No es oro todo lo que reluce

Tygget navegaba en el León Rampante, el buque insignia de la flota, pequeña flota, Lannister. Iba al encuentro de Tywin, su hermano mayor, quien tenía intención de coronarse rey.

El viaje estaba siendo tranquilo y no esperaba tener problemas por aquella zona de la costa, pero sabía que una vez pasaran de Roble Viejo habría suficientes Hombres de Hierro como para arriesgarse a un encontronazo con alguno de ellos ya que nunca podía uno confiarse tratando con los isleños.

Pero las preocupaciones de Tygget iban hacia otros derroteros. Se sentía orgulloso de Tywin: estaba encabezando una rebelión exitosa e iba a coronarse rey, algo impensable desde hacía siglos.
Pero había una mácula en los actos de su hermano que a Tygget empezaba a crearle desasosiego y que había sembrado la semilla de la desconfianza.

Quería coronar a Jaime y Cersei.

Tygget no lo entendía: ¿cómo era posible que su hermano insultara así a los Siete? ¿Acaso cuando Aerys propició la boda entre sus sobrinos Tywin no reaccionó de tal manera que la rebelión casi se podría decir que comenzó aquel día? ¿Por qué ahora iba a perpetuar el insulto por su propia voluntad?

No lo entendía y pensaba que el orgullo de Tywin iba a ser la perdición de este y mancharía el honor de la familia Lannister. Siendo así, ¿hasta dónde estaría dispuesto a ir Tygget para preservar el honor del León?