Misión 6: Defender la Tormenta (llamada a los vasallos)

Era el momento esperado. Vamos al ataque total a partir caras.

¿Tengo que poner POV, token y roleo?

PoV: Robert Baratheon
Token: Robert Baratheon, Bastión de Tormentas, Gran Martillo, Sangre Valyria, infantería Tenaz.

“Había sido difícil pero su ejército ya estaba reunido. Avanzaría sobre el invasor, lo vencería y sus vasallos doblarían la rodilla. Era lo que Robert había estado esperando después de haber probado la sangre la otra noche.”

Sí y táctica para la batalla.

Formas para cargar contra el enemigo, que hace lo propio. Con Los Pergaminos a vuestra espalda. Enfrente un número muy parecido al vuestro, casi 10.000 hombres (lo de antes eran los datos de la escaramuza). Pero observas como la gran mayoría carecen de equipamiento adecuado y visten ropas de cuero ligeras. Sus exploradores han hecho un buen trabajo y el terreno en el que vais a pelear favorece a los Targaryen, cuyo flanco izquierdo se alza sobre un pequeño risco que es imposible flanquear durante la batalla.

Pues rechazaremos ese flanco al principio e iremos a por el otro. Primero alineamos a nuestra infantería con la suya y cuando estén trabados Robert cargará con la caballería sobre el punto más vulnerable para partir en dos su ejército y poder aislar a los que defienden el risco. Peasebury y Staedmon se quedarán en reserva para ver si Penrose hace una salida o para apoyar los puntos que se debiliten de la batalla. Robert intentará buscar a su líder para derrotarlo y minar la moral del enemigo.

Lord Adrian Celtigar se inclinó sobre el corte del risco que ocupaban sus hombres. Con el brazo apoyado en el mango de Zarpa escupió hacia abajo. Solo deseaba vencer a aquellos hombres para saquear Bastión de Tormentas y volverse a casa colmado de riquezas, un joven señor necesita de esas cosas. Lord Maric Massey estaba a su lado, justo a su joven hijo, Ser Jon, que no hacía mucho que había sido nombrado caballero. Todos tenían ganas de demostrar la valía de los hombres de las islas del Mar Angosto, Lord Robert los había humillado en aquella playa y pese a que detestaban ser dirigidos por un imberbe, tenían que reconocer que a Ser Richard Lonmouth no le faltaban agallas, pese a no ser un dragón.

A su derecha se extendía un ejército real, más de 6.000 hombres que portaban el negro y el rojo, una mezcla de hombres sin armadura, caballeros, jinetes y hombres de armas armados hasta los dientes. Eran un ejército temible, el semblante sereno de los caballeros y soldados profesionales contrastaba con el fulgor y los gritos de aquellos que empuñaban hachas, lanzas y tridentes, los que pelearían con más rabia y con más ganas de vencer para poder volver a sus queridos buques. Lord Adrian se congratulaba de su posición, Lord Guncer Sunglass no estaría tan contento, pese a estar apoyado por tropas guerreros profesionales y curtidos su flanco era el más expuesto en la batalla. ¿Pelearía Ser Richard por ellos o se contentaría con intercambiar opiniones con el señor de Punta Aguda? El joven Lord Guncer Bar Emmon había sido herido en el ataque a la playa y ahora ocupaba la retaguardia, desde donde dirigiría a sus hombres. Lord Adrian detestaba aquel lugar, una trampa mortal, si las cosas se ponían feas siempre era más sencillo huir desde los flancos, sobre todo desde el suyo.

No tuvieron mucho más tiempo para discernir estrategias, además, su papel era únicamente defender aquel risco prácticamente inexpugnable desde las posiciones atacantes. Dio gracias a los Siete por encontrarse allí cuando de entre la bruma surgió el ejército Baratheon. Aquellos hombres peleaban sin táctica, sin estrategia. Se lanzaban a la carga siguiendo a su joven señor, un loco que se creía invencible, blandiendo aquel martillo de batalla que en su brazo parecía de papel pero que al impactar en un rostro dejaba estupefacto a cualquiera, era imposible no sorprenderse, al menos unos instantes, cuando tu rostro era reventado con tal facilidad.

