Balerion cruzó las apenas quinientas varas que separaban el campamento de los hombres del dragón en un instante, la impresionante bestia aterrizó levantando una gigantesca polvareda y apelmazando el terreno con su peso. Aegon Targaryen, quién se hacía llamar rey de Poniente bajó de su montura y le susurró algo al oído mientras, desde las murallas del castillo, Harry Hoare, heredero del rey Harren el negro observaba tratando de disimular el temor que le atenazaba.
Pronto Balerion alzó el vuelo nuevamente y las puertas de Princesa Rosada se abrieron dando paso a la comitiva de Harry el sucio sobre el enorme destrero que semanas atrás tomó de las cuadras de Rosby. Junto a él Urron Harlaw y Qarl Farwynd, sus camaradas durante la campaña contra Aegon y quienes le entregaron Princesa Rosada en bandeja sin casi derramar una gota de sangre.
—¿Estás seguro de esto, Harry?—preguntó el hombre de Luz Solitaria
—Mi padre construyó Harrenhal a fuerza de látigo y cadenas, hoy yo pago el precio del hierro
Harry descabalgó y ambos hombres avanzaron hacia el lugar escogido. Aegon caminaba sin prisas, con Fuegoscuro la diestra y un pesado escudo de lágrima en la siniestra mientras el hijo del hierro cargaba cuatro hachas en su mano izquierda mientras sopesaba una quinta con la diestra. Como henchido por una rabia infernal Harry echó a correr repentinamente y una tras otra lanzó las hachas que Aegon supo detener con destreza con el escudo, mas la argucia del Hoare surtió efecto pues un par de ellas quedaron instaladas en la madera y el joven Targaryen no pudo más que desechar el escudo mientras, frente a él, Harry empuñaba dos hachas de mano.
Los contendientes bailaron por varios minutos, Harry estaba deseoso de verter sangre pero era un veterano de docenas de campañas y parecía saber controlarse mientras Aegon mantenía las distancias empuñando su fastuosa arma de acero valyrio. Por una, dos y tres veces el hijo del hierro cargó lanzando tajos tan solo para ser repelido por el buen saber hacer del dragón quien mantenía la cabeza fría sabiendo que el tiempo jugaba a su favor. Poco a poco la impaciencia comenzó a hacer mella en el príncipe de Harrenhal que llevaba meses recorriendo las tierras de los ríos mas como un fugitivo que como un rey, luchando por cada palmo del terreno y estaba cansado, quería acabar con la guerra en ese mismo instante y nuevamente redobló los esfuerzos.
Uno, dos, tres, cuadro tajos fueron lanzados y rechazados, el quinto fue una historia distinta. Harry fintó hacia la izquierda abriendo su guardia los justo para tentar a Aegon que, por un instante pensó que podía acabar el duelo allí mismo, mas por un segundo dudó, la reputación del hijo del hierro era compleja y tan negra como la de su padre y aquel movimiento era demasiado limpio. Aegon supo lo que Harry planeaba antes de que ningún gesto del guerrero lo demostrara pero había dudado y ese momento de duda fue todo lo que necesitaba.
El hacha de Harry se incrustó en el costado de Aegon que se derrumbó sobre su rodilla izquierda. Con todas sus fuerzas el Targaryen trató de defenderse con fuegoscuro una vez más pero Harry detuvo el tajo con sus brazales y, con facilidad, desarmó a Aegon. Todo había terminado, Harry Hoare puso todo su peso sobre el pecho de Aegon quien respiraba con dificultad y se agachó para dedicarle unas últimas palabras a su víctima.
—Así se gana una guerra, dragón de pacotilla— Harry levantó el brazo para ejecutar a Aegon cuando, reuniendo fuerzas quien sabe de donde, tomó la daga que llevaba escondida en si cinto y descargó un certero tajo sobre la cara del isleño quien retrocedió gritando de dolor.
Cegado por la sangre y la herida Harry supo la victoria que había tenido tan cerca se había esfumado y bien por buena fortuna o bien por experiencia jugó su última carta con presteza y habilidad. De su zurrón tomó una pesada red de pesca y la lanzó sobre Aegon quien, debilitado por la herida y enredeado entre las cuerdas y plomos volvió a caer al suelo y, entonces, todo terminó.
El rugido de Balerion llenó las tierras de Princesa Rosada y quedó claro los términos del duelo habían terminado. Urron Harlaw y Qarl Farwynd picaron espuelas lanzandose a socorrer a su señor mientras el terror negro levantaba el vuelo hacia su maestro. En el campamento de Aegon los hombres gritaron y se lanzaron hacia el castillo siguiendo a la pesada bestia.
Harry está herido de gravedad (el token está dañado), el corte cruza su cara entera y es muy profundo, con especial severidad en ambos ojos, quien sabe si recuperará la vista. Pero está vivo y no se puede decir que haya perdido el duelo.
Un par de isleños cabalgan con Harry hacia el sur, hacia las montañas, con la esperanza de que Balerion no les siguiera. Consiguen huir y tratar las heridas de Harry quien no morirá, pero están aislados, sin recursos, en mitad de la nada y con muchos enemigos en la zona. Tras de ti puedes ver como Balerion descarga su furia sobre Princesa Rosada, el destino de tus tropas no lo sabes, pero no puede ser nada bueno.