Otis el Pajillero
Uno de tantos bastardos del Lecho de Pulgas. Su madre, ejercía el más antiguo oficio en una zona de ocio para gente acaudalada. Su padre, un caballero de buena planta, ropas caras y bolsa llena. No conoció a ninguno, ella murió en el parto y el nunca supo de su paternidad. Lo crío su abuela en sus primeros años hasta la muerte de esta, su vida fue amable en esa época, austera pero feliz incluso.
Con la abuela muerta, nadie quedaba que se preocupase de el. aprendió pronto a encajar golpes, después a devolverlos, más tarde a ser quien los propinaba. Robo, pincho y extorsionó. Pero esa vida no podía durar, los capas doradas iban tras él, había hecho algunos enemigos también entre delincuentes de medio pelo como el. El cielo se abrió ante el un día en que habiendo sido atrapado por tres maleantes de los conejos muertos, Envaron Harkon, cocinero de Ser Tyland Lannister lo había rescatado.
El viaje había sido genial, había visitado Dorne, El Rejo, Las Escudo y Finalmente Lannisport. En el barco lo habían puteado mucho, pero le habían enseñado a cocinar, a hacer nudos, a pelear a puñetazos, a coser heridas, a usar varias armas, y a gobernar un barco. Lo que mejor se le daba era pelear, era joven y rápido, si bien no poseía una gran fuerza, era resistente y muy rápido de manos y pies.
Había estado con ser Tyland en la primera batalla de Islabella, había matado, había sido herido y había visto a Lord Farman abordar un barco con su alabarda y desjarretar Isleños cual labriego estaba trigo. Había participado en la construcción de navíos para un segundo intento de liberación de Islabella. Había talado arboles por la mañana, fabricado tablas por la tarde y por las noches aprendía a usar una espada. una vieja espada de caballero que pudo comprar.
No es que considerase una posibilidad real el llegar a ser caballero. Pero podía intentarlo, su arma preferida era el machete que le había regalado Envaron, pero las hachas y las espadas cortas le encantaban, pero si quería ser caballero tenía que acostumbrarse a llevar espada de tal.
Y llegó el día en que fueron de nuevo por los isleños. La dulce Gael estaría en el centro, como un cebo para carroñeros, todos sus tripulantes eran voluntarios a sabiendas, los hombres más duros que había visto. Al empezar la batalla, vio a los mercenarios lanzarse como lobos al ataque, vio la trampa tarde, como todos. Y entonces vio al amanecer rojo cernirse sobre ellos.
Los hombres de Ser Gareth Turnberry, a bordo de la Dama Gris, habían arrojado una salga detrás de otra de flechas, jabalinas y proyectiles de honda, pero el buque insignia del hierro seguía adelante. Ser Teobald Lannet, segundo de Tyland comandaba la Dulce Gael y no dudo en aceptar el desafío de Greyjoy. Las naves chocaron, los hombres cayeron, se levantaron y combatieron.
La dulce Gael se fue al fondo del mar, todos sus hombres acabaron en el agua, algunos de ellos vivos. Uno de ellos incluso llegó a la costa. Fue encontrado 3 días más tarde, aterido de frío, herido de cierta gravedad, semidesnudo y desarmado por los Hombres de Lord Jason, agotado como estaba, ni los reconoció. Pero debiéndose el último de los bravos de la Dulce Gael, plantó cara al enemigo. No pudo pelear pues se desvaneció y despertó ya en una cama, y bajó techo.
Ser Tyland estaba allí, también estaba su rescatador, Lord Farman y Lord Lannister. Que hablaban de el como si no estuviera ahí. Su rescatador decía…
-El muchacho los tiene bien puestos, hace tres días de la batalla, ha estado sin comida ni agua, perdido, herido, desarmado y cuando lo encontramos se puso en pié, levanto los puños, nos llamo cabrones, cobardes e islelos. Después de desmayó. Lo cierto es que me impresiona que fuera capaz de erguirse, sus heridas hubieran doblegado un hombre mucho mas fuerte.
Ser Tyland tomó la palabra.
-Conozco al muchacho, es de los míos. Pensé que no volvería a verlo. Lo encontró mi cocinero en el lecho de pulgas, sangrando y a punto de ser asesinado por unos maleantes. Lo metió en mi barco, como una mascota al principio. Pero el chico se ganó su sitio, aprendió a manejar los aparejos, el timón, a cocinar y a remendar velas y hombres, me pidió que le enseñase a leer, y los hombres le enseñaron a pelear. Si sobrevive, tendrá un sitio a mi lado si quiere. Espero que pueda contarnos más de la muerte de Dalton Greyjoy y del sino de mis hombres.
Otis habló por primera vez, todo le dolía y nunca se había sentido tan débil, pero intentó dar buena impresión.
-Yo maté a Greyjoy. Vi como cortaba en pedazos a mis camaradas, Vi como mataba a mi capitán, vi morir a Cabeza de res con las tripas desparramadas por el suelo, dientes roto cayó atravesado por una lanza a pocos metros también. Pero el más valiente fue mi maestro, se abrió paso hasta Greyjoy cómo un señor de la guerra, con su mandil de cuero. Los enemigos caían como conejos, hasta que se cruzó con una mujer desarrapada y enloquecida, murió como los otros, pero se llevó su arma con ella. Entonces apareció Lord Dalton con su gran espada y lo decapitó.
Yo pude verlo bien, no estaba lejos. Pude abrirme paso también, siguiendo a mi camaradas. A estas alturas quedábamos pocos y yo sangraba, el viejo pataputa decía que si sangrabas mucho y por muchas heridas te morías rápido, pataputa era un borracho y medio imbécil, pero también yacía muerto a pocos pasos. Habían peleado como leones y habían muerto. Yo no quería ser menos que ellos, así que avance hacia Greyjoy. Me vio venir, lanzo un mandoble terrible que debiera haberme defenestrado. pero la sangre de mis camaradas me hizo resbalar, caí sobre el culo y seguí deslizándome hasta los pies del cabrón. Para cuando quiso lanzar otro tajo, yo le había mentido un puntazo en las tripas desde el suelo. Me levanté como pude y le metí el hacha entre los putos ojos.
En ese momento vi lo solo que estaba, solo yo seguía en pie. Pensé que moriría con mis camaradas, pero vi la borda ahí cerca y no dude, salte al mar. La cota de malla tiraba de mi hacia el fondo, no se como pude quitármela antes de ahogarme. Después ya solo recuerdo la playa, el frío, el dolor. y vuestra llegada, Ser. Gracias por socorrerme por cierto.
Lord Lannister estaba conmovido por la historia, contento de saber a ciencia cierta que el Kraken Rojo había muerto de verdad. Puso la mano sobre el hombro de Lord Farman y le susurró algo. Después le habló a Otis.
-Joven. ¿Otis verdad? Tu historia será recordada, tu valía la atestigua mi hermano y tus heridas dan fe de tu valor, pues no veo ninguna en la espalda. Aunque tu nombre no me parece que sea el de un caballero de leyenda. En adelante se te conocerá como Otibald Seaside, pues te encontramos junto al mar y ese día volviste a nacer. ¿Serías capaz de ponerte de pie?
Ahora hablaba Lord Farman.
-Este es mi castillo, debo ser yo. ¿Sois capaz de arrodillaros?