Misión 54: Defensor de Rocadragón

PoV

Corlys Velaryon

Es quien dará las órdenes.

Tokens

Mar y Sal

Los hombres que manejan el mar, los almirantes de Velaryon, se dirigirán al mar para hacer esta misión.

Lucerys Velaryon

Lucerys es el Guardián de Rocadragón y el encargado de dominar la situación allí y la misión de vuelta de los mercenarios. Agotado

Objetivo

Saber actualidad de la misión de mercenarios otorgada a Lucerys. En el caso de tener los mercenarios, dirigirlos de vuelta a Desembarco del Rey con la mayor celeridad posible

Misión

Quedan tres flotas de galeras que se dirigirán a Rocadragón para recoger a los posibles mercenarios. En el caso de que no estén tales mercenarios, recogeran al ejército de Rocadragón que queda allí:

  • 1 de Rocadragon (Alzado) , en Rocadragón [Numeroso +1, Leva, Hda +2, Arqueros +1, Moral –1, Marinos] FUE: 10.26

Ejércitos

Este ejército llevará tres flotas de galeras a Rocadragón, con las tripulaciones mínimas para llevar a los otros hombres como transporte.

  • 1 de Marcaderiva (Alzado/Galeras) , en Gaznate grupo GRIS [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1, Marinos] FUE: 10.5

Localización

Desde Desembarco hasta Rocadragon
Un ejército de tamaño 3 necesita medio día para ir desde Desembarco hasta Rocadragón

  • 8 hexágonos de costa, a marcha muy rápida en 13 horas

En el caso de que haya esos mercenarios, tardarán 12 horas en embarcar y 13 horas más en el viaje de vuelta.

Roleo

El sol se alzaba sobre el horizonte de la costa de la isla de los Velaryon, su luz reflejándose en las aguas calmadas del Mar Angosto. Desde lo alto de la puerta del Río, Corlys Velaryon observaba el vasto océano, pensativo. El conflicto en los reinos se intensificaba, y el futuro de la Casa Velaryon, así como de los Targaryen, pendía de un hilo. La batalla por el trono de hierro estaba a punto de estallar con toda su furia. Rhaenyra Targaryen, su aliada y Reina legítima, necesitaba refuerzos para asegurar la victoria, y su flota, la más poderosa de los Siete Reinos, era la clave.

La “Serpiente del Mar”, como era conocido en los mares, dio un paso hacia su mesa, donde descansaban mapas y cartas náuticas. Desembarco del Rey estaba a solo un suspiro de caer en las manos de los Verdes, pero la resistencia de la reina era firme. El momento de la intervención había llegado. Había que reagrupar fuerzas, y Rocadragón, la ancestral fortaleza de los Targaryen, sería el punto de partida.

Llamó a su almirante, Auranne Crabb. El hombre que comandaba su flota y cuya lealtad había demostrado en cada combate. Un hombre de confianza que había servido a los Velaryon durante años y que entendía perfectamente la gravedad de la misión.

Auranne entró en la estancia con paso firme. Su rostro curtido por el viento y las batallas mostraba una seriedad tan profunda como el océano que surcaba. Era un hombre de pocas palabras, pero su mirada dejaba claro que entendía la importancia de lo que se le pedía.

“Almirante Crabb”, comenzó Corlys con voz grave, “te encomiendo una misión que podría cambiar el curso de esta guerra. Rocadragón necesita estar a la altura de su nombre. Lleva tu flota a la isla, embarca a cuantos hombres y suministros puedas, y dirígete hacia Desembarco del Rey. La reina Rhaenyra debe saber que no está sola en esta lucha. Hay que reforzar sus fuerzas, reforzar el compromiso de nuestra causa”.

Auranne asintió sin vacilar. “Entendido, mi señor. Partiré al amanecer.”

“Y que los dioses te acompañen”, añadió Corlys, con un brillo de determinación en sus ojos. “Desembarco del Rey será la última batalla de esta guerra, pero para ganarla, debemos llegar a tiempo. Rocadragón tiene un papel crucial que jugar. No te demores.”

