PoV: Lord James Mallister
Tokens: Por encima del resto.
Objetivo: James Mallister pretende reunirse con los demás nobles de su zona para conocer sus opiniones acerca de lo que piensan de la carta de Targaryen. James cree que es una gran oportunidad, pero aún no tiene claro en qué sentido y pretende encontrarlo en lo que digan sus pares. James tiene claro que no va a ir en contra de sus vecinos y espera que todos quieran hacer lo mismo para erigirse como el líder de ellos.
Los nobles invitados a Varamar son Lord Frey, Lord Darry, Lord Goodbrook, Lord Ryger y, si Frey tiene a bien a invitar a sus vasallos, estos también.
Este primer encuentro no es secreto pero tampoco se hace a voces, básicamente porque James tiene miedo de que Hoare tome represalias si cree que conspiran contra él.
La reunión es sólo para los nobles, es decir, que si llegan con escolta deben ser los propios señores quienes se hagan cargo de su manutención. Los señores se habrán de contentar con poder domir en el castillo y poder comer caliente. No hay para más.
Roleo:
Lord James Mallister, Señor de Varamar, miraba desde las almenas de su fortaleza como unos pescadores descargaban un puñado de peces desde sus barcas allá en la costa. La imagen era triste de por sí: un puñado de hombres harapientos y la piel curtida por el sol, llenos de arena y con el pelo pegado debido al agua, arrastrando una red con una captura que apenas si podría servir para alimentarlos a ellos.
– Al menos han sobrevivido. – Dijo el señor de los Mallister.
– ¿Qué? – Contestó a su lado Duncan, su hermano.
– Nada.
Los dos hombres bajaron de las almenas por las escaleras de piedra resbaladiza y pulida que los llevó hasta el patio de armas. El barro manchaba sus botas y los bajos de las raídas capas y James tuvo que esquivar un par de boñigas que algún animal había tenido a bien dejar por allí.
Cuando entraron en la edificación, Ducan echó un último vistazo atrás y sonrió torpemente al divisar a Meggan que estaba charlando con una joven; el hombre se manoseó sus partes pensando en lo que le haría a la bastarda si pudiera.
– ¿Quiénes son los Targaryen? - Preguntó James Mallister sin dirigirse a nadie en particular.
Duncan, que se creía el único que estaba allí, contestó con aires de saberlo todo.
– Unas estirpe de Valyria. Deben de ser muy ricos ya que se trajeron gran parte del tesoro de sus tierras, arrebatándoselo a sus rivales lo cual llevó a la ruina de estos. Ahora son los últimos valyrios del mundo.
– Gracias por tu inestimable ayuda, hermano. – Dijo con sarcasmo James, algo que se le pasó por alto a Duncan ya que sonrió satisfecho. – Pero preguntaba por quién es Aegon y por qué cree que puede ser el rey de todo el puto Poniente.
– Ah. – Contestó por todas respuesta el menor de los hermanos dandoa entender que todo lo que sabía ya lo había dicho.
James se sentó ante el fuego en un taburete, gruñó para sí y elevó un poco más la voz.
– ¿Estás ahí, Wilfred? – Al no obtener respuesta, terminó por gritar. – ¡Will!
Un sonido de persona sobresaltándose se dejó oír en un rincón y una voz adormilada se escuchó.
– Por supuesto, mi señor. Sí, sí. Aquí, aquí. ¿En qué puedo serviros?
– Enviad cuervos a Frey, Darry y Ryger. Invitadlos a Varamar para tratar asuntos.
– ¿Qué asuntos, mi señor? – Preguntó inocentemente el maestre con la única intención de ser más diligente en la redacción de la carta.
– No te incumben, limítate a escribir la puñetera carta.
– ¿Y los Goodbrook?
– ¿Quiénes? Ah, sí, esos. Sí, envíales también un cuervo a su castillo, sea el que sea.
Willfred se levantó y se inclinó levemente antes de desaparecer con paso vacilante debido a que se le había dormido una pierna.
– Duncan, ¿los Targaryen tenían dragones?
– ¿Qué?
– Nada.