Finalizada la primera jornada del Torneo de Aguasdulces, tuvo lugar la ceremonia de casamiento entre Ser Duncan Whent y Moyra Frey. Ambos jóvenes relucían en sus ropajes de gala, y los nervios eran palpables de un simple vistazo. Era difícil saber si dicho nerviosismo era por el gozo que sentían los contrayentes o todo lo contrario.
El septo de Aguasdulces estaba prácticamente lleno, pues a la boda habían acudido más invitados de los quizá esperados, cosa que llenaba de orgullo al Señor de los Ríos, que sonreía consciente del éxito de su convocatoria al torneo.
Frente a los prometidos, el Septón de Aguasdulces se disponía a oficiar la ceremonia . Tras la formulación de los siete votos, la invocación de las siete bendiciones y el intercambio de las siete promesas todos entonaron y disfrutaron de la canción nupcial, no habiendo nadie que se opusiese a dicha unión se procedió al intercambio de capas y el intercambio de palabras rituales:
–con este beso te entrego en prenda mi amor y te acepto como señor y como esposo – dijo una nerviosa Morya Frey casi sin levantar la vista, a lo que Ser Duncan Whent respondió;
– Yo te acepto como mi señora y esposa–La beso en los labios tomandola de las manos.
– Aquí, ante los ojos de los dioses y los hombres, proclamo solemnemente a Ser Duncan de la Casa Whent y a Lady Moyra de la Casa Frey, marido y mujer, una sola carne, un solo corazón, una sola alma, ahora y por siempre, y maldito sea quien se interponga entre ellos–Concluyó el Septón la ceremonia.
Lord Hoster Tully se levantó de su asiento e invitó a todos los asistentes a disfrutar de la cena venidera y de la ceremonia de encamamiento posterior, y sobretodo a vibrar con la próxima jornada del Torneo.