PoV
Corlys Velaryon
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Bastardos de Marcaderiva
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Presentación de los bastardos de Laenor Velaryon ante la reina Rhaenyra, para que ellos se propongan para servirle
Objetivo
Que Rhaenyra Targaryen acepte a los bastardos como hijos de Laenor Targaryen. Es el primer paso para que en un futuro puedan tener otras posiciones.
Misión
Es básico, Corlys Velaryon irá con los bastardos de Marcaderiva ante la Reina Rhaenyra y éstos se presentarán para servirla en lo necesario. Tenemos el ok de Daemon para ello. No sé si se necesitaba una misión o era algo más de rol, pero por si acaso.
Roleo
Corlys Velaryon caminaba por los pasillos de Rocadragón con la mirada fija al frente, su mente cargada con pensamientos que no podían ser más serios. Los ecos de sus pasos resonaban sobre el mármol frío mientras se acercaba a la gran sala donde la reina Rhaenyra Targaryen aguardaba. A su lado caminaban dos jóvenes, Addam y Alyn, los bastardos de su hijo Laenor. Aunque el parentesco no estaba reconocido oficialmente, Corlys los había criado como propios y les había enseñado el arte del mar y la espada, esperando que un día pudieran ganarse su lugar en la historia de su casa.
Cuando llegaron ante la reina, Rhaenyra se encontraba sentada en su trono, sus ojos violeta brillando con curiosidad y cierta cautela. Sabía que Corlys no haría una presentación así sin tener un plan en mente. A su lado, Daemon Targaryen permanecía de pie, con los brazos cruzados, su semblante imperturbable.
Corlys hizo una reverencia profunda, y Addam y Alyn, siguiendo el ejemplo de su señor, se inclinaron ante la reina. El anciano Señor de los Mares, con su cabello plateado ondeando suavemente, levantó la mirada hacia Rhaenyra y habló con la gravedad que lo caracterizaba.
—Mi reina —dijo con voz firme—. Estos son Addam y Alyn, hijos de mi difunto hijo Laenor Velaryon. Aunque la sangre que corre por sus venas no ha sido oficialmente reconocida, yo los reclamo como parte de mi casa. Su lealtad está contigo, y son capaces de grandes hazañas en nombre de nuestra causa.
Rhaenyra, con la barbilla ligeramente levantada, los miró en silencio por un momento. Estudió a los jóvenes con detenimiento. Addam, el mayor, tenía una mirada decidida, como si entendiera la importancia de este momento, y Alyn, aunque más joven, irradiaba un aire de energía contenida. Ambos eran altos y delgados, con el porte característico de los hombres de Velaryon. El mar y los vientos de las Tierras de la Tormenta los habían curtido, y ahora buscaban su lugar bajo el estandarte del dragón.
—¿Qué es lo que pides de mí, Lord Corlys? —preguntó Rhaenyra con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, cautelosa.
Corlys dio un paso adelante.
—Pido que los aceptes como tus súbditos y servidores. Addam es hábil con el acero y, más importante, tiene el temple para comandar. Alyn es joven, pero ha mostrado un valor excepcional. Los dos pueden servirte en la guerra que se avecina. Al igual que yo, vivirán y morirán por ti.
Rhaenyra miró de nuevo a los jóvenes. Conocía el peso de las palabras de Corlys. La guerra por el Trono de Hierro ya estaba en marcha, y cada aliado, cada espada contaba.
—La Casa Velaryon siempre ha sido leal a los Targaryen —dijo, rompiendo finalmente el silencio—. Si tú los reclamas como tuyos, Lord Corlys, entonces los aceptaré bajo mi servicio. Pero recuerda, en los días oscuros que están por venir, la lealtad no debe ser solo de nombre.
Addam y Alyn se arrodillaron de inmediato ante la reina, sus manos apoyadas sobre la empuñadura de sus espadas en un gesto solemne.
—Juramos servirte, mi reina —dijeron al unísono.
Corlys, satisfecho, hizo una reverencia y se retiró, sabiendo que había asegurado un futuro para sus nietos, aunque no llevaran el nombre oficial de Velaryon. La marea de la guerra los pondría a prueba pronto, pero esa tarde, bajo los ojos vigilantes de Rhaenyra y Daemon, habían dado su primer paso en el sendero que forjaría su destino.