Misión 9: Los Señores del Dominio

PoV

Lord Unwin Peake

Lord Unwin Peake es un líder ambicioso, astuto y severo, decidido a restaurar el poder de su casa en Poniente. Desconfiado y calculador, maneja las intrigas con maestría y no duda en tomar medidas drásticas para asegurar sus objetivos. Su carácter rígido y autoritario le hace temido y respetado, siendo un hombre que siempre está un paso por delante de sus rivales.

Será quien hable con los señores del Dominio y como Alto Mariscal del Dominio.

Tokens

Lord Unwin Peake

Estratega implacable y ambicioso, experto en las intrigas de las cortes y la historia de Poniente. Conoce bien a los señores del Dominio y mantiene contacto con ellos. Aunque formado en la batalla y hábil luchador, ahora dedica su tiempo a la política y la influencia. Es astuto, perspicaz, y altamente inteligente. La mayor autoridad de la Casa Peake, su desconfianza y naturaleza amarga lo hacen un líder severo y respetado.

Será quien hable con los señores del Dominio y como Alto Mariscal del Dominio.

Recuerdos de Grandeza

Aunque la Casa Peake ha perdido parte de su influencia, su linaje antiguo y la gloria pasada siguen siendo poderosos activos. El orgullo histórico de la familia y el respeto que aún despiertan en el Dominio pueden ser usados para forjar alianzas, convencer a otros señores, obtener apoyo, información, influencia, etc. Facilitando de esta forma maniobras políticas y aspiraciones para recuperar el poder y eventualmente asumir el control del Dominio.

La casa Peake puede no ser una casa mayor pero en el pasado fueron tuvieron gran influencia en el Dominio. Este token es para potenciar que hagan caso a Unwin Peake, o como mínimo lo respeten.

Objetivo

Convencer a los señores del Dominio de movilizar sus ejércitos hacia Antigua para sofocar la rebelión de la Casa Hightower. Saber quienes de estos señores apoyarán esta decisión y quienes no.

Misión

Lord Unwin Peake, como Alto Mariscal del Dominio, se dirigirá a los señores presentes, resaltando la amenaza que representa la rebelión de los Hightower y su creciente control sobre otros vasallos del Dominio. La estrategia se centrará en destacar la superioridad numérica de las fuerzas unidas del Dominio, lo que hará que la campaña sea rápida y con pocas bajas. No se busca una batalla abierta, sino que el plan es marchar hacia Antigua, asediar la ciudad si es necesario, y obligar a Lord Hightower a rendirse.

Para motivar a los señores, se ofrecerán incentivos claros: todas las riquezas de Antigua serán repartidas entre quienes participen, lo que les ayudará a recuperarse de cualquier posible pérdida. Además, se les prometerán tierras y títulos, ya que los Hightower perderán su posición y sus vasallos serán redistribuidos entre las casas leales. Apelar a la codicia y a las oportunidades de expansión será clave para ganar su apoyo.

Localización

Altojardín

Roleo

Durante el día, Unwin no perdió tiempo. Habló con cada uno de los señores del Dominio que habían respondido al llamado de Altojardín. Se mostró paciente, atento, escuchando sus preocupaciones, midiendo sus palabras. Sabía que lo que venía no era una tarea sencilla: convencer a tantos orgullosos señores requería no solo lógica, sino también confianza.

Al caer la tarde, las puertas del gran salón de Altojardín se abrieron para dar paso a la reunión. Los grandes señores del Dominio tomaron sus asientos, y junto a ellos, Lord Unwin Peake y Ser Arthur Tyrell, los Altos Mariscales del Dominio, se situaron al frente. El momento había llegado. Unwin se levantó, su mirada recorriendo la sala antes de hablar.

—Señores del Dominio, permitidme, antes que nada, daros las gracias por acudir a Altojardín en estos tiempos tan inciertos. Nadie en todo Poniente puede ignorar lo que está sucediendo. Los dragones vuelan sobre nuestras tierras, y las llamas de la guerra comienzan a encenderse en cada rincón de los Siete Reinos. No sabemos qué ciudad será la primera en caer, ni cuál de nuestros reinos se tambaleará ante el fuego. Pero hay algo que podemos decir con certeza: el Dominio prevalecerá.

