Misión 9: Cenizas flotando al amanecer

POV
Euron Greyjoy
Bastardos de euron

TOKEN
Dragón
Armadura de acero valyrio
Bastardos de Euron

MISION

He hablado con Hightower, le he dicho que no haré nada a los civiles si me da su castillo. Me sorprendería que diga que si.

Para ayudarle mientras medita, la primera noche posible, quiero sobrevolar la ciudad para verificar que la flota sigue amarrada como mi anterior visita. Una vez la tenga bien localizada, quiero hacer una pasada larga para dañar el máximo posible de barcos y con suerte que algunos huyan hacia el mar.

En el mar, he avisado a Davos, los barcos de Euron esperan con la flota para recibirlos.

Después de la primera pasada, creo que haré alguna más, buscando concentración de barcos, para no desaprovechar el golpe y evitar exponerme excesivamente. Por ello con cada ataque caeré en una dirección diferente.

OBJETIVO

Ablandar la determinación de Hightower si. Dañar específicamente la ciudad.

Sin dañar específicamente la ciudad.

La luna llena bañaba la antigua ciudad de Antigua con una luz pálida y fría, reflejándose en las aguas del puerto y en los cascos de los barcos amarrados. La ciudad dormía, confiada en la seguridad que sus muros y la poderosa flota amarrada en el puerto le proporcionaban. Sin embargo, en la oscuridad de la noche, una amenaza se cernía desde los cielos.

Euron Ojo de Cuervo, montado en su imponente dragón, observaba la ciudad desde las alturas. El dragón, de escamas de color hueso con toques de ceniza, planeaba silenciosamente, apenas un susurro en la noche. Euron esbozó una sonrisa cruel mientras su ojo, el único que realmente podía ver, recorría las embarcaciones atracadas. Había llegado el momento de sembrar el caos.

Con un toque en el flanco del dragón, Euron dirigió la bestia hacia una larga pasada sobre el puerto. El dragón abrió sus fauces y un torrente de fuego escarlata iluminó la noche. Las llamas descendieron con furia sobre las naves, devorando maderas y cuerdas, transformando el puerto en un infierno de fuego. El primer ataque fue devastador; varios barcos comenzaron a arder, sus tripulaciones despertando en pánico y corriendo hacia el mar en un intento desesperado de salvarse.

Euron hizo virar al dragón en un amplio arco, elevándose nuevamente para evaluar el caos que había desencadenado. La flota, otrora orgullosa y ordenada, ahora era un amasijo de incendios y gritos. No podía desaprovechar el golpe; debía asegurarse de maximizar el daño sin exponerse demasiado.

Nuevamente, el dragón descendió en picada, esta vez dirigiéndose hacia una agrupación de barcos en el extremo opuesto del puerto. Otra ráfaga de fuego, esta aún más feroz que la anterior, barrió la línea de barcos. Maderas crujieron y estallaron, y el olor a sal y quemado llenó el aire. Euron rió, un sonido siniestro que se perdió en el rugido del fuego y los gritos.

Subiendo una vez más, el dragón planeó en un movimiento serpenteante, buscando el siguiente grupo de víctimas. Cada ataque era calculado, cada pasada buscaba la mayor concentración de barcos para infligir el máximo daño posible. Una tercera pasada, esta vez desde el flanco izquierdo del puerto, añadió a la destrucción. Las llamas se extendían rápidamente, engullendo naves y muelles, forzando a algunas a intentar una desesperada huida al mar.

Euron Ojo de Cuervo, desde su posición elevada, se deleitaba en el caos. El dragón, con sus escamas cenicientas brillando a la luz del fuego, parecía una criatura salida de las pesadillas más oscuras. Cada rugido de la bestia, cada torrente de fuego lanzado, era un canto de destrucción y muerte.

Con su tarea cumplida, Euron ascendió una última vez. Desde las alturas, observó el panorama de destrucción que había dejado. La flota de Antigua, un símbolo de su poder, ahora era poco más que escombros humeantes. Con una sonrisa de satisfacción y un último rugido de su dragón, Euron Ojo de Cuervo se alejó, dejando a sus enemigos sumidos en el caos y la ruina.

El amanecer traería la verdad de la noche anterior, y con él, la devastación que solo un dragón podía infligir. Antigua, orgullosa ciudad del saber y el comercio, había sido humillada, y Euron, montado en su bestia cenicienta, sabía que el terror de su nombre se extendería aún más.