Ser Richard no era solo un borracho, conocía a su rival y pronto su táctica dio resultado. Lord Robert Baratheon quedó completamente rodeado, los flancos fueron cerrándose sobre el enemigo, uno mediante el empuje de sus hombres y el otro hostigando desde las alturas y enviando refuerzos de caballería donde era necesario. La retaguardia de la Tormenta, por su parte, no pudo participar en la batalla, pronto se vio completamente paralizada al tener que enfrentarse a los mil hombres que les amenazaban desde un punto opuesto, desde donde no lo esperaban. Lord Steffon Penrose había decidido salir de su castillo, quemar el campamento enemigo y hacer honor a su juramento para con la casa Targaryen, así se lo había exlpicado a su hijo, Ser Cortnay. Los Baratheon son hombres de honor, debemos de mostrar que nosotros también.

La batalla estaba decantada, nada podía suceder y Ser Richard se acercó para poder observar el caos de la batalla desde cerca y quizá para asestar un par de mandobles. Lazó un grito. Ríndete bruto, arrodíllate y serás la Mano izquierda del regente, ¡y qué mano! Con un golpe bajo rajó el cráneo de un afortunado que había cruzado la línea de batalla. No solo te vale para alzar cerveza cabrón, maldito sea ese martillo tuyo. La confianza de Ser Richard se esfumaba conforme se acercaba ¿cómo había llegado allí ese hombre? Tras el le siguieron dos más, se deshizo de ellos sin dificultad. La desconfianza se tornó en miedo cuando tras sus palabras obtuvo como respuesta una risa, una potente carcajada salida de un pecho enorme, que se alzaba por encima de todo el caos de la batalla.

Cuando entendió lo sucedido ya era tarde. Las lineas se quebraron, decenas de hombres corrieron salvando sus vidas. Los hombres se abrieron como si fueran las puertas de un salón en las festividades primaverales y de ellas surgió la figura del señor de la Tormenta, embadurnado en sangre, empuñando un martillo rojo y con una sonrisa tan ancha como sus pectorales. El envite duró poco, ninguno de los dos quería matar al rival pero la furia de la batalla acompañaba a Lord Robert, que fácilmente destrozó el antebrazo de su rival de un golpe certero. La batalla estaba decidida. La huida desordenada pero facilitada por la ligereza de sus armaduras. Los hombres de Punta Aguda lo tuvieron más difícil, quedaban pocos para ayudar a su señor y cayeron todos, incluido Lord Guncer, acuchillado en el suelo por los hombres de los Trant, en el fulgor de la batalla el pensamiento político era inexistente.


Los hombres de los Pergaminos dejaron caer sus armas rápidamente, la batalla se había decidido y apenas habían podido cargar sobre las líneas enemigas, la retaguardia de Robbert les superaba en 2 a 1. Ser Cortnay y su padre se arrodillaron frente a aquel hombre que tras la batalla parecía un Díos, el mismo Guerrero en un cuerpo de carne. Perdonadnos mi señor, perdonadnos y nuestra espada será vuestra y de vuestros hijos y de los suyos después.

// Pierdes 2.400 hombres, matas a 3.000. La derrota estuvo cerca pero sus líneas no aguantaron tu envite. Consiguen retirarse hacia las naves, son muy ligeros y ahora menos, avanzan más rápido. Hazle un paso de daño a Lord Robert, agótalo como muestra de que un día su suerte puede que se acabe jajaja

1 Gradison gana Numeroso -3 pero pierde el Moral -1 Ser Lothor Gradison ocupa su papel como Lord Gradison.
1 Trant gana Numeroso -2 Lord Beric trant asciende, Ser Goodwin Trant es ahora el señor de la casa.
1 Fell gana Numeroso -1 y Veterano +1 Lord Lucas Fell muere Ser Michael Fell “Hacha de Plata”, gana su puesto.
1 Steadmon gana Numeroso -2 Lord Alesander Steadmon muere su hermano Ser Arrec Steadmon hereda.
1 Cafferen gana Numeroso -2 Lord Bryen Cafferen muere y su joven hijo Ulmer hereda allá en su castillo.

1 Penrose jura lealtad a Robert Baratheon, siendo veterano +1.