Misión III: el bosque llama

Objetivo:

Stékär, el Alto Druida, consulta a los espíritus del bosque durante una de sus meditaciones para tratar de escudriñar qué implica la explosión del volcán y qué depara el futuro con la llegada de los lorelanos.

POV:

Alto Druida Stékär

Tokens:

El Bosque de Arëon: Aunque las montañas fueron la cuna de la tribu, el bosque de Arëon, donde el primer caudillo reunió a las facciones enfrentadas para darles un sentido de unidad. Dentro de sus lindes los druidas y las aedas comulgan con los espíritus del bosque, y recaban su sabiduría para asesorar al caudillo y su consejo. Por las noches hay luces que zigzaguean entre los árboles, y muchos enemigos han creído ver el bosque moverse y figuras centelleantes acechar en la niebla para extender su manto protector sobre los hombres de Nathul.

Cónclave de los bosques: Arëon se ha hecho rodear de un cónclave de hombres y mujeres sabias, druidas y aedas, que complementan a sus asesores militares y económicos. El caudillo cree que le proporcionan una ventana a lo divino, una perspectiva a los espíritus de los bosques y sus presuntos poderes de adivinación. Una suerte de protección celestial que le permita ganar capital político y militar en los tiempos que se avecinan. Los druidas y aedas, por su parte, disfrutan de tranquilidad en su comunión con el bosque, y un grado de poder que no podrían haber imaginado hace años.

Misión:

Stékär acude al bosque en busca de respuestas: ¿qué ha turbado a las montañas de fuego al norte de la isla?, ¿qué significa la llegada de los lorelanos y qué depara el futuro? Sabe que las respuestas nunca son directas, sino portentos y señales de otro mundo, pero confía en recabar algo de la sabiduría ancestral para informar a su señor y guiar sus pasos antes de las reuniones decisivas que se han de producir en los próximos días.

Mapa y movimientos:

En el bosque sagrado de Nathul

Roleo:

(En cuanto me digas si percibe algo o no, hago uno, cambiando según el resultado lo que le pasa)

Stékär se internó en el bosque en busca de respuestas; dejó atrás al cónclave pues en la última fase de su comunión espiritual le era necesario estar a solas para poder conectar con la esencia del Arëon.

Descalzo, sintiendo como las hojas, el musgo y la tierra rodeaban sus pies, fue adentrándose más y más en la arboleda y su yo físico, el hombre de carne y hueso, quedó abandonado mientras el ánima de Stékär vagaba por el bosque espiritual habiendo traspasado el portal que separaba los regio en aquel lugar sagrado.

Con la caída del sol comenzó a ver las luces apareciendo y jugando al despiste entre los árboles, ora tras un tronco, ora ascendiendo a las copas de los mismos. No era la primera vez que el Alto Druida tenía contacto con aquellos espíritus de la naturaleza y tenía la convicción que aquellas luciérnagas - pues es lo que eran en el mundo físico - respondían a una inteligencia, quizás astucia, ancestral. Siempre que comunaba con el bosque aparecían las luces y no solo eso sino que incluso se dejaban ver cuando era necesario en el mundo físico.

Sin embargo, Stélkar supo que algo iba mal. No podía achacarlo al entorno sino a sí mismo; quizás fuera falta de confianza, la vejez o un despiste en un momento dado pero había perdido la concentración y se había obcecado tanto con la idea de encontrar respuestas a una pregunta que dejó de prestar atención acerca del camino que estaba recorriendo, física y espiritualmente. Lo sintió en el momento en que las luces desaparecieron como espantadas por una mano invisible gigante.

Y, entonces, a lo lejos vio dos ojos observándole o, más bien, el reflejo de dos ojos animales que pudo sentir tanto en el plano material como en el espiritual. Forzó su mente y espíritu para ubicarse y entonces supo cuál había sido su error: habñia vagado más allá de las lindes del regio del bosque de Arëon y estaba en los dominios de los Itzila. Y allí gobernaban otros poderes.


No obtiene respuestas y, además, has entrado - sin permiso - en territorio de Itzila.