Misión 2 - Agitar el sonajero

PoV: Jon Nieve
Tokens: Jon Nieve, Antiguos Dioses, Warg

Misión: Jon Nieve viaja con el grupo de Casaca de Matraca. Ygritte lo pone a prueba para ver si es un “hombre de verdad” y lo manipula para que se enfrenten.
Objetivo: Conseguir el token Ygritte.

Habían pasado varias semanas desde que Jon se había unido al grupo que les había estado dando caza. Ygritte había estado junto a él desde el primer momento y casi desde ese primer día, habían compartido las noches. Desde hace poco la mujer le estaba metiendo ideas en su cabeza, algunas ideas que él jamás habría pensado pero lo cierto era que no sonaban tan mal… Sí, quería ser alguien dentro de su nueva gente. Él era mejor que ese hombrecillo al que seguían ahora, esperaría el momento oportuno y lo demostraría.

En los últimos días la tensión se palpaba, Jon estaba más seguro de sí mismo y eso lo hacía más desafiante hacia El Señor de los Huesos, que tonto tampoco era.

— Hoy harás la última guardia, Cuervo— dijo cuando al poco de sentarse en la hoguera.
— Jon— respondió este.— Mi nombre es Jon, no Cuervo.
— ¿A quién le importa quién sea tu nombre, Cuervo?
Jon se esforzaba por parecer tranquilo
— A mi me importa. Igual que a ti te importa el tuyo, no “Señor de los Huesos”?— Escupió las últimas palabras buscando provocar.
Casaca de Matraca se puso en pie y echó mano a la espada.
— Voy a cortarte la lengua, Cuervo!— gritó. — Después herviré tus huesos y los añadiré a mi armadura.
— Quieres que dar aún más la… matraca?— Jon se había puesto en pie. Fantasma, a su lado, mostraba los dientes, agazapado a punto de saltar.
— Matadlo! — Ordeno a los guerreros más cercanos. — Traedme su cabeza!
Las manos de Ygritte se movieron más rápidas que la vista. Al momento el arco estaba cargado y apuntando.
— El que de un paso más, estará muerto antes de tocar el suelo.
— Vamos, Señor de los Cuervos— dijo Jon ahora sí desenvainando a Garra,— ven a cortármela tú. Veamos si eres tan hábil con las armas como dando órdenes.

Sin más dilación, Jon se lanzó al combate. Dispuesto a demostrarse a si mismo y, a Ygritte, sobre todo a Ygritte, que los tenía bien puestos.

En las heladas tierras más allá del Muro, Jon Nieve se encontraba en una ardua batalla contra Casaca de Matraca, un temible enemigo que había causado estragos en las tierras salvajes. Con su espada en mano y su lobo Fantasma a su lado, Jon se enfrentaba al feroz guerrero en un duelo a vida o muerte.

Casaca de Matraca, con su fuerza bruta y su destreza en combate, lanzaba golpes furiosos contra Jon, quien esquivaba con habilidad cada uno de sus ataques. Pero el enemigo era implacable, y Jon sabía que necesitaba una ventaja si quería salir victorioso de la contienda.

Entonces, con un grito de guerra, Jon se lanzó hacia adelante, confiando en la ayuda de su fiel compañero Fantasma. El lobo blanco se abalanzó sobre Casaca de Matraca, distrayéndolo el tiempo suficiente para que Jon pudiera asestar un golpe certero que lo dejara desarmado.

Con la victoria asegurada, Jon se encontraba exhausto pero lleno de determinación. Sin embargo, la emoción de la batalla pronto se transformó en una sensación completamente diferente cuando Ygritte, la valiente salvaje por la que Jon había sentido una atracción creciente, se acercó a él con una mirada llena de admiración y deseo.

En medio de la euforia de la victoria, Jon y Ygritte se encontraron en una cueva cercana, donde el calor de su pasión se encendió con una intensidad arrolladora. Con el sonido de la tormenta rugiendo afuera, se entregaron el uno al otro en un frenesí de deseo y salvajismo.

Jon, perdido en el éxtasis del momento, sintió el ardor del placer mezclarse con el frío penetrante del suelo de la cueva. A medida que la pasión los consumía, el joven Stark se entregó por completo a la experiencia, dejando atrás su inocencia y entregándose al placer de la carne.

Al final, mientras el fuego de su pasión se desvanecía en el aire gélido de la cueva, Jon se encontró jadeando y temblando, con una sonrisa de satisfacción en los labios y un cosquilleo helado en la parte inferior de su cuerpo. Aunque el frío del suelo había congelado buena parte de su culo, Jon sabía que el precio había valido la pena por el placer que había experimentado y por el amor que había encontrado en los brazos de Ygritte.


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