Jabalí” y su hermano Ser Merlon Crakehall; Brandon Stark, que combatía junto a su hermano y Ser Rodrick Cassel, un caballero menor al servicio de su familia, ambos se protegían mutuamente pero al final solo Eddard se mantenía en la competición, pese a ser el menos diestro de los tres; Ser Raymun Darry y el “Gran” Jon se habían enzarzado en un combate singular de épicas proporciones, sin reparar a su alrededor, lo que provoco la eliminación de ambos cuando sus contrincantes pudieron derivarlos; y por último, Ser Elbert Arryn, que había conseguido derrotar al pequeño de os Grejyoy, Euron, pero que cuando quiso darse cuenta recibió un golpe plano con la espada tal que le dejó conmocionado durante una hora, la brutalidad con la que golpeaba el “Toro” de los Freya diestro y siniestro era digna de un animal salvaje que no reparaba en la seguridad de nadie.

Por otro lado, Victario Greyjoy peleaba con una cautela y habilidades dignas de un gran caballero, desde un flanco arremetía contra todo aquel que aprovechaba su guardia baja para tratar de eliminarlo, eliminando en el proceso a Lord Clement Piper, su tío. El joven Ser Richard Lonmouth también tenía un buen día, cruzando su espada con el extrovertido gerrero de la Roca, Ser Gerion Lannister; ambos dejaron de combatir cuando tres rivales se le vinieron encima. Un joven gigante, Gregor Clegane; Lord Dunstan Drumm, de las Islas del Hierro; y Ser Gawen Wylde, cargaban contra ellos con la intención de derrotarlos en una carga sorpresa. El arrojo de los tres se compensó por su falta de cerebro y acabaron mordiendo el polvo ante una defensa inesperada y conjunta de sus rivales. Ser Vardis Edgen caía ante el joven Eddard, que conocía bien su estilo de lucha y el combate se calmaba alrededor de los ocho combatientes que se mantenían en pie.

Los combates se localizaron más y resultó al público más sencillo seguir los intercambios de golpes. El joven Eddard Stark derrotaba a la mole de carne que adornaba su cuerpo con tres perros sobre fondo amarillo, se había abalanzado sin conocimiento ninguno y tras perder el equilibrio un golpe seco en el cuello lo tumbó. La suerte seguía aliada con el Stark. Ser Richard fue lanzado por los aires de un martillazo que, de no estar acolchado, le hubiera atravesado todos sus órganos internos, aquel golpe hizo reír al joven compañero del Príncipe, alegando mientras salía del terreno de combate que no le importaba quedar eliminado por un golpe como ese. Ser Gerion, que combatía a su lado sufrió un despiste de menos de un segundo, suficiente para que el Lord Comandante le hiciera trastavillear. En una esquina del campo de juego la habilidad de Victarion Greyjoy se hacía inútil ante las cargas del Frey. Pronto se hizo patente que el lugar del isleño era el mar y no la tierra, abandonando el combate antes de que un golpe desafortunado de Ser Hosteen le incapacitara para capitanear su embarcación.

Lord Robert lanzó una mirada de sorpresa a su amigo, solo quedaban dos rivales, les derrotarían juntos y luego se enfrentarían en una final que quedaría para el recuerdo. Ser Hosteen Frey, que no se percató de la alianza establecida entre los combatientes se precipitó hacia la derrota. Ahora codo con codo, los jóvenes pupilos de Lord Jon Arryn se enfrentaban al hombre más diestro con la espada que había en Harrenhall en ese momento, su admiración por aquel hombre era más que palpable y con una sonrisa Lord Gerold les invitó a cargar.