Maris estaba rota, más allá de lo que ningún maestre era capaz de arreglar, su anterior vida estaba trazada, un buen marido, un buen castillo, hijos y tierras, pero esa vida quedó sepultada cuando la bestia la envolvió con sus llamas. Ahora tan solo quedaba un esposo que tomar, al que llamaban Robaovejas, y una vida sintiendo el viento sobre su rostro al volar.

Nadie le hacia caso, era una mujer irrelevante y ahora que su padre había muerto lo era incluso más, no le costó mucho subir a una torre y como esperaba Robaovejas la siguió. Alcanzar al dragón sin cuerdas ni otros aperos fue una proeza digna de canciones, y sostenerse sobre su lomo mientras la bestia alzó el vuelo sin silla de montar incluso más. Pero Maris burló ambos obstáculos y pronto se alzó en los cielos.

Por unos segundos dudó, «¿hacia dónde?» se preguntó. Al sur se alzaba Bastion de Tormentas, pero … «¿podia ese lugar ser su hogar ahora?», al oeste estaba Poniente y un mundo que ya no le pertenecía, «quizás las vastas tierras del norte puedan darnos cobijo» le dijo a su montura acariciando su cuello. Pero ambos sabían solo habia una dirección, al este, a las Ciudades Libres y más allá, «a nuestro nuevo hogar».

Maris respiró profundamente y saboreo sulibertad mientras los cuernos sonaban en Rocadragón, todo daba igual, ninguno de aquelas pequeñas figuras, casi hormigas, podían tocarla. Pero con celeridad, desde la montaña dos figuras volaban hacia ella. Determinados a hacerle frente los principes Joffrey y Aegon volaron a lomos de Tyraxes y Stormcloud, de mucho menor tamaño que Robaovejas, y cortaron el paso a la joven Baratheon.

Vuelve a Rocadragón, eres prisionera de la casa Targaryen, no nos hagas obligarte― la voz de Joffrey se quebraba por momentos, el muchacho apenas tenia 13 años, y su montura no muchos más.

Maris sonrió y espoleó a Robaovejas ignorando a los muchachos, las llamas de ambos dragones la golpearon, pero habia sobrevivido al fuego del Caníbal, no iba a dejar que dos imberbes críos la pararan. Pero los jóvenes príncipes no cejaron en su empeño y aunque no eran capaces de detenerla si que la retrasaron lo suficiente hasta que, desde Marcaderiva, los alcanzó el príncipe Lucerys a lomos de Arrax. Ninguna de las tres bestias eran rivales para Robaovejas, pero los príncipes, pese a su juventud, eran jinetes más experimentados que ella y, sobre todo, las sillas de montar les permitían volar sin peligro de caer amar. Maris quizás habria podido librarse de uno, a lo menor de dos de ellos, pero la llegada de Lucerys sentenció las tornas y tratando de evitar las llamas de Arrax la muchacha perdió el equilibrio y cayó al mar.

El mar engulló a Maris como si fuera un trozo de papel arrastrado por una tormenta. La caída había sido larga, pero el impacto, brutal. El agua helada mordió su piel, arrancándole el aliento. Sintió que se hundía, que todo su esfuerzo, su audaz escape y su grito de libertad, se disolvía en la sal. Pero mientras las olas la reclamaban, un rugido profundo resonó sobre las aguas.

Robaovejas.

¡A por él, Arrax! —gritó Lucerys, inclinándose hacia adelante mientras su dragón lanzaba una bocanada de fuego directo a Robaovejas.

El impacto fue mínimo, las escamas de Robaovejas resistieron las llamas como si fueran nada. El dragón giró hacia ellos con un rugido que sacudió el aire, pero Lucerys no flaqueó. Sabía que su tarea era proteger a sus hermanos.

Tyraxes, montado por Joffrey, intentó flanquear a Robaovejas, pero la diferencia de tamaño y fuerza era abrumadora. Robaovejas giró sobre sí mismo con una velocidad sorprendente para su tamaño, atrapando al joven dragón con sus garras y lanzándolo hacia el mar. El grito de Joffrey resonó en los vientos antes de que el agua lo tragara junto a su montura.