Un silencio denso llenó el salón mientras sus palabras resonaban en las paredes de piedra.

—Pero para que el Dominio prevalezca, debemos permanecer unidos. Las traiciones, las dudas, solo sirven para debilitarnos. Y la Casa Hightower ha amenazado esa unión. Han osado desafiar la paz de estas tierras, conspirando contra nosotros. Y os digo, como Alto Mariscal del Dominio, que no podemos permitirlo.

Los ojos de Unwin recorrieron los rostros de los señores allí reunidos.

—Hoy estamos aquí para decidir el destino de nuestras tierras. Para marchar juntos, como un solo ejército, y recordar a Poniente que ninguna rebelión, ningún dragón, y ninguna casa traidora romperá el espíritu del Dominio.

Decís bien, señor mío —replicó Alan Tarly—. Recuerdo un día cuando mi señor abuelo nos sacó al patio de armas a mis cuatro hermanos y a mí, y nos pidió partir con nuestras manos media docena de varas de roble atadas con una cuerda con nuestras manos. Evidentemente no pudimos, y el viejo separó una de las varas del montón y la partió como si fuera papel. La unión, ciertamente, hace la fuerza. Pero si pensáis que voy a estar de brazos cruzados mientras se pone en entredicho el honor de mi hija estáis muy equivocado.

Acto seguido el señor de Colina Cuerno se detuvo y señaló a Lord Unwin en un gesto que algunos habrían considerado obsceno.

Ni mis hombres ni yo moveremos un dedo hasta que Lady Sam quede liberada bajo mi custodia. Doy mi palabra de honor de que no se reunirá con su señor esposo hasta que su situación quede aclarada, pero no voy a permitir que se cuestiones el honor de mi hija. Y menos que sea cuestionado por quienes no pueden dar lecciones de nada.

Cuidado con lo que insinuáis, Tarly —recordó Lord Peake amenazante—. No estáis en Colina Cuerno.

Yo no insinúo, afirmo abiertamente —respondió Tarly con desprecio—. Si vuestra madre aún estuviera viva la venderíais por una corona, Peake.

Serenaos, mi señor de Tarly. A vuestra hija no le ha faltado de nada, mi señor —explicó Lady Leonette con una sonrisa astuta. Hacía mucho honor al zorro de su casa—. Todas sus necesidades están siendo cubiertas y puede hablar y moverse con libertad, como bien habéis podido comprobar…

Con libertad tras vuestros muros, no fuera de ellos. Una Tarly no ha nacido para ser encerrada en una jaula como si fuera un simple canario.

Hay quién diría que abandonar a Altojardín en estos momentos de suma necesidad es deslealtad… —comentó con gélida calma Ser Arthur Tyrell— cuando no algo peor.

Me llamasteis y acudí —replicó Tarly al instante—. No me obliguéis a elegir entre mi sangre y mi señor, Ser Arthur —la sonrisa de Lord Alan cortaba como un cuchillo—. No es lo prudente.

Nosotros tampoco nos moveremos —Lord Guyard Hewett—. La causa del señor de Tarly es justa, y la amenaza isleña es real. No os ofendáis, mi señora de Altojardín, pero creo que hablo en nombre de todas las Islas Escudo al preguntaros qué hacemos matándonos entre nosotros

¡Destriparse como viles carniceros es cosa de los Targaryen! —asintió el señor de los Grimm—. Pero nosotros somos la cuna de la caballería, el reino más civilizado. ¡Paz, paz! ¡Aún estamos a tiempo!

Pronto más señores se suman a la algarabía, y lo único que sacas en claro es que no hay tanta unidad como deseas…

Tarly exige la liberación de su hija bajo su custodia, y amenaza con retirar las tropas. Hewett, Chester y Grimm de las Escudo le apoyan, aunque a estos intuyes que les viene como anillo al dedo para irse a sus islas, ya que recelan de los isleños, han oído ya de sus correrías. Te llama la atención el apoyo de los Rowan a Tarly, no obstante, y sabes que Lady Sam ha estado envenenando el ambiente y tu reputación (ha pasado a ser -1, eres percibido como noble con ambición desmedida). El resto de señores, con sus más o sus menos, te seguirán.

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