Misión 55: el dragón de Piedra

PoV

Melisandre de Asshai

Tokens

Azor Ahai
Sombra de Asshai
Capas Doradas (el orden, la justicia y demás que se trae a la ciudad)

Ejércitos

No

Objetivo

Hemos capturado a Gendry y unos cuantos criminales más, que han sido declarados culpables de haber estado en la conspiración para matar a Robert Arryn y a Petyr Baelish, así como otros muchos crímenes. Requieren justicia para que el pueblo vea que aquí no hay bromas con las muertes y asesinatos. Meli los va a quemar pero…claro, Gendry tiene sangre real, y eso, PRESUNTAMENTE, despierta “al dragón de piedra”. ¿Qué pasará?, ¿qué misterio habrá?

Misión

Pues eso, que como han aparecido dragones y los Otros se vienen, Stannis se empieza a convencer de que quizás tenga que invocar a ese dragón que vendrá a asistirle si le da sangre real a Melisandre. Gendry es un pobre demonio, pero a Edric Tormenta le tengo cariño, así que le toca. Y esta misión ME DUELE EN EL ALMA, COMO MATAR A AEGON, PERO ES LO QUE CREO QUE HARÍA POR LO QUE ACABA HACIENDO EN TORMENTA DE ESPADAS, LO SIENTO DE VERAS

Localización

En Desembarco del Rey

Roleo

¿Queréis algo en público cuando me deis la resolución? Con la perspectiva de Gendry y de Meli. Y Stannis con MÁS pesadillas

El aire de Desembarco del Rey estaba cargado de tensión mientras el Pozo del Dragón se llenaba de curiosos y ciudadanos ansiosos por presenciar la ejecución. Melisandre, la sacerdotisa roja, se encontraba en el centro de la plataforma de madera, rodeada por un anillo de fuegos que ardían con furia. A su lado, Gendry y varios criminales condenados aguardaban su destino. La muchedumbre murmuraba en voz baja, una mezcla de expectación y miedo palpable en el ambiente.

“Hoy, la justicia se hará presente”, proclamó Melisandre con su voz resonante. “Estos hombres han sido encontrados culpables de la muerte de Jon Arryn y Petyr Baelish. R’hllor, el Señor de la Luz, ha demandado sus vidas como ofrenda.”

Gendry, con las manos atadas y el rostro sombrío, levantó la cabeza y miró a Melisandre. No había odio en sus ojos, solo una fría resignación. Los otros condenados temblaban, murmurando oraciones desesperadas a dioses que probablemente nunca les escucharon.

Con un gesto de la sacerdotisa, los fuegos crecieron, sus llamas elevándose como lenguas voraces hacia el cielo. La gente contuvo el aliento mientras los condenados eran empujados uno a uno a las llamas. Los gritos de dolor llenaron el aire, mezclándose con los cánticos de Melisandre.

“¡R’hllor, acepta esta ofrenda! ¡Purifica estas almas con tu fuego divino!”

La gran pira devoró a los condenados, siendo el último Gendry a quien Melissandre había preparado a consciencia. El joven murió como el resto, entre alaridos, pero una vez exhaló el último aliento algo extraño ocurrió. Las llamas que lo rodeaban parpadearon y se apagaron de repente, como si una mano invisible las hubiera reclamado. Un susurro de desconcierto recorrió a la multitud.

Melisandre miró los fuegos apagados con una expresión de sorpresa. La sensación que la recorrió fue inquietante, una fría punzada de duda en su fe inquebrantable. Algo más había intervenido, algo que no podía explicar.

La multitud, al principio desconcertada, pronto se transformó en una turba enfurecida. Los gritos y los insultos comenzaron a volar, dirigidos a los sacerdotes rojos y a Melisandre en particular. “¡Falsa profetisa! ¡Bruja! ¡Nos has engañado!”

La sacerdotisa roja intentó mantener la compostura, pero la situación se volvió incontrolable rápidamente. Los Capas Doradas tuvieron que intervenir, rodeándola y escoltándola apresuradamente fuera del Pozo del Dragón mientras la muchedumbre se volvía cada vez más violenta.

“¡Vuelvan a sus hogares!”, gritaban los Capas Doradas, tratando de dispersar a la multitud. Pero los ciudadanos de Desembarco del Rey no querían escuchar. Clamaban por el regreso a la fe de los Siete, rechazando la religión de R’hllor con una furia renovada.

Mientras era escoltada, Melisandre no podía apartar de su mente la extraña sensación que había sentido cuando los fuegos se apagaron. Algo o alguien había intervenido, y eso la reconfortaba frente a la furia de la multitud.

“El Señor de la Luz tiene planes que no comprendemos”, murmuró para sí misma, mientras era conducida hacia la Fortaleza Roja.

El caos en el Pozo del Dragón continuó mientras la muchedumbre exigía justicia y verdad. La sombra de R’hllor se había visto empañada pero al menos Melisandre sabía que el dragón de piedra había despertado.


El día siguiente amaneció con un gran estruendo. En el horizonte, Montedragón rugió con una fuerza aterradora, su silueta normalmente tranquila transformada en un titán furioso. Desde su cima, grandes columnas de humo negro se elevaban hacia el cielo, oscureciendo el sol y lanzando sombras siniestras sobre Rocadragón.

La tierra tembló violentamente bajo los pies de los habitantes de la isla. Rocadragón, la ancestral fortaleza Targaryen, se sacudía como si fuera un juguete en manos de un niño caprichoso.
Montedragón estalló en una explosión de fuego y roca. Bombas volcánicas, enormes y llameantes, fueron catapultadas hacia el cielo, cayendo como meteoros sobre el mar y la fortaleza. La lava comenzó a deslizarse por las laderas del volcán, un río ardiente de destrucción que avanzaba imparable hacia el mar, devorando todo a su paso.

El mar, normalmente sereno, estaba ahora salpicado de fuego y piedra. Las aguas se agitaban, hirviendo en contacto con la lava que fluía. Los pocos barcos en el puerto de Rocadragón comenzaron a alejarse apresuradamente, cargados de soldados y habitantes de Rocadragón.

Uy, tremendísimo triple 1

No, no. Ha salido bien lo del dragón de Piedra.

Pero había más cosas en marcha.

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