Misión 48: La Experiencia es un Grado

PoV

Rhaenys Targaryen

Rhaenys entrenará a Alyn para ser mejor jinete de dragón

Tokens

Rhaenys Targaryen y Meleys

Rhaenys y Meleys serán las que aporten la experiencia a Alyn. Agotado

Fuego y Sangre

La experiencia de Rhaenys como jinete de dragón es la mayor en Poniente.

Bastardos de Marcaderiva

Alyn Mares es uno de los dos bastardos, el que entrenará en este contexto

Ala de Plata

Ala de Plata es la dragona de Alyn, con quien entrenará

Objetivo

Mejorar las habilidades de Alyn a la hora de la lucha, convertirle en un mejor jinete de dragón para ser más capaz, tomando las habilidades y consejos de Rhaenys.

PD: No sé si se podría hacer algo así como una comunión entre las dragonas, en el sentido de que luchando juntas, mejoren sus prestaciones.

Misión

Con los consejos de Rhaenys y el ejemplo activo de Meleys, Alyn aprenderá la forma de dirigir y montar a un dragón. Para ello se harán vuelos en los alrededores, se mantendrá el control del Ojo de Dioses (Para que no entre ni una barcaza) y, en caso de que exista, se actuará si hay alguna salida de hombres de Harrenhall. Pero también harán vuelos, para mejorar las órdenes, el lazo entre jinete y dragón, etc.

Roleo

El sol comenzaba a ponerse sobre las ruinas de Harrenhal, tiñendo las aguas del lago de tonos rojizos mientras las fuerzas del Norte y del Río Tully rodeaban la fortaleza. El asedio llevaba días, pero los Strong, leales a Aegon Targaryen, no se rendían fácilmente. Los vientos fríos soplaban sobre las colinas, mientras los caballos y dragones esperaban en las llanuras. Fue entonces cuando Rhaenys Targaryen, la Reina Roja, se acercó a Alyn Mares, quien estaba sentado cerca de la fogata, mirando las alturas de la fortaleza.

Rhaenys no necesitaba presentaciones. Era una de las jinete más experimentadas de dragón de la historia, montando a Meleys, la Reina Roja, un dragón de escamas rojas como la sangre.

“¿Aún dudas, Alyn?” le preguntó Rhaenys, su voz firme y tranquila.

Alyn, sintiendo la presión de la situación y la carga de su destino, asintió con lentitud. Había montado a Ala de Plata, pero no se sentía aún completamente en armonía con su dragón ya que el vínculo se había establecido hacía solo días. Los lazos entre jinete y bestia eran sutiles, pero fundamentales.

“El dragón no es un animal que domines, Alyn,” continuó Rhaenys, observando la mirada insegura del joven. “Es tu compañero, tu hermano. Meleys me ha enseñado que la clave está en comprenderla, no en controlarla. Si lo intentas, te rechaza.”

Alyn miró a Meleys, que descansaba cerca, sus ojos dorados como dos soles resplandecientes. Aunque Meleys parecía tranquila, Rhaenys sabía que una simple señal equivocada podía hacer que el dragón reaccionara de forma impredecible.

“¿Cómo lo haces tú?” preguntó Alyn, con una mezcla de admiración y curiosidad.

Rhaenys sonrió suavemente, su mirada alzándose hacia los cielos. “La paciencia es la primera lección. La segunda, la confianza. Cuando Meleys y yo volamos, ella siente cada uno de mis movimientos, cada cambio en mi respiración. No es solo instinto; es una conexión profunda. Y tú, Alyn, no estás solo en esta guerra. Tu dragón y tú sois uno, y si no lo entiendes, perderás tanto a él como a ti mismo.”

