Misión 15: Unión con dragones

PoV

Corlys Velaryon

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Tokens

Bastardos de Marcaderiva

Ambos serán los que se presenten ante Arrax. La intención es que la misión sea principalmente para ellos.

Lucerys Velaryon y Arrax

Lucerys ayudará a los bastardos a estar cerca de un dragón, a que entiendan como deben comportarse y a quitarles los nervios.

Objetivo

Que los bastardos sepan como estar en presencia de dragones, tomen consejos. Es una misión para que en un futuro puedan domar dragones.

Misión

Lucerys hará entender a los bastardos como hay que tratar a los dragones y se ayudará de Arrax, para que éste los acepte. Le alimentará, junto a ellos y en definitiva hará que los bastardos estén más tranquilos ante los bichos.

Localización

Marcaderiva

Roleo

El sol comenzaba a caer en Marcaderiva, y el brillo dorado del atardecer bañaba la fortaleza ancestral de la Casa Velaryon. Lucerys Velaryon, el joven jinete del dragón Arrax, había regresado a su hogar tras cumplir una misión para su madre, Rhaenyra. Sin embargo, no había vuelto solo por las responsabilidades de la corte. Había un asunto más personal que atender.

Los bastardos de su padre, Laenor Velaryon, Addam y Alyn, habían llegado a Marea Alta. Se sabía que estos jóvenes tenían la sangre de los Velaryon, pero la relación entre las familias estaba teñida de rumores y complicaciones. No obstante, Lucerys, con su carácter amable y justo, los había invitado a acompañarlo. Si llevaban la sangre de los Velaryon, quizás también tenían el don para montar dragones.

Lucerys los había llamado para una tarea especial. Mientras se acercaban al nido de Arrax, el dragón blanco como la nieve, el ambiente se tornó tenso. Para Addam y Alyn, ver a una criatura tan majestuosa era a la vez fascinante y aterrador. Lucerys, sin embargo, mantenía una calma natural.

—Sé que jamás habéis estado tan cerca de un dragón —dijo Lucerys, observando cómo los dos hermanos se mantenían a una distancia prudente—. Pero no temáis. Si estáis aquí, es porque quiero que aprendáis a conocer a estas criaturas. En Marcaderiva, los dragones han sido parte de nuestra historia. Y vosotros sois Velaryon, de alguna manera u otra.

Addam miraba fijamente a Arrax, cuyos ojos amarillos lo escrutaban de vuelta. Alyn, más joven y menos inclinado a esconder su nerviosismo, dio un paso atrás cuando Arrax movió ligeramente su enorme cola.

—¿Cómo podemos acercarnos sin que nos devore? —preguntó Alyn, con la voz temblorosa.

Lucerys sonrió, recordando la primera vez que él mismo había sentido esa mezcla de miedo y fascinación al estar cerca de un dragón.

—Lo primero es mostrar respeto —dijo Lucerys, mirando a Arrax con firmeza—. No son como los caballos o los lobos. Son criaturas de fuego y viento. Tienen su propia voluntad. No se someten fácilmente, pero si lográis ganároslos, os aceptarán como compañeros.

—¿Y cómo se gana el respeto de un dragón? —preguntó Addam, claramente más curioso que asustado.

Lucerys dio un paso adelante, sin apartar la vista de Arrax.

—Con paciencia —respondió—. Y con confianza. Ellos perciben nuestras emociones, nuestras intenciones. Si mostráramos miedo o duda, lo sentirían, y podrían volverse contra nosotros. Pero si nos presentamos como iguales, si los tratamos con dignidad, puede que nos acepten. Y sobre todo, deben saber que nosotros los alimentamos.

Lucerys alzó la mano, y unos sirvientes trajeron un cordero fresco. Arrax, al percibir el olor, emitió un gruñido grave que hizo temblar el suelo. Con cuidado, Lucerys tomó el cordero y se acercó al dragón, manteniendo sus movimientos lentos y seguros.

—Observad —murmuró a los hermanos—. Los dragones se comunican más por la energía que por las palabras. Sentirán si dudáis.

Con un movimiento fluido, lanzó el cordero hacia Arrax, quien lo atrapó en el aire con un chasquido de sus mandíbulas. El dragón bajó la cabeza y emitió un sonido gutural, como si agradeciera el festín. Lucerys dio un paso atrás, pero no mostró señales de nerviosismo.

Addam y Alyn miraban, fascinados.

—Ahora os toca a vosotros —dijo Lucerys—. Acercaos. Dejad que os sienta, que os huela. No tengáis miedo. Arrax no os atacará si no le dais razones para hacerlo.

Addam fue el primero en dar un paso adelante, imitando la postura tranquila de Lucerys. Al principio, Arrax gruñó bajo, pero Addam mantuvo la calma, respirando hondo. Después de unos segundos que parecieron eternos, el dragón relajó su postura y dejó que Addam se acercara lo suficiente como para tocar suavemente su escamoso costado.

—Eso es —dijo Lucerys, sonriendo—. Estáis conectando con él.

Alyn, todavía temeroso, vio cómo su hermano mayor lograba lo imposible y, con un suspiro tembloroso, decidió intentarlo también. Aunque sus manos temblaban, se acercó despacio, y finalmente pudo poner una mano en la piel cálida de Arrax.

Lucerys los observó con orgullo.

—Los dragones no son bestias para ser dominadas. Son compañeros. Respetadlos, y os respetarán de vuelta. Hoy habéis dado el primer paso. Quizá, algún día, uno de vosotros pueda montar su propio dragón.

Los ojos de Addam brillaron con ambición. Alyn, aunque aún algo nervioso, comenzó a sonreír al ver que había superado su miedo. Lucerys, por su parte, sentía que ese encuentro había sido más que un simple entrenamiento; era el inicio de una relación más cercana entre ellos, un puente entre sus familias, entre lo que fue y lo que podría ser.

Y mientras el sol se ocultaba en el horizonte, el rugido de Arrax resonaba en el aire, como si el dragón aceptara a los recién llegados en su mundo.

Todo sucede sin problemas, en futuras misiones para con dragones los bastardos tendrán un +1, recuérdamelo.