Misión 7: Tu desdicha, mi honor

PoV

Corlys Velaryon

Este texto estará oculto

Tokens

Corlys Velaryon

Seguramente el almirante más reconocido en la historia de Poniente. Supongo que su presencia impondrá.

Rutas de Mar

En el caso de necesitar ayuda financiera, tomarlo de aquí. Además quiero que con rutas del mar se expanda esta petición de Corlys por otros puertos.

Puertos de Poniente y Essos

Petición abierta a otros puertos, a otras tropas, a otras galeras y a otros capitanes de barcos de distintos lares.

Ejércitos

Ninguno

Objetivo

Conversión de las galeras mercantes que se han bloqueado en el Gaznate en una nueva flota para los Velaryon.

Misión

Debido a que se están reuniendo muchos comerciantes y gentes en Marcaderiva se darán unas claras órdenes:

  • Todas aquellas embarcaciones ligeras y de pequeña envergadura deberán irse de Marcaderiva. No podrán ir a Desembarco del Rey y, en caso de querer negociar con la ciudad, deberán pasar por los puertos de los Velaryon. Queda prohibido el dirigirse a la ciudad. Si lo intentan, ocurrirá lo mismo que ahora.

  • Todas aquellas grandes embarcaciones (galeras) tendrán la misma posibilidad pero, en caso de quererlo, Corlys Velaryon tendrá a su disposición acoger a todos aquellos que quieran formar parte de la flota de los Velaryon. Los capitanes y gentes de mar formarán parte de su flota, y serán uno más. La intención es formar una flota de galeras mercantes con las que ya hay, con sus tripulaciones consecuentes.

Localización

Marcaderiva

Roleo

En la Bahía de los Naufragios, la niebla densa envolvía los altos acantilados de Marcaderiva. Al pie de los muelles, las velas de innumerables embarcaciones ondeaban con el viento salado, pero no se movían. El Gaznate, el angosto paso marítimo que separaba las riquezas de Essos de los reinos de Poniente, estaba bloqueado. Corlys Velaryon, Señor de las Mareas, había cerrado el acceso a las rutas comerciales, utilizando su vasta flota para dominar el tráfico marítimo en la región.

Capitanes de decenas de barcos, mercantes y corsarios por igual, aguardaban en la fortaleza de los Velaryon. Los muelles estaban abarrotados de marineros, sus rostros curtidos por el sol y el viento, pero inquietos ante la incertidumbre que traía el bloqueo. Los rumores recorrían la costa como la brisa marina: Corlys, el Señor de las Mareas, estaba a punto de hacer una oferta.

El rugido de las olas se mezclaba con las conversaciones en voz baja de las tripulaciones que especulaban sobre su destino. Nadie sabía cuánto tiempo más podrían soportar sin comerciar, sin poder zarpar y transportar sus preciadas mercancías. Los ojos de todos se alzaban constantemente hacia la imponente fortaleza de Marea Alta, donde Corlys Velaryon observaba desde sus salones altos, rodeado de mapas y cartas náuticas. La flota Velaryon era la más poderosa que Poniente había visto en siglos, y Corlys no había llegado hasta ahí solo por ambición, sino por estrategia.

Finalmente, al atardecer de un día gris, la llamada resonó desde las torres: Corlys estaba listo para hablar. Los capitanes y sus oficiales fueron escoltados hasta la sala del trono, donde el Señor de las Mareas aguardaba, de pie, bajo las banderas de su casa, con el blasón del caballito de mar bordado en plata y azul. Los ojos de Corlys, tan profundos y oscuros como el mar que había surcado toda su vida, se fijaron en los líderes de las embarcaciones.

—Habéis venido desde lejos, arriesgando tempestades y piratas, buscando fortuna en Poniente —comenzó Corlys, su voz firme como el timón de un navío en medio de una tormenta—. Pero habéis llegado en un momento de cambio. Las rutas que antes estaban abiertas ahora están bajo mi control. Y aquellos que deseen cruzarlas, deberán pagar el precio.

Un murmullo recorrió la sala, pero el Señor de las Mareas levantó una mano, imponiendo silencio.

—Sin embargo, no vine aquí a ahogar vuestros negocios —continuó, recorriendo con la mirada a cada uno de los presentes—. No vine aquí a ver vuestras naves pudrirse en mis puertos. La casa Velaryon siempre ha prosperado gracias al mar, y siempre hay lugar para más en la flota que domina estas aguas. Ofrezco una oportunidad a aquellos dispuestos a unirse a mí, a servir bajo la bandera de los Velaryon y compartir el botín que estas aguas nos traen. A cambio de vuestra lealtad, de poner vuestras espadas y navíos a mi servicio, os prometo riquezas más allá de lo que habéis soñado.

Los capitanes intercambiaron miradas, sorprendidos por la oferta. Algunos, que habían esperado la extorsión y la amenaza, se encontraron considerando seriamente lo que Corlys proponía. No era solo una alianza, era una oportunidad de unirse a la flota más poderosa de Poniente, de dejar de ser meros mercantes o corsarios solitarios y convertirse en parte de algo más grande.

—Quienes elijan quedarse fuera de mi séquito —advirtió Corlys, sus palabras cargadas de una fría determinación—, podrán seguir comerciando… pero bajo términos que serán mucho menos favorables. Aquellos que se opongan, encontrarán el Gaznate tan cerrado como si hubiera sido tragado por el mismo mar.

El silencio que siguió fue profundo. Corlys había puesto su oferta sobre la mesa. Para muchos, era un ultimátum disfrazado de oportunidad. Pero el Señor de las Mareas sabía jugar con las ambiciones de los hombres, y había ofrecido algo que resonaba en todos los corazones presentes: poder y riqueza.

Un capitán, de barba entrecana y cicatrices en el rostro, dio un paso adelante.

—Mi navío y mi tripulación os seguirán, Lord Velaryon —dijo con voz grave, inclinando la cabeza—. Siempre he querido surcar las aguas al mando de una flota tan grande como la vuestra.

Poco a poco, más capitanes comenzaron a declarar su lealtad. Algunos lo hicieron con resignación, otros con entusiasmo. Pero la realidad era clara: Corlys Velaryon había conseguido lo que buscaba. El bloqueo del Gaznate no solo le había otorgado control sobre las rutas comerciales, sino que le había proporcionado un séquito aún más grande, una flota aún más formidable.

El mar era su dominio, y ahora más hombres y barcos surcarían las olas bajo la estela de su poder.

Reúnes estas tropas:

  • 1 de comerciantes del Mar Angosto (Alzado/Galeras) [Mercenarios, Lanceros +10, Veterano –2, Marinos] FUE: 14.4
  • 2 de comerciantes del Mar Angosto (Alzado/Galeras) [Mercenarios, Lanceros +10, Veterano –2, Marinos] FUE: 14.4
  • 3 de comerciantes del Mar Angosto (Alzado/Galeras) [Mercenarios, Lanceros +10, Veterano –2, Marinos, ] FUE: 14.4
  • 4 de comerciantes del Mar Angosto (Alzado/Galeras) [Mercenarios, Lanceros +10, Veterano –2, Marinos, ] FUE: 14.4
  • 5 de comerciantes del Mar Angosto (Alzado/Galeras) [Mercenarios, Lanceros +10, Veterano –2, Marinos, ] FUE: 14.4

Y el resto de los comerciantes se dispersan por el Mar Angosto, quién sabe con qué destinos.

Pero estas gentes solo son leales mientras el oro siga fluyendo, y hasta que los saqueos lo permitan requieren más que promesas.

Rutas de Mar queda retrasado en tanto en cuanto estas gentes te sirvan.