Alyn asintió, sintiendo el peso de las palabras de Rhaenys. Era algo más que aprender a montar un dragón; se trataba de forjar una relación, un vínculo. Observó a Ala de Plata, que alzó la cabeza al sentir su mirada, sus ojos plateados reflejando la luna que ya comenzaba a asomarse. La bestia era majestuosa, pero en su mirada también se podía ver una especie de añoranza, como si estuviera esperando a que su jinete entendiera algo que él mismo no podía comprender del todo.

“Ven,” dijo Rhaenys, extendiendo la mano. “Vamos a entrenar. Si quieres aprender a ser un jinete de dragón, necesitas entender lo que es ser uno con tu dragón.”

Alyn se levantó y caminó junto a ella. Meleys, al ver a su jinete acercarse, emitió un suave rugido de bienvenida, y Alyn se sorprendió al notar la forma en que la bestia parecía estar esperándolo, como si reconociera la presencia de un compañero.

Rhaenys subió con agilidad a la espalda de Meleys, quien extendió sus alas con majestuosidad. “Vuela conmigo, Alyn. No te apresures. Siente la brisa, escucha los latidos de Ala de Plata.”

Alyn, aún titubeante, se subió con cautela a Ala de Plata, quien emitió un suave gruñido, pero permitió que su jinete se subiera sin resistencia. A los pocos momentos, ambos dragones alzaron el vuelo, surcando los cielos de Harrenhal.

“Ahora, escucha el viento, Alyn,” le dijo Rhaenys desde su altura, mientras Meleys planeaba con gracia junto a Ala de Plata. “Siente cómo se mueve el dragón bajo ti, cómo cambia su peso y su ritmo. Si puedes leer esos signos, sabrás cuándo tu dragón está listo para atacar, cuándo está cansado, o cuándo lo asusta algo. La batalla no está solo en el suelo, Alyn. Está también en el cielo.”

Alyn cerró los ojos por un momento, dejando que el viento y la conexión con Ala de Plata le hablaran. Sintió cómo la poderosa criatura se movía, cómo cada batir de alas era un latido compartido. De repente, comprendió algo. Ala de Plata no era solo una máquina de guerra; era su aliado, su protector.

Rhaenys, con su experiencia, dirigió a Meleys en un vuelo bajo, y luego hizo un giro abrupto, esperando que Alyn la siguiera. Ala de Plata, respondiendo a su jinete, giró con agilidad, desafiando los cielos con su fuerza. Alyn no pudo evitar sonreír. Había hecho lo que Rhaenys pedía: había entendido, aunque fuera solo un poco, cómo se sentía el dragón, cómo se convertían en una sola entidad al volar.

“Bien hecho,” le dijo Rhaenys al final del vuelo, cuando ambos dragones aterrizaron suavemente sobre la tierra. “Aún queda mucho por aprender, pero has dado el primer paso. No te preocupes si no eres perfecto de inmediato. Lo importante es que confíes en tu dragón y, lo más importante, en ti mismo.”

Alyn bajó de Ala de Plata con una renovada sensación de propósito. Miró a la Reina Roja, cuya presencia no solo imponía respeto, sino también un aire de paz que venía con la experiencia y el tiempo.

“Gracias, mi reina,” dijo Alyn, con una mezcla de gratitud y respeto. “Sé que aún tengo mucho que aprender, pero hoy… siento que Ala de Plata y yo hemos dado el primer paso.”

Rhaenys sonrió, su mirada fija en los cielos. “Es solo el comienzo, Alyn. Ahora debemos volar juntos, no solo en el aire, sino también en esta guerra.”

Meleys y Ala de Plata vuelan juntas noche y día, en general nada de relevancia pasa, pero la noche pasada encontraste varios hombres tratando de introducir suministros en Harrenhal, mediante barcas por el Ojo de los Dioses. El fuego de ambos dragones acabó con ellos.

A cerrar…excepto que me digas que en el tiempo que pasaron juntas Ala de Plata y Alyn ganaron algo.

Cierro sin resolver, ha sido interrumpida antes de poder tener efecto.