PoV
Corlys Velaryon
Al cargo de la defensa de la ciudad.
Tokens
Corlys Velaryon
Órdenes para el control de Desembarco
Ejércitos
Grupo I
- 1 de Vallepardo (Alzado) , en Valleoscuro grupo AZUL [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1] FUE: 5.7
- 1 de La Zarpa (Alzado) , en Valleoscur grupo AZUL [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1] FUE: 5.7
- 1 de Valleoscuro (Alzado) , en Valleoscuro grupo AZUL [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1, Veterano +2, Marinos] FUE: 6.84
- 2 de Valleoscuro (Alzado) , en Valleoscuro grupo AZUL [Leva, Hda +1, Caballeros +1, Arqueros +1, Exploradores] FUE: 9.75
Grupo II
- 2 de Marcaderiva (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1, Marinos] FUE: 5.7
- 3 de Marcaderiva (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Numeroso –2, Leva, Hda +2, Arqueros +1, Marinos] FUE: 5.7
- Flota de Marcaderiva 2 (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Numeroso –1, Séquito, Hda +2, Lanceros +8, Veterano +2, Marinos] FUE: 11.52
Grupo III
- Flota de Marcaderiva 3 (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Numeroso –1, Séquito, Hda +2, Lanceros +8, Veterano +2, Marinos] FUE: 11.52
- Flota de Marcaderiva 4 (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Numeroso –1, Séquito, Hda +2, Lanceros +8, Veterano +2, Marinos] FUE: 11.52
- Flota de Marcaderiva 5 (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Séquito, Hda +2, Lanceros +8, Veterano +2, Marinos] FUE: 14.4
- Flota de Marcaderiva 6 (Alzado) , en Gaznate grupo AZUL [Séquito, Hda +2, Lanceros +8, Veterano +2, Marinos] FUE: 14.4
Objetivo
Mantener control sobre ciertas partes de la ciudad de Desembarco de la Reina.
Misión
Grupo I: Mantener el control de la Puerta de Hierro, por la que debe empezar a llegar la comida de Valleoscuro.
Grupo II: Mantener el control de la Puerta del Río y de los muelles de Desembarco del Rey, donde está la flota de Velaryon.
Grupo III: Control de la Fortaleza Roja y control de la Colina de Aegon, pacificando la situación todo lo posible, creando una zona segura.
Roleo
El calor de la sala del Trono de Hierro era insoportable. La luz de las antorchas parpadeaba, proyectando sombras que danzaban sobre las afiladas espadas que formaban el trono, pero la Reina Rhaenyra, con su corona de acero en la cabeza, se mantenía serena. Sentada con dignidad, aguardaba a Corlys Velaryon, su Mano, quien acababa de regresar de la turbulenta Desembarco del Rey.
El sonido de las puertas resonó en la cámara cuando Corlys, en su atuendo de cuero negro y plateado, entró a la sala, su capa ondeando tras él como un estandarte. Los sirvientes se apartaron con respeto, y el murmullo del gran salón se extinguió en el mismo momento en que él se inclinó ante la reina.
—Mi Reina, tengo noticias que traen tanto sombra como esperanza —dijo Corlys con voz firme, pero no sin cierta fatiga, mientras se acercaba al estrado de la Reina.
Rhaenyra asintió, su rostro serio. Los días de victoria tras la caída de los rivales de la Casa Hightower habían dado paso a una incertidumbre que nadie en el Concilio había previsto. La ciudad, otrora el centro del poder de los Siete Reinos, estaba al borde del colapso.
—Habla, Corlys —respondió la Reina.
Corlys dio un paso hacia adelante, su mirada fija en los ojos de Rhaenyra, evaluando el momento antes de hablar. Sabía que lo que estaba por contar no sería fácil de escuchar.
—Desembarco del Rey es un hervidero de caos. La lucha por mantener el control sobre la ciudad se intensifica con cada hora que pasa. Aunque nuestras fuerzas han dominado los puntos clave, los barrios bajos se han convertido en un refugio para los seguidores de los Hightower y otros enemigos, dispuestos a levantarse en cualquier momento. La población, temerosa de la represalia, se ha dividido. Algunos apoyan nuestra causa, otros se mantienen al margen, pero no todos confían en que nuestra victoria sea definitiva.
Rhaenyra frunció el ceño, observando en silencio mientras Corlys continuaba.
—El control de las puertas de la ciudad es incierto, especialmente las más pequeñas. Los rumores sobre un ejército del Dominio han puesto a muchos nerviosos, pero su llegada se ha retrasado. Addam Mares, con Bruma ha derrumbado el puente que conecta el camino de Atranta con la capital.
El rostro de Rhaenyra se endureció, su mirada tan fría como el hierro que se alzaba sobre ella. La situación era grave, y a pesar de su deseo de mantener el control, no podía permitirse ignorar las tensiones que surgían entre los suyos y los de afuera.
—Entonces, ¿qué propones, Corlys? —preguntó con voz autoritaria.
El hombre de los mares, siempre calculador y preciso, no tardó en responder. Sabía que la paz en la ciudad no solo dependía de la fuerza militar, sino de un delicado juego de movimientos políticos.
—Es necesario primero asegurar la lealtad de la ciudad. Debemos evitar que la desesperación se apodere de la gente. Mi sugerencia es enviar a nuestros emisarios a los distritos más afectados. Ofrecer ayuda, comida y protección a los barrios más necesitados, para que sientan que somos su salvación y no una amenaza. Debemos desterrar la idea de que nuestros enemigos son las personas de la ciudad, sino aquellos que intentan manipularlas.
Corlys hizo una pausa, asegurándose de que Rhaenyra comprendiera la gravedad de sus palabras.
—Además, es crucial que se les dé un rostro conocido. Necesitamos que alguien cercano a vos se encargue de hablar con los líderes de los distritos, alguien en quien la gente pueda confiar. No todo se resolverá a través de soldados, mi Reina. La política será nuestra mejor arma.
Rhaenyra meditó sobre sus palabras. Era cierto que la paz no solo se ganaba con espadas, sino también con promesas de estabilidad. A medida que sus ojos recorrían la sala, pensó en el futuro de la ciudad.
—Y respecto a los refuerzos —continuó Corlys—, envié emisarios en busca de aquellos que puedan ayudarnos y sean fieles a la causa, o al menos aquellos que crean que deben desertar de tal ejército al ver vuestra bandera en lo alto de la capital.
Rhaenyra, con la mirada fija en su Mano, reflexionó sobre lo que Corlys había dicho. La situación no era ideal, pero no podía permitirse rendirse.
—Hazlo. Envíame tus planes y que se empiecen a ejecutar hoy mismo. Necesitamos que la ciudad sienta nuestra presencia. La calma debe restaurarse, y pronto. Esta es nuestra ciudad, Corlys, y no permitiremos que se nos arrebate.
Corlys inclinó la cabeza con respeto, reconociendo la determinación de la Reina.
—Como ordenes, mi Reina. Desembarco del Rey será pacificado. Prometido.
Rhaenyra observó cómo su Mano salía de la sala, dejándola sola ante el Trono de Hierro. La lucha aún no había terminado, pero su voluntad era más fuerte que nunca. Desembarco del Rey, por muy caótica que fuera, pronto vería la fortaleza de su Reina.