Misión 24: reconstruir la carne

PoV

Melisandre

Tokens

Azor Ahai, la Luz de R’hllor

Ejércitos

No

Objetivo

Melisandre va a ponerse el maravilloso colgantito de la serie y hacer unos hechizos para volver a ser bella y terrible cual Galadriel.

Misión

Una tontería, pero creo que es necesario, para Stannis y Meli, que siga pareciendo bella y terrible a ojos de los hombres, y no quemada y desfigurada. Sabe hacer magia. Que se arregle, aunque su capacidad de sombras esté tocada un tiempo. Y si se cura, tanto mejor.

Localización

Desembarco del Rey

Roleo

Su carne ardía.

-¿Es esto un castigo por mis pecados, Señor de la Luz?, ¿por no haber podido ver las llamas con suficiente claridad?

Dolía, dolía como los azotes de aquel tiempo que se había borrado de su mente. Melony, una pequeña niña en Asshai. Los golpes, las calles abarrotadas, el dinero tintineando…hasta que había llegado al Templo Rojo.

Hasta que había abrazado al Señor de la Luz. Hasta que su cruzada en busca de Azor Ahai la había llevado hasta las lejanas tierras de Poniente. Hasta esta ciudad, hasta Desembarco del Rey. Donde se forjaría el arma y la leyenda de aquel que guiaría a las fuerzas de la Luz.

-¿He dudado alguna vez, Señor?

La magia crepitaba a su alrededor. El colgante brillaba. Las llamas, como aquellas que habían consumido su carne y dañado su rostro también. Porque allí donde el fuego mataba…también purificaba.

Melisandre de Asshai, la sacerdotisa roja marcada por el fuego valyrio, se encontraba en su cámara secreta, sumida en la oscuridad de la noche. A pesar de su desfiguración, su fe en R’hllor seguía siendo inquebrantable, y estaba decidida a encontrar una manera de restaurar su imagen y su poder perdidos.

Con la mente enfocada y el corazón lleno de determinación, Melisandre se sumergió en las profundidades de la magia oscura que había estudiado durante toda su vida. Durante días y noches, trabajó incansablemente, experimentando con antiguas runas y conjuros olvidados en busca de una solución a su desgracia.

Finalmente, después de días de arduo trabajo, Melisandre encontró lo que buscaba: un antiguo artefacto mágico que le permitiría crear una ilusión de su imagen anterior, sin la desfiguración causada por el fuego valyrio. Con manos temblorosas pero llenas de anticipación, forjó un colgante de cristal oscuro, imbuido con el poder de la magia de Asshai.

Al colocarse el colgante alrededor del cuello, Melisandre sintió una oleada de energía oscura y misteriosa envolverla, transformándola ante sus propios ojos. Su piel quemada se volvió suave y radiante, sus ojos brillaron con una luz intensa y sus rojos cabellos fluyeron en cascadas sedosas sobre sus hombros.

Con una sonrisa satisfecha en su rostro recién restaurado, Melisandre se miró en el espejo con asombro y gratitud. Por primera vez desde su desfiguración, se sintió hermosa y poderosa una vez más, lista para enfrentar el mundo con renovada confianza y determinación.

Pero Melisandre sabía que el colgante era más que una simple herramienta para restaurar su apariencia. Con su nueva imagen, también había adquirido una presencia más impresionante y bella, capaz de inspirar temor y reverencia en aquellos que se cruzaran en su camino.

Con paso firme y la cabeza en alto, Melisandre salió de su cámara secreta, lista para enfrentar el futuro con toda la fuerza de su magia restaurada y su belleza recobrada. Y mientras avanzaba hacia el mundo exterior, sabía que nada podría detenerla en su misión de servir a R’hllor y cumplir su destino como la sacerdotisa roja de Asshai.

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