¡No! —gritó Lucerys, tirando de las riendas para intentar distraer al monstruo.

Tempestad, con Aegon a lomos, atacó desde arriba, lanzando una furiosa ráfaga de fuego. Por un momento, pareció que podrían tener una oportunidad. Sin embargo, Robaovejas se lanzó hacia ellos con un golpe devastador de su cola que destrozó una de las alas de Tempestad. Aegon, incapaz de controlar a su dragón herido, fue lanzado al vacío, cayendo hacia el mar mientras su montura luchaba por mantenerse en el aire, solo para desplomarse finalmente en las profundidades.

Lucerys y Arrax permanecían, los últimos en pie. Sabían que estaban en desventaja, pero no podían retirarse. Con un grito de guerra, Lucerys guió a Arrax en un ataque directo contra Robaovejas. El joven dragón lanzó otra ráfaga de fuego, esta vez apuntando a los ojos de la bestia negra. Robaovejas rugió de dolor cuando las llamas lo alcanzaron, pero su furia solo creció.

Las garras del dragón alcanzaron a Arrax, rasgando su ala derecha. A pesar del daño, el joven dragón no se rindió. Con un movimiento desesperado, embistió contra Robaovejas, alejándolo momentáneamente de las aguas donde Aegon y Joffrey luchaban por sobrevivir.

El precio fue alto. Robaovejas, ahora completamente enfurecido, atrapó a Arrax con sus mandíbulas, infligiendo una herida mortal. Lucerys apenas tuvo tiempo de aferrarse mientras su montura caía en espiral hacia la playa cercana a Rocadragón. El impacto fue brutal, y el príncipe quedó inconsciente al tocar la arena.

Arrax, agonizante, reptó débilmente hacia su jinete, usando las últimas fuerzas que le quedaban para intentar protegerlo, incluso en su último aliento.

Desde las almenas de Rocadragón, los guardias observaban con horror cómo Robaovejas ascendía una vez más, su furia resonando en el aire, hasta que se perdió de la vista de los hombres.

En la playa, Lucerys yacía inmóvil, apenas respirando. El sacrificio de Arrax había sido un acto de valentía sin igual, asegurando que, al menos por ese día, la furia de Robaovejas no reclamara más vidas.

En el fondo del mar, el cuerpo de Maris Baratheon descansaba en silencio, su audaz vuelo sellado como el inicio de una cadena de tragedias que cambiaría el destino de los cielos y la tierra.


Alcanzas Rocadragón, Lucerys recupera la consciencia, está cansado y herido, pero no de gravedad. Puedes contar con Lucerys como PoV

Lucerys narra lo sucedido, trató de cumplir con las órdenes de Corlys y los mercenarios acudieron, pero no lo hicieron con los ánimos esperados. Una primera negociación se llevó a cabo, pero estaba claro que esos hombres esperaban haber encontrado a Lord Corlys, parece que había muchos que teneían primos, hermanos y amigos entre los quemados en Grajal y pronto cayeron sobre Marcaderiva. Especia ha sido saqueada, y la isla robada de muchas cosas de valor antes de que Lucerys lograra reimponer la paz, tras ello los piratas abandonaron la isla rumbo al este.

Al poco se desencadenaron los problemas en Rocadragón y Lucerys marchó a tratar de detener a Maris, pero todo acabó mal, muy mal.

Arrax, Tempestad y Tyraxes han muerto
Los príncipes Joffrey y Aegon han muerto

Con esto, ten en cuenta que el ejército de Rocadragón se mueve hacia Desembarco del Rey como decía la misión al comienzo.

Con o sin Lucerys?

Llegas mañana.

Sin Lucerys. Ahora mismo se va una flota de vuelta a Desembarco. Las otras dos se quedan, porque vamos a sangrar las tierras de estas islas a ver si puedo obtener algún ejército más.