— Por favor, LORD CLEMENT, contadle a mi hermanita la historia de la tormenta de Rocadragón —dijo el príncipe Tommen con entusiasmo—. Es una de mis favoritas.
LORD CLEMENT CRABB el Tritón sacó pecho orgulloso. A pocos les era concedido el honor de cenar con unos príncipes del reino, y le gustaba hablar de sí mismo y de sus hazañas en la mar que le habían hecho ganarse su justa reputación.
— Sucedió hace dos años, cuando navegaba cerca de Rocadragón, de vuelta a mi hogar, mi príncipe. —de repente, LORD CLEMENT empezó a hablar con un tono de voz más dramático—. Era noche sin luna, negra como el carbón, cuando surgió de la bruma, una bestia con más calva que cabeza que parecía muerta en vida…
— ¡Ah, qué espanto! —exclamó Myrcella—¿Y qué fue lo que hicisteis?
— ¡Arrrr! Les dije a mis hombres, ¡izad la mayor, marineros!..
Pero de repente, LORD CLEMENT CRABB calló. Tommen y Myrcella se empezaron a mirar dubitativos, esa pausa no era natural, el Tritón no quería añadir dramatismo a su historia, allí pasaba algo. Observaron atónitos como su aspecto se transformaba, sus ojos se tornaron azules, su pelo castaño se deshizo para dar nacimiento a una brillante e impresionante calva. Empezaron a escuchar un rechinar de dientes tan fuerte que creían que la dentadura de aquel demonio iba a salir disparada de su boca en cualquier momento. «¡Es la bestia calva, ha venido a comernos!», pensó Tommen asustado. Y de repente, el monstruo habló.
— SOY EL LEGÍTIMO REY.
Los dos príncipes chillaron, asustados. Y poco después, Tommen estaba en su alcoba personal, en la comodidad y seguridad de su lecho de plumas. Sólo había sido una pesadilla, ¿verdad?
En el interior de torre derruida de Asshai, Dany sonreía delante de una vela de cristal. Cada vez tenía más poder y su influencia llegaba más lejos. Se quitó entonces una de sus sandalias y admiró la belleza de su pie desnudo. Pronto esa visión se haría recurrente en muchos señores de Poniente.