Misión 34, el reloj de la Larga Noche

La joven reina estaba ya de vuelta hacia los reinos del Ocaso, con dragones adultos que era capaz de controlar y un ejército de leales a su causa, y eso en sí representaba una gran victoria. Ahora solo restaba a Quaithe confirmar la amenaza y evitar que la joven reina se descarriase por el camino. Con respecto a lo último había visto a un pequeño y joven aliado que navegaba hacia ellos, y contaba con su ayuda para tal fin…


PoV

Quaithe de la Sombra

Quaithe de la Sombra

Para ir al norte tenéis que viajar hacia el sur. Para llegar al oeste debéis ir hacia el este. Para adelantaros tendréis que retroceder, y para tocar la luz debéis pasar bajo la sombra.

Poco se sabe de Quaithe, más allá de que es de Asshai y de que su aspecto le delata como una domadora de sombras. Su profesión y atuendo ciertamente inspiran una natural desconfianza por la reputación que precede a estos hechiceros… pero tras los ojos húmedos y brillantes que se deslumbran a través su máscara hay sabiduría, sin duda. ¿La suficiente para dar a Daenerys las respuestas que tanto anhela conocer?

Las recientes experiencias de Daenerys con la magia y el aspecto de Quaithe no ayudan mucho a que la joven reina abra su confianza hacia la hechicera de Asshai. Pero a diferencia de casi todos los que se arremolinan a su alrededor, Quaithe no le pide nada. Se limita a darle consejo y a ofrecerse de guía para el camino que le aguarda. Quizá, una vez más, sea momento de tomar la mano que ella le tiende hacia lo desconocido e ir más allá.

Tokens

Quaithe de la Sombra (AGOTADA)

Una domadora de sombras de Asshai de poderes tan enigmáticos como su apariencia, que oculta tras su máscara. Al parecer, quiere guiar a Daenerys en la búsqueda de su verdadero propósito en la vida.

El don de la sangre en los fuegos de la vida

Hay poder en la sangre, sin duda, para quiénes están dispuestos a pagar el precio… y bien lo sabían los valyrios. El don sin duda otorga ascendencia sobre los hombres comunes… pero las consecuencias perder el control sobre tal poder pueden ser devastadoras.

Ejércitos

No procede.

Objetivo

Indagamos sobre los Caminantes Blancos, queremos saber si bajan hacia el sur y la amenaza es real.

Misión

Quaithe observa en la vela de cristal el Muro y lo que hay más allá del mismo. Necesita saber si la amenaza de los Caminantes Blancos se acerca para informar a Daenerys del peligro y actuar en consecuencia.

Localización

Esta misión se realiza en el viaje en barco Volantis-Rocadragón.

Quaithe de la Sombra estaba sentada en una pequeña habitación iluminada únicamente por la tenue luz de unas velas. El aire estaba cargado de incienso, y los susurros del viento nocturno parecían formar palabras en lenguas olvidadas. Quaithe cerró los ojos y dejó que su mente se sumergiera en las corrientes del tiempo y del destino, buscando respuestas en los secretos del fuego y la sombra.

Las visiones llegaron lentamente, como siempre, comenzando con formas y colores indistintos. Pero esta vez, algo era diferente, una frialdad desconocida penetraba su mente, haciendo que su cuerpo temblara a pesar de la cálida atmósfera de la habitación. La nieve, una vasta extensión de nieve, se desplegó ante sus ojos cerrados. En medio de la blancura infinita, aparecieron figuras altas y esqueléticas, con ojos azules brillantes como el hielo.

Caminantes Blancos.

Quaithe intentó enfocarse en ellos, desentrañar sus secretos, pero sus formas eran elusivas, desdibujadas por la ventisca que los rodeaba. Intentaba ver más allá de la nieve y el hielo, pero la visión era confusa, como si el propio destino se burlara de su intento de comprender. Una sensación de urgencia la invadió, como si el tiempo se estuviera acabando.

De repente, la imagen cambió. En medio de la tormenta, un niño apareció. Su cabello era blanco como la nieve y sus ojos oscuros. La apariencia del niño hizo que el corazón de Quaithe se detuviera por un momento. Podía jurar que era Rhaego, el hijo que Daenerys Targaryen nunca llegó a conocer. Pero eso era imposible, él estaba muerto. Y aún así, el niño seguía apareciendo, una y otra vez, en sus visiones. Siempre solo, siempre perdido, como un huérfano en un mundo cruel.

Quaithe intentó acercarse a él en su mente, llamarlo, pero el niño no parecía escuchar. La ventisca aumentó, y la nieve comenzó a girar a su alrededor en un torbellino de blanco cegador. La figura del niño se desvaneció en la tormenta, y los Caminantes Blancos se volvieron sombras aún más vagas y distantes.

La confusión y la frustración crecieron dentro de Quaithe. No podía entender lo que estas visiones intentaban decirle. Intentó mirar más allá, forzar su vista mágica para penetrar el velo de la tormenta, pero la ventisca era implacable. La nieve giraba y giraba, creando un muro impenetrable de blanco que la dejaba ciega.

Finalmente, se dio cuenta de que no podía seguir. Su poder tenía límites, y había encontrado uno de ellos. La visión del norte de Poniente se había cerrado para ella. La tormenta era un velo que nunca podría atravesar, un enigma que nunca podría resolver.

Quaithe abrió los ojos, de vuelta en su pequeña habitación, y el mundo de las visiones se desvaneció lentamente, dejando solo la inquietud y la incertidumbre. Sabía que el destino del mundo estaba en juego, pero su capacidad para verlo había sido bloqueada. La ventisca del norte, los Caminantes Blancos, el niño de cabello blanco… todo seguía siendo un misterio, y Quaithe entendió que algunas respuestas nunca le serían reveladas.

El incienso seguía ardiendo, y las velas aún lanzaban su luz parpadeante. Pero para Quaithe, la sombra de la nieve y el hielo se cernía sobre todo, un recordatorio de los límites de su poder y del peligro inminente que acechaba más allá del mundo que conocía.